Moncloa
Lucha de poder en el equipo económico del Gobierno ¿Quién manda ahora?
Díaz, enfrentada con Calviño y Escrivá, negociará con Sánchez el vital apoyo de Podemos a los Presupuestos del año próximo. Montero y Ábalos, más conciliadores, tratan de poner paz
En algo más de un mes, las relaciones entre los miembros del equipo económico del Gabinete de Sánchez han cambiado radicalmente. Desde la salida de Pablo Iglesias el pasado 30 de marzo del Ejecutivo para disputarle la Presidencia de la Comunidad de Madrid a Isabel Díaz Ayuso, la calma y el sosiego han regresado a los integrantes del equipo económico, al menos aparentemente. Ya no se lavan los trapos sucios, léase las desavenencias entre los socios de Gobierno, en plaza pública. Desde su ascenso a la Vicepresidencia Tercera del Gobierno, Yolanda Díaz ha conquistado el Gabinete de Sánchez con su mano izquierda, su educación y su discreción. Las broncas públicas diarias a costa de cualquier cuestión entre Pablo Iglesias y los ministros de Sánchez parecen ya cosa del pasado más remoto. «La política es una maquinaria que fagocita las etapas a velocidad de vértigo», asegura a LA RAZÓN un miembro socialista. Y, desde luego, esto es lo que parece que ha ocurrido en el seno del Ejecutivo. La lucha sin cuartel entre los ministros e Iglesias ha pasado a los anales de la historia política española reciente. La persona que ha obrado este milagro no ha sido otra que Díaz, con una personalidad arrolladora y seductora. De hecho, el propio presidente «respira mucho mejor» desde la retirada del dirigente podemita de la política. Ya no le tocará negociar con él el respaldo de Podemos en el Congreso. Ahora la llave de los 35 escaños de los podemitas está en manos de Díaz.
Es más, su salida ha favorecido la integración de Díaz como una más al equipo del presidente, con el que protagoniza escenas de complicidad en el pleno del Congreso de los Diptuados inéditas hasta la fecha entre los miembros de las dos formaciones que configuran el Gobierno de coalición. No obstante, fuentes gubernamentales confirman a LA RAZÓN que en las reuniones del «Consejo de Ministros no se ha notado nada. Pablo nunca organizaba problemas dentro». Otra cosa era las trifulgas públicas que protagonizaba a costa de la reforma de las pensiones, de la subida de las nóminas de los funcionarios, de la reforma del mercado laboral, del ingreso mínimo vital... Prácticamente a diario ponía contra las cuerdas a Calviño, a Ábalos y, sobre todo, a Escrivá, que ahora vive más relajado y aunque no tiene relación de amistad con Díaz «se soportan mutuamente».
Y es que la forma de hacer de los de podemitas en el seno del Gobierno se ha acompasado al talante, discreto, amable y al encanto personal de su nueva jefa de filas. Díaz ha conseguido enterrar el hacha de guerra de Iglesias que dividía en dos al equipo económico. Incluso ha fortalecido su amistad, que ya compartía meses atrás, con otros miembros del Ejecutivo, como con el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, a la sazón secretario de Organización del PSOE, con el que se sentaba al lado en el Consejo de Ministros, antes de su ascenso. Además, ha sabido entretejer los lazos que mantenía con la portavoz gubernamental y ministra de Hacienda. Díaz, una enamorada de Andalucía, entabló hace ya tiempo con Montero «una sincera» relación de amistad, que aún perdura.
Tregua
¿Este remanso de paz en el que se ha convertido el Gobierno de coalición es auténtico o sólo un espejismo y, por tanto, una tregua en las relaciones entre ambos partidos? ¿Podemos ha ganado poder o, al menos, lo ha mantenido con la salida de Iglesias? Y lo que es más importante: ¿quién manda en el equipo económico de Sánchez y cómo son las relaciones que mantienen entre ellos? Si se atiende al organigrama jerárquico del Ejecutivo, es Nadia Calviño la líder del equipo económico. Al ostentar la Vicepresidencia segunda es la encargada de presidir la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos, en la que se dirime las cuestiones económicas de envergadura, que, sin embargo, luego hay que negociar con Podemos.
Eso es así porque la ministra de Trabajo en el relevo de Iglesias no puso ni medio inconveniente en ceder la Vicepresidencia segunda de Iglesias a Calviño y ella, bajar un escalón, y ocupar la tercera, que ostentaba hasta marzo la propia Calviño. Este trueque de Vicepresidencias ha supuesto para Calviño el espaldarazo de su jefe de fijas Pedro Sánchez.
La heredera de Pablo Iglesias
Sin embargo, Sánchez está obligado a negociar desde ya con Díaz, líder de los podemistas cualquier cambio económico. Y es que Díaz ha ganado peso en el Gobierno con la retirada de Iglesias de la vida pública. Ella es a partir de ahora la interlocutora natural de Sánchez, la que tiene en sus manos el destino y el voto de los 35 escaños de Podemos, una vez que Iglesias se ha retirado de la escena política española. En este escenario, Sánchez tendrá que negociar las grandes líneas de las cuentas públicas de 2022 con su vicepresidenta tercera. Esta paradoja del destino ha profundizado en la distancia que ya separaba a Díaz de Calviño, lo que provoca que protagonicen, con frecuencia, un duelo velado de damas, que se percibe en el trato que mantienen. Un claro ejemplo de esta relación es el sonoro portazo con el que Díaz abandonó hace ya meses la Comisión Delegada para Asuntos Económicos ante la negativa de Calviño a revalorizar el SMI un 0,9%, idéntico porcentaje en el que se subieron las nóminas de pensionistas y de funcionarios este año.
Evidentemente, en las negociaciones entre ambos socios del Ejecutivo de coalición sobre los Presupuestos Generales del Estado de 2022 que comienzan ya, Díaz volverá a poner encima de la mesa esta subida, que, según fuentes cercanas a Podemos, a Calviño no le quedará más remedio que asumir como propia. Pero no es la primera vez que Díaz se le impone. De hecho, es una de las artífices de las subidas de las nóminas de pensionistas y de funcionarios y de la implantación del Ingreso Mínimo Vital. Además, al inicio de la negociación de la reforma del mercado de trabajo consiguió, prácticamente desde el minuto uno, que la vicepresidenta económica desistiera de su intento de imponer la denominada mochila austriaca, según fuentes cercanas a Calviño. Ahora, meses después, el Banco de España propone este sistema mixto de despido, en el que el trabajador cobraría la mitad de su indemnización y se llevaría el fondo de capitalización a su nombre creado por el empresario en caso de despido. Díaz se opuso radicalmente a este sistema porque abarataría las indemnizaciones de los contratos indefinidos, con la excusa de acabar con la dualidad laboral.
Aunque ahora Díaz es la líder indiscutible de Podemos dentro del Gobierno, con todo el poder que le otorgan manejar los 35 escaños de la formación, fuentes cercana a la vicepresidenta tercera aseguran que no arrollará a la vicepresidenta segunda y tampoco al ministro de Seguridad Social, con el que no termina de encajar, como tampoco lo consigue Calviño. «Ese no es su estilo». «Intentará negociar con ella las cuestiones más delicadas y si no encuentra comprensión por su parte tirará por elevación», puntualizan. Es decir, recurrirá al presidente. En este sutil, pero permanente, duelo de damas, la ministra de Hacienda juega un papel de mediadora.
Según fuentes de su Departamento, Montero y Calviño mantienen un excelente trato forjado en horas de trabajo conjunto, de largas conversaciones a última hora de la noche y a primera de la mañana. Además, Montero, amiga de Díaz desde hace tiempo, entabló una relación cordial con el ministro de Seguridad Social, cuando este ostentaba la Presidencia de la AIReF y ella era consejera de la Junta de Andalucía. Por si fuera poco, es del partido, condición que la acerca irremediablemente a Ábalos. Por tanto, Montero ejecuta a la perfección ese papel de árbitro, de mediación y de puente entre Calviño y Díaz y entre todo el equipo económico, que ahora deberá poner a prueba en la inminente negociación de los Presupuestos de 2022.