Margaret Atwood: "¿Va a sobrevivir Trump a su mandato?"
La planetaria autora, que acaba de publicar "Perdidas en el bosque" reflexiona sobre las peligrosas derivas de su victoria
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Nunca el vanidoso acto de autoreferenciarse tuvo demasiado sentido excepto en ocasiones puntuales, pequeñísimas, excepcionales, como la que nos ocupará brevemente en las siguientes líneas. En la primera página amarilleada por el paso del tiempo de una edición original de "1984" comprado hace años en la librería de segunda mano de la Cuesta de Moyano, conservo la dedicatoria escrita por una mujer a la que nunca conocí, Ana Begoña, que el 30 de marzo de 1986 le escribió a un Dani del que tampoco tuve nunca conocimiento ni placer de situarle: "cuando lo leas no pienses en una novela futurista, ni mucho menos en una fantasía o en una utopía. Piensa que sería catastrófico, piensa que cada hombre es una mente y un corazón, que lo más importante es la propia conciencia y los sentimientos propios. El mundo puede ir bien si nos autoconvencemos de que somos poderoso, y lo somos, como para relacionarnos sin destrozarnos". Esta mañana, muchas horas antes de nuestro encuentro virtual mantenido desde LA RAZÓN con la autora de "El cuento de la criada", he tropezado atropellada por la prisa y se me ha caído incomprensiblemente el libro de la estantería abierto por esa primera página dedicada.
Como si de una acrobacia de serendipia se tratase, uno de los cuentos íntimamente nostálgicos y subversivos que integran la última y fascinante novela de Margaret Atwood, "Perdidas en el bosque" (Salamandra), compuesta por otros catorce relatos restantes y aterrizada desde ayer en librerías españolas, la canadiense recrea una conversación ficticia con el autor del libro embrujado por los crípticos cables temporales del destino, George Orwell, titulado "La entrevista post mortem".
"Mi interés por las formas totalitarias de gobierno empezó con Orwell"Margaret Atwood
"Leía a Orwell cuando era bastante joven, recuerdo leer “Rebelión en la granja” sin tener ni idea de que se trataba de una alegoría política, pensaba que era una historia divertida para niños y después me fui horrorizando poco a poco, me causó mucha impresión. Después leí “1984” con unos 13 años y en ese momento sí que entendí que era un libro sobre política. Me empezó a interesar mucho la siguiente pregunta: ¿cómo sería Inglaterra si fuera una dictadura totalitaria? Esa fue exactamente la pregunta que tiempo después yo me formulé a mí misma sobre los Estados Unidos cuando escribí “El cuento de la criada”. Mi interés por las formas totalitarias de gobierno empezó con Orwell", asegura la venerada escritora al otro lado del monitor con esa calidez mullida en un rostro que sigue pareciendo de porcelana y los dedos de seda.
"Durante muchos años la gente pensó que “1984” era un libro muy negativo, pero en cambio su final no lo es. Recordemos que acaba con esa lengua que quieren que todo el mundo hable, que esta escrita en un inglés estándar en tiempo pretérito y de esa manera sabemos que en realidad se ha terminado la época de 1984. Es más esperanzador de lo que la gente se piensa y yo también quería plasmar en mi libro la idea de estar más allá del futuro. Es decir, situarlo en un mundo en el que ese mundo anterior ya no existe, pero la gente lo estudia. Cuando un periodo se supera, pasa a ser elemento de estudio o una estatua o una figura, puede convertirse en un parque o en un hospital. De una manera o de otra se memorializa, pero ya no existe", plantea reflexiva.
Lo que sí que tiene en cambio realidad de presente y parece situarse muy lejos aún de pertenecer al pasado, es la reciente victoria de Trump, algo por lo que le preguntamos directamente a Atwood. "Mucha gente estaba nerviosa, tenía miedo de perder estatus y poder identitario con una presidencia a cargo de Kamala. Ella se cuidó mucho de no hacer campaña como mujer o como persona de color. Pero sin embargo, con la historia de los Estados Unidos, mucha gente que votó a Trump tenía precisamente miedo de ella por ser una mujer negra. Este creo que es un punto que puede servir para entender lo que ha pasado", subraya la escritora.
"Creo que la conversación de los americanos respecto al pasado ha estado muy basada en los últimos años en torno a la identidad y no a la clase"Margaret Atwood
"Por otro lado, creo que la conversación de los americanos respecto al pasado ha estado muy basada en los últimos años en torno a la identidad y no a la clase. La clase entendida no como en 1930 pero sí de forma parecida en cuanto a la distinción entre gente pobre, de clase media, rica y clase muy rica. Y creo que la conversación sobre la clase va a volver y en Estados Unidos, las afiliaciones de clase han cambiado. Los demócratas representaban a la clase trabajadora y los republicanos a los ricos. Si eso ha cambiado o no, en cualquier caso la percepción es que los republicanos ahora representan a la clase trabajadora y a la clase media y los demócratas representan a las élites. Y eso no quiere decir a los ricos, porque de esos había en ambos lados, pero representar a las élites sí que significaba defender los intereses de gente snob, educada, sabelotodo y ahora es cuando toca preguntarse qué pasará en el futuro", apunta sobre el progresivo alejamiento del concepto de clase de los discursos electorales.
El tono de la escritora, lejos de percibirse catastrofista a pesar del infinito número de catástrofes que inundan un presente cada vez más incierto, se muestra apaciguado y dubitativo: "¿Vamos a tener una especie de dictadura hitleresca? Lo dudo, pero depende de si podemos creer en algo de lo que dice Trump porque miente tanto… ha dicho incluso que va a ejecutar al jefe del ejército, que va a construir campos de concentración para meter a los demócratas y a los inmigrantes dentro. Lo puede presentar como un gran programa de creación de empleo, no sé –indica sardónica–. Después también hay una gran pregunta que me planteo: ¿va a sobrevivir a su mandato? Porque cuando acabe, tendrá 78 o 79 años. ¿Cómo estará de salud? Igual en un momento dado lo incapacitan. Creo que es un gran interrogante. No sabemos cuánto hay de verdad en todo lo que ha dicho. Hay muchas cosas que observar después de estos resultados y las implicaciones para Europa no parece que sean buenas realmente. Los Estados Unidos, que ha sido el país más poderoso del mundo, ¿va a colapsar? ¿Estamos tal vez viendo un imperio en su declive?", se despide generosa. Interrogándose, interrogándonos. Tal vez parte de las respuestas sigan aún abrigadas en la dedicatoria del libro de Ana Begoña.