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La última entrevista de Francisco Brines: "La poesía ha evolucionado más que el ser humano"

A los tres años del fallecimiento del poeta, galardonado con el Premio Cervantes, publicamos el último cuestionario que respondió y que ha permanecido inédito
El poeta Francisco Brines
El poeta Francisco BrinesEUROPAPRESS

Madrid Creada:

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«Siempre me he arrepentido por no habértela enviado. La respondió porque fuiste de los que te portaste bien con él y eras consciente de su estado de salud. Ya le costaba hablar y satisfacer todas las peticiones de entrevistas que recibía, pero en este caso le dedicó un día entero. Fue la última que él hizo, pero por razones ajenas a mí, nunca se te mandó».
A veces no es la voluntad de los hombres, sino el tiempo quien termina completando las historias. Hace unos pocos días, un correo electrónico me advertía de que aquel cuestionario que envíe a Francisco Brines hace más de tres años, lejos de haber quedado desatendido por la premura de las circunstancias, había sido contestado con atención y la habitual diligencia del poeta. Su delicado estado de salud imponía ciertas restricciones y entonces se me rogó, con evidente lógica, que el cuestionario no excediera el número de cinco preguntas (al final fueron seis) para evitar fatigarlo. Francisco Brines, según se me refirió entonces, las respondería de una manera adecuada, con su común propiedad y por extenso. Pero jamás las recibí. Todo quedó en suspenso, como en tantas otras ocasiones, y las tareas y obligaciones vinieron luego a correr un velo de olvido sobre aquello. Otro esfuerzo más infructuoso, discurrí, de los tantos que acompañan el ejercicio del periodismo.
Pero, en ocasiones, el destino resulta sorprendente y aquel email que se mandó, y del que ya no se esperaba vuelta alguna, se respondió el jueves a las cinco de la tarde. Iba acompañado por una explicación y un número de teléfono. La voz que había al otro lado de esos números era apaciguadora, atiplada por la calma habitual que solo otorgan los años. En ella era reconocible cierta alegría y un punto de agradecimiento. Reclamaba discreción, la de los hombres prudentes, y en su tono vibraba cierto entusiasmo reconocible al evocar la figura de Francisco Brines. «Se van cumplen tres años de su muerte, y he considerado que a lo mejor te gustaría tener lo que no se te envió en su momento. Nunca me olvidé de esta entrevista y, por diversas razones, que no vienen al caso citar, no te la remitieron. A lo mejor ahora, sirve, al menos, para poder recordarlo cuando se cumple su aniversario».
Francisco Brines: «La poesía ha evolucionado más que el ser humano»
El escritor reflexionaba en estas preguntas sobre la literatura, pero también sobre su vida. «Los peores momentos miden nuestra resistencia como seres humanos. Por eso, necesitan arrojo y valor»
Por Javier Ors
¿Qué es la poesía para usted y para qué sirve?
La poesía ha sido mi destino, me eligió, quedé prendado y ya no tuve que elegir. Es la razón que me justifica cuando digo que soy poeta. Me ha servido para descubrirme como persona y espero que, igualmente, pueda servir a los demás a encontrarse. Hoy parece que la adquisición de conocimientos deba servir para algo, y que éstos hayan de resultar útiles, funcionales. El género humano es complejo, la vida está llena de algos aparentemente inútiles pero que, al descubrirlos, nos sorprenden. La poesía nos puede enseñar a defendernos de la obsesión generalizada de que todo aquello que aprendemos ha de reportar beneficios materiales. ¿No cree que de algo sirve sentirse besado por una simple mirada en esa soledad que abraza a cientos de personas en la gran ciudad?
¿Cómo protege la poesía ante la intemperie de la vida, como la posguerra que usted conoció en su niñez? ¿Ayuda a sobrellevar momentos malos, como el que estamos viviendo?
La intemperie de la vida ha sido, y es para muchos, demasiada intemperie. Siempre estuve protegido, por lo que sería injusto que hablara de algo que no he vivido. Los recuerdos de la guerra van ligados a estancias en Marsella y San Sebastián; yo era demasiado pequeño y creo que mis padres hacían lo posible para que no tuviéramos demasiada consciencia de aquella terrible situación. La inmediata posguerra transcurrió entre el internado de los Jesuitas de Valencia y Elca, una finca que de secano, con almendros, olivos e higueras, pasó a regadío, a llenarse de naranjos para retener hasta día de hoy en la memoria el olor del azahar en cada primavera. Los peores momentos miden nuestra resistencia como seres humanos; necesitan, por tanto, de nuestro valor y arrojo. Afortunadamente, tenemos la capacidad, si no de olvidarlos, sí de difuminarlos en el tiempo para que no sigan torturándonos sus recuerdos. Ante lo malo y lo peor sólo existe la rabia, en principio, así como la aceptación posterior que se deviene irremediable. Este delicado momento de guerra sin sobresaltos ha convertido en refugio y cárcel el hogar. No existen los bombardeos ni el temor de que a la salida del refugio ya no exista la casa. Ahora el peligro está en lo que de bello tenían las reuniones entre familiares y amigos y en estos momentos salir de casa e ir al hospital se ha convertido, en muchas ocasiones, demasiadas, en un viaje sin retorno.
Francisco Brines al lado de Joan Millet Bonet, patrono de la fundación del poeta, que le ayudaba a pasar por escrito las entrevistas en sus últimos años
Francisco Brines al lado de Joan Millet Bonet, patrono de la fundación del poeta, que le ayudaba a pasar por escrito las entrevistas en sus últimos añosJoan Millet / La Razón
Desde «Las brasas», que ganó el Premio Adonis y que publicó 1959, ¿hacia dónde y cómo ha evolucionado su poesía?
Desde aquellas Brasas a hoy, que sigo leyendo más que escribiendo, la evolución de mi poesía no es otra que la que mi experiencia de vida me ha dado. La poesía transforma mi vida en palabras y ha sido capaz de convertirme en un ser humano más tolerante. Escribo de manera distinta todo aquello que sigue interesándome. Me definen como «intimista» de carácter elegíaco, pero lo cierto es que hay otros elementos que me importaron en diferentes épocas en las que en mí coexistieron un poeta metafísico y otro narrativo de la vida, e incluso traté la poesía histórica en aquél libro llamado El santo inocente, que luego pasó a titularse Materia narrativa inexacta. La poesía ha evolucionado más que el ser humano. La Naturaleza, a pesar de todos los descuidos y ataques que contra ella producimos, continúa amparándonos con las mismas antiguas necesidades y sentimientos. Así pues, la poesía seguirá intentando llenar esos vacíos que continúan sin ese algo preciso que el hombre en balde, a menudo, busca para compensarlos.
Ha recibido el Premio Cervantes de literatura. ¿Qué debe a Cervantes y cuáles son los poetas que más le han influenciado del siglo?
Soy valenciano, mi lengua nativa es la que se habla en L’Elca, en Oliva. La lengua de Cervantes la aprendí en el colegio y es a la que debo este premio. Con ella gocé del ejercicio y del misterio de la lectura y descubrí que con las palabras también podía escribir mi vida. De no ser valenciano, no sé si hubiera escrito en castellano tal y como lo he hecho. Por tanto, que me consideren merecedor del Premio Cervantes me llena de agradecimiento. Han influido en mi obra los que siempre citan: Juan Ramón Jiménez en mi juventud e, inmediatamente, Luis Cernuda. Otra cosa es la amistad que mantengo en mi memoria con José Olivio y los poetas Aleixandre, Bousoño o Gil de Biedma -éste último compañero de generación- a los que he admirado enormemente. El siglo XX ha sido rico y exquisito en poesía, las influencias que nos unen están más relacionadas con la temática que con la forma. El verso libre nos liberó de la rima, exigiéndonos, igualmente, la palabra exacta e introduciendo el ritmo.
Permítame una pregunta que no sea literaria. Un pequeño pulso con la realidad que vivimos hoy en día. ¿Qué le preocupa más del clima político actual?
A diferencia de la poesía, la política ha de ser útil y funcional. Vivimos una situación llena de contrariedades cuya novedad muestra, a menudo, una justificada inexperiencia e ineficacia. Los discursos quedan viejos y creo que no nutren suficientemente a los que necesitan de soluciones relativamente urgentes. La funcionalidad que debiera caracterizar la política no provoca la utilidad que, tal vez, el consenso permitiría y que, por tanto, sería oportuno en el encuentro del bien colectivo. La prontitud de las soluciones no puede ser sólo una palabra más del discurso; la acción, a menudo, se ausenta en el tiempo, teniendo que soportar el ciudadano largas esperas.
Y, de una manera sucinta, para ir concluyendo, usted que ha cantado la vida y el tiempo, que ha escrito el verso «Amar el sueño roto de la vida», ¿me daría, de una manera breve, insisto, ¿qué debemos los hombres aprovechar de la vida? ¿Qué debemos apreciar más de sus experiencias?
De la vida tenemos que aprovechar todo el tiempo posible del que disponemos entre esas dos nadas, mientras transcurrimos. Y de ella, incluso, aprovechar aquello aparentemente inútil, porque a menudo puede seguir sorprendiéndonos. El provecho o beneficios de lo inútil nos puede enriquecer moralmente, mucho más que cualquier negocio.