8M: Historia
La "ley anti-trans" con la que Franco prohibió el atletismo femenino durante dos décadas
La protección del deporte femenino frente a la inclusión de atletas transexuales vuelve a ser uno de los debates más polémicos del 8-M pero la controversia entre identidad sexual y deporte viene de lejos
Un año más vuelve a ser unos de los debates más calentes del 8M. Las “graves consecuencias” que la participación de atletas trans tiene para el deporte femenino se ha convertido en una de las grandes batallas del feminismo que cobra aún más intensidad hoy con la celebración del Día Internacional de la Mujer. No es nada nuevo grupos de activistas como "Save Women Sport" o la Alianza contra el Borrado de las Mujeres mantegan una campaña constante contra lo que consideran "dopaje de género" pero estos días han intensificado sus protestas con motivo del 8-M.
La semana pasada volvían a interpelar al presidente del Gobierno tras la victoria de la selección española en la Nations League. "Presidente: ¿Apoya usted el deporte femenino o apoya que los varones transfemeninos compitan en las categorías deportivas de las mujeres? Una y otra cosa son incompatibles. Debe elegir", publicaban en su perfil de Twitter tras las felicitaciones de Sánchez a "La Roja"·. Un mensaje que hacian extensivo a la ministra Pilar Alegría: "A la ministra, una reflexión: es una lástima que haya sido incapaz de dar una respuesta seria a las preocupaciones que está generando la presencia de varones transfemeninos en las categorías deportivas de las mujeres".
Asimismo, y desde hace más de un mes, han calentado el debate a raiz de un informe realizado por Fair Play For Women que retrata las graves consecuencias que supone para la mujeres "la presencia de varones transfemeninos en sus competiciones". "Las mujeres que quieren hablar de sus preocupaciones sobre la presencia de varones transfemeninos en sus competiciones son intimidadas y amenazadas. "Es juego sucio impuesto, tongo y popaje de género" o "La seguridad de las mujeres está en riesgo si se las obliga a medirse con varones que tienen más fuerza y potencia y mayor envergadura. El miedo a las lesiones paraliza a muchas", son algunas de las denuncias que han publicado en los últios días en su perfil de "X".
El citado informe de 'Fair Play for Women', organización británica que defiende los derechos de la mujer en el deporte, recoge los demoledores testimonios de decenas de atletas de 35 deportes diferentes y ha dado seis claves sobre los perjudiciales de la "inclusión trans" en el deporte femenino:
1. Competencia desleal y desmoralización
2. Pérdida de récords, clasificaciones u oportunidades de participar
3. Ausencia de consentimiento o coacción para aceptar un entorno mixto
4. Espantoso ambiente de intimidación, miedo y silenciamiento
5. Pérdida de intimidad y dignidad
6. Riesgo para la seguridad física de mujeres y niñas.
Un debate que viene de muy lejos
Sin embargo, este debate entre identidad sexual y deporte - que mantiene en pie de guerra a una gran parte del feminismo- no es nuevo y el Régimen franquista ya usó un "cambio de sexo" para vetar una disciplina que “masculinizaba a las mujeres y las alejaba de la maternidad”
El caso de María Torremadé, gran figura del deporte femenino en la España de posguerra, llevó a Pilar Primo de Rivera, Delegada Nacional de la Sección Femenina del franquismo, a prohibir la práctica del atletismo para las mujeres durante más de 20 años.
Un atleta revolucionario
Jordi Torremadé Martínez (Barcelona, 9 de enero de 1923 - 2 de noviembre de 1990) fue un atleta que cambió de sexo en 1941 y batió récords de España de atletismo femenino donde no tenía rival en la época. Revolucionó el atletismo español por sus inéditas marcas.
Nacido con el nombre de María, en el barrio del Guinardó, nadie advirtió que tenía un Síndrome de Morris, una condición intersexual, y por eso fue criado como una niña y vivió como mujer hasta los 19 años de edad, momento en el que cambió de género.
María se aficionó pronto a los deportes, practicó con provecho el baloncesto, el hockey sobre hierba y el atletismo. En todos destacó, especialmente en este último. Entre 1940 y 1942 sus marcas fueron espectaculares: en 60 metros hizo 7,710, que era el mejor registro europeo. En esa misma distancia se quedó a cuatro décimas del récord mundial. Fue campeona de España de 100 metros, 200, 800, salto de altura y salto de longitud. Un prodigio. Y todo antes de cumplir los veinte años. Sus éxitos eran tales que llegó a ser recibida por Lluís Companys.
También competía, y solía ganar, en pruebas de fondo, en lanzamientos... Era una máquina total pero con un problema: Era un hombre en un cuerpo de mujer.
Síndrome de Morris
En 1942, a los 19 años María modificó su nombre al Registro Civil por el de Jordi después de una intervención de adecuación genital. Su carrera en el atletismo se truncó y sus marcas desaparecieron de los registros oficiales.
En una entrevista publicada por “Mundo Deportivo” en 1982 afirmaba: “El mío fue un caso clínico con un diagnóstico inicial equivocado. De ahí que, al nacer, se decretase por error mi condición de niña cuando, con una simple corrección de la anomalía congénita, se habría comprobado mi condición de varón”.
Tal anomalía responde al nombre de Síndrome de Morris, también conocido como síndrome de insensibilidad a los andrógenos o feminización testicular, entre otros. Se presenta cuando una persona con cuerpo de mujer posee una genética masculina, es decir, tanto cromosoma X como cromosoma Y, pero tiene unas anomalías que hace que sea incapaz de responder a las hormonas que producen una apariencia masculina (los andrógenos). Como resultado, tiene apariencia física de mujer, pero los caracteres genéticos de un hombre.
Pero la cosa no quedó ahí y su caso tuvo unas consecuencias drásticas para el deporte femenino español. El 13 de febrero de 1942 el diario madrileño Informaciones sacó a la luz su cambio de sexo. “María Torremadé, conocida atleta catalana, va a cambiar de condiciones en el Registro Civil, con lo que será desposeída de las marcas y títulos conquistados en distintas pruebas atléticas. La plusmarquista es en realidad un hombre que ha estado compitiendo travestido”, se podía leer en la información. Inmediatamente, sus marcas fueron invalidadas aunque nunca se lo comunicaron oficialmente.
Debido al escándalo que provocó este “cambio de sexo”, Pilar Primo de Rivera, al mando de la Sección Femenina, excluyó de los deportes propios de la mujer el atletismo por considerarse masculinizante y poco femenino, como pasaba con muchas otras disciplinas deportivas. Se alegaba que este tipo de prácticas deportivas masculinizaba a las mujeres alejándolas de su función natural que era la maternidad.
Una circular publicada en 1943 era bastante clara, la mujer española “solo practicaría los deportes que no perjudicaran su función específica: la maternidad”. Tras 20 años vetado, en 1963 debido a las protestas se volvió a permitir el atletismo femenino.
Jordi Torremadé, que tras el cambio de sexo siguió practicando el atletismo y fue campeón de Catalunya en 4x100 m., se casó el 5 agosto de 1952 con Catalina Pons, a pesar de la oposición de su padre que lo desheredó. Después residió en París y en Barcelona, donde falleció el 3 de noviembre de 1990 a causa de un paro cardíaco.
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