Energía
Apagón nuclear: Alemania emite siete veces más CO2 que Francia
Hasta Italia, que no tiene nuclear, se está planteando introducir pequeños reactores de respaldo
El apagón nuclear alemán, el espejo en el que debería mirarse España, es paradigmático. No solo no ha logrado el objetivo de reducir sus emisiones de CO2 para generar electricidad más rápido que sus vecinos sino que está expulsando a decenas de industrias electrointensivas, ante el encarecimiento de esta energía.
El año pasado se produjo el cierre de las tres centrales nucleares que seguían operativas en Alemania y hoy, tras Polonia y República Checa –países con elevada dependencia del carbón, Alemania es el tercer país de la UE que más emisiones de CO2 genera en su producción de electricidad.
Según datos del «think tank» energético Ember, en 2023 la mayor economía de la UE alcanzó una tasa de intensidad de emisiones de 371 gramos de CO2/por kilovatio hora (Kwh), equivalentes a 2,2 toneladas de CO2 por habitante.
Y eso a pesar de que sus emisiones disminuyeron un 21% respecto al 2022 en gran parte debido al fuerte aumento de la generación eólica y fotovoltaica en sustitución de la de carbón, así como a las importaciones eléctricas para compensar el cierre de sus últimos reactores nucleares.
El mayor generador de combustibles fósiles de la UE ha aprobado subvenciones para construir 10.000 MW en centrales de gas para reemplazar su parque nuclear. La condición de Berlín es que los promotores de las plantas incluyan en el diseño un plan para sustituir el gas por el hidrógeno verde en algún momento entre 2035 y 2040.
Esta ambición no deja de ser una quimera ya que, hoy en día, los costes y desarrollo del uso del hidrógeno convierten esta cláusula en irrealizable. Mientras, los ciclos combinados supondrán la emisión de grandes cantidades de CO2 en los ciclos combinados tradicionales.
En contraste, Francia, con una firme apuesta por la energía nuclear, logró una densidad de emisiones de CO2 en 2023 casi siete veces inferior a la alemana. Estos contrastes revelan la diversidad de enfoques en la Unión Europea y sus implicaciones para la descarbonización.
Ante esta perspectiva, países como Bélgica, que desde hace años tienen una fuerte apuesta por las renovables, han optado por alargar una década la vida útil de dos reactores nucleares, argumentando que la extensión aseguraba el presente y afianzaba el camino hacia la independencia energética. Un giro de guion generalizado en Europa, incluso en países sin nuclear, como Italia, que se plantea introducir la «mini nuclear».