Entrevista
Luis Ángel Maté: «Si el ciclismo hubiera sido siempre así, no hubiera sido ciclista»
El «Lince» afronta la retirada con 40 años y reflexiona sobre la exigencia del ciclismo actual ya desde las categorías inferiores
Para Luis Ángel Maté la bicicleta ha sido mucho más que una herramienta para ganarse la vida. Y ahora que ha decidido poner fin a su carrera deportiva con 40 años cumplidos seguirá disfrutando de ella de otra manera, como hizo en la Skoda Titan Desert Almería, donde todavía corrió con el maillot de Euskaltel. Le llamaron el «Lince» porque los ciclistas en Marbella eran una especie en extinción. Ahora que se retira sigue siendo diferente.
¿Se ha mentalizado ya de que se retira?
La verdad es que sí. Todavía me ha cambiado poco la vida porque sigo bajo contrato hasta el 31 de diciembre y aunque no compita tienes ciertas obligaciones como profesional, algunos eventos, y sigo montando. Es un tiempo en que estoy asimilando un poco todo porque no deja de ser algo traumático. Tengo 40 años, llevo toda la vida desde que tenía 14 dedicándome prácticamente en cuerpo y alma a algo y ese algo de repente se termina. Ese algo que, además, no es un trabajo cualquiera, te requiere dedicación las 24 horas del día, la forma de vida. Eso es un shock que estoy intentando gestionar lo mejor que puedo. No deja de ser un abismo.
¿Tiene planes de seguir ligado a la bici?
Sí, porque para mí la bici, independientemente de que sea una salida laboral o no es una herramienta que me ha valido para ser lo que soy, para tener ciertos valores, para enfrentarme a la vida con esas herramientas que me dan ciertos valores de la bici y además creo que me va a ayudar mucho en este cambio drástico que voy a vivir. Me va a ayudar mucho porque con la bici me abstraigo de mí mismo, me vienen buenos pensamientos, las pocas buenas ideas que tengo me vienen cuando voy en bici. Y el ciclismo y la bici tienen muchas aristas y estoy deseando conocer otras que con las exigencias del ciclismo profesional no he podido conocer.
No se ve dentro de un par de años pensando en volver.
No. Eso sí que lo tengo claro. Me hace falta otro ciclismo ahora, que no sea tan exigente, que no mire tanto los números, que no sea tan resultadista. Entiendo que hay grandes inversiones en el mundo del ciclismo, se ha futbolizado en muchos aspectos y eso ha quitado un poco el lado más romántico al ciclismo, que es precisamente lo que yo ahora necesito.
¿Se agota antes la cabeza que el cuerpo?
Sí. En mi caso sí, totalmente. Un cuerpo con 40 años bien cuidado... mis números son muy buenos, son los mejores de mi vida. Y muchos compañeros veteranos siguen mejorando sus números. El físico aguanta y con la veteranía puedes perder ciertas cualidades: la velocidad o la chispa o la explosividad, pero tienes más resistencia. Adquieres otras cualidades y aprendes a saber gestionarte mejor. Se agota antes la cabeza, mucho antes.
¿Ese agotamiento mental se ha acelerado con el cambio del ciclismo en los últimos años?
Sí, por supuesto. Hay mucho estrés, hay mucha presión. Los puntos UCI, en cada carrera los equipos necesitan puntos, los directores aprietan a los corredores para que haya puntos, ha cambiado mucho la forma de correr. Ya el corredor busca puntos, no busca trabajar para otro. ¿Para qué voy a trabajar para ti si luego no voy a sacar puntos y no me van a renovar? Es un cambio radical y evidentemente eso ha contribuido a que la presión sea más grande y en mi caso a que me replantease cosas.
«Los chavales no entrenan en grupeta, entrenan solos, hacen sacrificios a unas edades tempranas increíbles»
Si el ciclismo hubiera sido siempre así, ¿habría aguantado tanto como profesional?
No, eso lo tengo clarísimo. No hubiera pagado el precio que hay que pagar ahora para ser ciclista. Peter [Sagan] me decía «ya tenemos unos años, es normal que pensemos así», me decía «estos chicos no conocen otra cosa». Y luego me ponía el ejemplo de que son como un preso, que está encerrado y no sabe qué hay fuera. Los niños ahora no conocen otra cosa y eso es una pena y una desgracia. Yo les llamo la generación perdida en broma con mi entrenador, porque me da una pena. No entrenan en grupeta, entrenan solos, hacen unos sacrificios a unas edades tempranas increíbles. Ha llegado la especialización temprana a unas edades que no son sanas, no son saludables. Sabemos mucho de fisiología, de medicina, de entrenamiento, pero a nivel psicológico... Cómo puedes a un chico de 14 años meterle esas cargas de entrenamiento, esa exigencia que no deja de ser exigencia diaria, monitorización constante, números... A mí me da mucha pena, no hubiera sido ciclista con este ciclismo. Hubiera sido a lo mejor ciclista cuatro años, un par de contratos, pero más no hubiera podido. Lo tengo clarísimo.
Con 15 años igual tienen la misma exigencia que un profesional.
Ya eres profesional. Y está claro que sabemos cuándo hay que entrenar, cómo hay que entrenar y físicamente con 18 años tienes un nivel altísimo, pero el aspecto psicológico se ha dejado de trabajar en el ciclismo y eso me parece gravísimo.
¿Ahora que la sociedad está más abierta a hablar de salud mental y que parece que el psicólogo deportivo está ya instalado?
Yo empecé a montar en bici en el centro de tecnificación CTD de la Junta de Andalucía en cadetes, ciclismo en pista. Teníamos la sede en Sevilla, en Dos Hermanas y en Chiclana, en Cádiz, y dentro del equipo multidisciplinar que se ocupaba de nosotros había mecánicos, había masajistas, fisioterapeutas, había un director y había una psicóloga que nos hacía test, que nos escuchaba, que trabajaba con nosotros. Estaba normalizado, en cadetes, en juveniles. Cuando pasé a Cofidis había un psicólogo. Para sacarte la licencia profesional, igual que tienes que pasar una prueba de esfuerzo para ver el corazón tenías que pasar un test psicológico. Y el psicólogo estaba en plantilla, trabajaba con nosotros a lo largo del año, venía a algunas carreras. Eso duró cuatro años, luego desapareció. Hay corredores que trabajan con coach o con psicólogos, pero hemos ido para atrás. Sí es cierto que en la sociedad parece que se está normalizando, pero el ciclismo ha ido para atrás. Sobre todo en eso.
«Antes el ciclismo era más social, ahora es asocial»
Y el ciclismo ha demostrado que necesita psicólogos.
Antes era un ciclismo más social y ahora es un ciclismo asocial. Yo cuando era cadete, juvenil o en los primeros años de profesional entrenaba con gente, charlábamos. Tú eras profesional y tenías unas exigencias, pero te evaluabas en la competición. Tu evaluación era la competición, el que trabajaba bien, el que hacía buenos resultados. Es que hoy en día la evaluación es continua, constante, con la monitorización que hay y eso supone un estrés muy grande. Grandísimo. En aquel entonces no era tan necesario el psicólogo, ahora sí. La gente está dejando la bici estallados de la cabeza. Y eso son los que llegan, de los que tenemos noticias porque lo leemos en los periódicos, pero los que no sabemos, los que se quedan en el camino, los que pierden su niñez, su infancia. El otro día leía a Bermúdez de Castro, que es uno de los codirectores de Atapuerca, y decía que lo que diferencia al homo sapiens, a nuestra especie, es que es la única especia que se conoce del reino animal que ha tenido niñez y adolescencia, que es una de las claves de la evolución humana. Y yo pensaba «nos la estamos cargando», nos estamos cargando la niñez y la adolescencia, lo que nos hace humanos. Y me dio mucho que pensar, porque lo estamos deshumanizando mucho. Y esto es muy peligroso y muy triste.
El ciclismo tiene la rareza de ser un deporte individual, pero de equipo, y está perdiendo la parte de equipo.
Sí, pero esto es un poco reflejo de la sociedad. La sociedad también es individual pero de equipo. Tú tienes compañeros pero a la vez son rivales. Es una dicotomía un poco extraña. Tienes esa pertenencia al equipo pero corremos ocho y otros se van a quedar fuera del Tour y de la Vuelta. Creo que es una de las cosas bonitas, la asignación de roles, la comprensión de las capacidades y de las limitaciones. Creo que es algo bonito que te enseña también el deporte, pero cada vez es más individualista. Son dos caras que tiene nuestro deporte pero cada vez está yendo más al individualismo, que es a lo que nos lleva el resultadismo.
¿El ciclista es ciclista y nos olvidamos de la persona?
Sí. Totalmente. Se está perdiendo una riqueza tremenda. Es que ya no se habla. No es que no se hable entre corredores de distintos equipos, es que ni en el propio equipo. No se habla. Antes en cualquier carrera en el control de firmas se juntaban los grupos de nacionalidades o de lengua común o de amigos. Ahora ya vamos a firmar todos por equipos, salimos del autobús con mascarilla, vamos a firmar y volvemos. Se está perdiendo el activo más importante que tiene la bicicleta, que es el mayor socializador que hay. En la bicicleta todos nos igualamos. Si no pedaleamos, no andamos nadie y eso es una grandísima riqueza que tiene la bicicleta y la estamos perdiendo. Eso es gravísimo.
Hace años era normal ver en el punto de encuentro a corredores de equipos diferentes tomándose un café y charlando.
Es otra de las consecuencias de este ciclismo tan cruel, tan individualista y tan deshumanizado.
¿Qué importancia puede tener la bicicleta como motor social?
A mí me parece que tiene un potencial grandísimo y extraordinario y el ciclismo profesional está traicionando de alguna forma los verdaderos orígenes de este deporte, que son esos, el socializar, la espontaneidad que te da la bicicleta de pedalear por sitios con libertad y estás coaccionando la libertad con los números, con las radios y me duele un poco que estamos apuñalando nuestros valores tan bonitos, que tienen un potencial tremendo y que nos han hecho ser lo que somos. La bicicleta no me cabe duda de que me va ayudar mucho a superar una fase muy peligrosa y llena de incertidumbres y de miedos a la que me enfrento y me va a ayudar porque la bici es reflexión, es socializar, es conocer gente, es disciplina, es pedalear por algo, sembrar para recoger. Creo mucho en ese potencial y en ello estoy.
¿Por eso le gusta tanto venir a la Titan, porque se recupera ese espíritu?
Claro. A mí me da mucho este tipo de carreras. Admiro mucho a la gente que dedica su tiempo a montar en bici. Ellos sí que tienen mérito. A un profesional le pagan por montar en bici y no tiene ningún mérito, es su profesión y tiene que hacerlo. Pero esa gente que tiene sus trabajos o sus menesteres y sacan su tiempo libre para montar en bici me merecen todo el respeto. Me siento identificado con ellos y me encanta conocerlos y que me cuenten: pues yo salgo de cinco a nueve, yo en mis vacaciones me vengo a la Titan, yo invierto mi tiempo para salir con la grupeta. Esa gente ahora me da tanto, me da muchísimo y me gusta compartir con ellos. Esos son los valores del ciclismo que son tan bonitos y que tenemos que tener en valor. Es esa gente la que ahora me apasiona, eso es amor al ciclismo. Que te paguen por hacerlo no tiene ningún mérito.
«La bicicleta es sostenibilidad, la bicicleta es progreso, la bicicleta es comercio local, la bicicleta tiene muchas ventajas a nivel social»
Invertir en la bici también es un ahorro.
Es un ahorro de salud pública tremendo. Ahora nos viene un reto muy importante, quizá el reto más importante al que nos enfrentamos como humanidad que es el cambio climático, que está aquí ya, que está haciendo estragos, tenemos que enfrentarnos a él y uno de las principales medidas que hay que adoptar es un cambio en el modelo de movilidad. Y ahí la bicicleta juega un papel extraordinario. La bicicleta es sostenibilidad, la bicicleta es progreso, la bicicleta es comercio local, la bicicleta tiene muchas ventajas a nivel social. Y yo creo mucho en el potencial de la bicicleta. Se tienen que dar todavía muchos pasos, muchísimos. Yo llevo a mis niños al colegio todos los días en bici y tenemos que ir haciendo una yincana, cruzando la acera, la gente nos regaña porque no se puede ir por la acera. ¿Qué quieres, que coja el coche y contribuya a que haya más atasco, a esas peleas de las madres y de los padres todos los días a la puerta del colegio? Nos queda muchísimo por hacer, pero soy optimista por naturaleza y creo que algún día cambiará.
¿Qué es lo mejor que ha vivido en este tiempo, qué le ha dado el ciclismo?
Pues todo, las herramientas para enfrentarme a la vida como persona. Me ha dado sus valores, conocer muchísima gente, conocer idiomas, viajar, me ha dado todo lo que soy porque he intentado quedarme con lo bueno del ciclismo que creo que es mucho y lo sigo haciendo.
¿Lo más duro han sido las muertes de Michele Scarponi y de Davide Rebellin?
Sí. Son golpes que te da la vida. La de mi padre también, era joven. Son tres golpes pero siempre el ciclismo te ayuda a todo, a superar esos malos momentos. Te pone en tu sitio y me ha ayudado mucho a superarlo, porque al final tienes que seguir pedaleando, porque si no pedaleas te caes. Pero son golpes duros, te los arrebata la carretera. Mi padre; Davide, imagínate; Michele, con dos niños de cinco años, gemelos, en la flor de la vida, entendiendo el ciclismo, había vivido mucho y estaba mejor que nunca y salió un día a entrenar y no volvió. Esa es la gran lacra del ciclismo, el peligro de la carretera.
En el fondo son accidentes reflejo de la sociedad. Porque va todo el mundo con el coche atacado, nervioso, enfadado.
Lo del coche es tremendo. Yo mismo, me subo en un coche y me transformo, me cambio, me vuelvo un bestia. Yo mismo, es tremendo, cojo el volante y me pongo de mala hostia. Creo que es algo que debería hacernos reflexionar, por qué tanto coche y tantas ciudades transformadas y hechas a la carta de los coches. Están robando un espacio público a todos. ¿Por qué no tengo derecho a llevar a mis hijos al colegio en bicicleta y los tengo que llevar en coche? Es absurdo.
¿Por qué empezó a montar en bici?
Porque mi padre era un enamorado de la bicicleta y yo quería hacer lo que hacía mi padre. Y cuando descubrí la bicicleta, cuando tuve la primera sensación de rodar sin ruedines ese fue el primer acto de emancipación que yo tuve y creo que el de muchos otros, poder moverte por tu entorno más cercano con tu propio vehículo, con libertad. Es una sensación preciosa y ahí empezó todo y a día de hoy me sigue dando grandes satisfacciones.
«Montar en bici es estar cerca de mi padre, de Scarponi, de Rebellin. Si soy ciclista es gracias a ellos»
¿Ahora entiende lo que sentía al montar en bici o lo ha ido procesando con los años?
Lo he ido procesando, ahora entiendo lo que sentía, he ido adquiriendo muchos conocimientos, he ido siendo consciente de muchas cosas que me pasaban, y sobre todo no he dejado de aprender cada día, no he dejado de conocerme a mí mismo mejor hasta límites insospechados gracias a la bicicleta, gracias al esfuerzo agonístico de la bicicleta, gracias a la soledad de la bicicleta, no sólo gracias a la sociabilidad, que también, me ha enseñado mucho, he aprendido mucho y sigo aún aprendiendo.
¿Montar en bici es una forma de seguir conectando con su padre?
Por supuesto. Con Michele, con Davide. Los tengo siempre presentes, los llevo conmigo, los recuerdo y es una forma de estar cerca de ellos. Me acerca mucho a ellos porque si soy ciclista es gracias a ellos. Son las tres personas más importantes en mi carrera deportiva y montar en bici es también por ellos.
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