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Maria José Cantudo: «Yo a la Cantudo no la destruyo»

«Si alguien me engaña, por mucho que lo quiera se acabó», asegura la actriz y empresaria
Maria José Cantudo posa en su casa junto a un atril y un flexo
Maria José Cantudo posa en su casa junto a un atril y un flexo Tony Aliaga
La Razón
  • Javier Menéndez Flores

    Javier Menéndez Flores

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El arriba firmante ha charlado con cientos de artistas y rara vez se ha encontrado con una fuerza de la naturaleza como María José Cantudo, cuya presencia es la de un volcán que en cualquier momento podría desangrarse y ponerlo todo perdido de fuego. Atesora la sabiduría, y las ganancias, de una biografía a la que no le ha faltado intensidad, pero en la que la cabeza jamás perdió el norte. Si le aguantas la mirada y escuchas cuanto tiene que decir, que es mucho, concluyes que esta andujareña debe de ser un trueno hasta cuando duerme. «El 10 de julio cumplí 15 años, con los que vine a Madrid, y ahora hay que añadir 52 de experiencia», afirma, rotunda. Su España y ella son así, señores.
Hay pocas actrices de su generación que hayan asumido el paso del tiempo con la dignidad con la que usted lo ha hecho.
Te lo agradezco. Pero es que creo que eso es lo que se debe hacer, porque tengo un gran respeto por el público. Lo que me voy a llevar de esta carrera es el cariño de la gente.
Nunca se le ha visto en un reality. Imagino que tener una economía saneada le ha otorgado esa libertad.
No sólo por eso. Respeto que haya gente que lo haga, pero no hay dinero en el mundo que me haga participar en un reality. Antes vendo mis bolsos, mis joyas, lo que sea, pero yo a la Cantudo no la destruyo. La Cantudo ha trabajado tan dignamente, y tanto, que no le puedo hacer esa faena. Nunca haría nada en contra de mi carrera, por la que he tenido que renunciar a muchísimas cosas. A mi niño, ya que tenía que estar fuera y lo crio mi madre, y para mí eso ha sido terrible. He salido adelante sola; jamás me he vendido a nada ni a nadie. No fumo ni bebo, no sé lo que es la droga, y no soy gastona para mí. Pero para mi familia, amigos y la gente que lo necesita, porque soy miembro de la Unesco, lo doy todo.
Tampoco le ha podido la vanidad: no ha necesitado estar siempre en el escaparate.
No me gustan los focos. Me gusta mi carrera porque es de lo que he vivido. Soy una arquitecta, una abogada e incluso una albañil frustrada. Me podría haber dedicado a muchas cosas, pero cuando vine a Madrid con 15 años tenía que trabajar, y lo de ser actriz fue accidental.
Julio Iglesias me dijo que en España se pensaban que era gilipollas. Seguro que usted ha tenido esa percepción de sí misma alguna vez.
Muchas. Porque me han querido quitar en bastantes ocasiones de en medio. Y quitarme lo que es mío. Trepar a mi costa. He sido y soy muy ingenua.
¿Se han aprovechado de usted?
Pero porque yo he querido, no por tonta. Me he llevado muchos desengaños, sí. Aunque mi gran suerte es haber tenido una cabeza bien amueblada y ser muy fuerte.
Tres amores: Manolo Otero, Pedro Ruiz, Enrique Cornejo. ¿Es más que suficiente?
Si por mí hubiese sido, solamente habría tenido uno. Me casé esperando a mi hijo, enamorada de Manolo, y duró poco. Seguramente me desilusionaría porque me hizo alguna cosa (sonríe con intención). Porque si alguien me engaña, por mucho que lo quiera se acabó. A Pedro le tengo aprecio y Enrique es como mi hermano mayor. Son hombres y momentos muy distintos.
Y un día Dios llamó a su puerta. Y usted le entregó las llaves de casa.
No soy ninguna meapilas, ojo. Soy creyente en Dios y creo que Él está conmigo porque he visto señales de su existencia. Y no te hablo de apariciones, no quiero que la gente piense tonterías. Pero me han pasado cosas que me han demostrado que existe. Y si Dios te da fuerza, puedes con todo.
De una de sus ventanas cuelga una bandera de España gigantesca. Cuidado, en estos tiempos podrían dedicarle palabras gruesas.
Soy española hasta la médula. Tengo una bandera española y me suda las naricillas lo que digan de mí. Nunca me han dado una subvención, ni el centro ni la izquierda ni la derecha. A mí antes no me preocupaba la política, ahora sí.
¿Y qué es lo que le preocupa exactamente?
Que hay mucha gente que no dice la verdad. Es que si se puede comprar todo… Es terrible. Yo no tengo precio. Antes me pongo a fregar suelos.
«El cielo se les antoja una vitrina de espuelas» (Lorca). ¿Qué le sugiere?
Cuando miro al cielo veo algo puro. No puede haber espuelas en el cielo.
Esta sección se titula «¿Tienes fuego?». Señora Cantudo: ¿tiene fuego?
Mírame. Tengo mucho fuego. No he sido enamoradiza, pero cuando me enamoro lo paso muy mal porque es para siempre.