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Álvaro de Luna, el hombre que cambió la Castilla medieval

El periodista y escritor Fernando Nadal publica «La daga del rey», donde descubre una figura que se anticipó «a lo que más tarde culminarían los Reyes Católicos»
Álvaro de Luna, el hombre que cambió la Castilla medieval
«Colecta para sepultar el cadáver de Álvaro de Luna», obra de J. M. Rodríguez de Losada
Concha García

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Su personalidad le valió la muerte. Pero no empecemos por el final. Álvaro de Luna (1390-1453) fue un noble castellano y, ante todo, un hombre con poder. Con más influencia que el propio rey de su época: Juan II de Castilla. Explica Fernando Nadal, periodista y escritor, que su origen modesto no le despojó de su gran autoridad, gracias a «su extraordinaria capacidad para manejar la política cortesana». Fue un personaje diferente, inteligente, hábil, con una trayectoria vital que encarna «temas universales como el poder, la codicia, la lealtad, la traición y el amor», apunta Nadal. Y todo ello lo recoge en una novela histórica en la que descubre y analiza la interesante figura del noble: «La daga del rey. Álvaro de Luna, el monarca sin corona» (La Esfera de los libros).
Asegura el autor que la de Álvaro de Luna es una historia «con arco narrativo de dimensiones shakespearianas: un bastardo de linaje menor que, gracias a su extraordinaria ambición e inteligencia, logra dominar la voluntad del rey y se convierte en uno de los nobles más poderosos de Castilla». Pero más allá de centrarse en esa romántica figura del humilde que acaba, por su propio esfuerzo, rodeado de éxito, Nadal se adentra en su novela en una faceta aún menos conocida: la de su fascinante personalidad. Fue gracias a ella en gran medida que llegó a ser un monarca sin corona. El autor, que se ha documentado a partir de cronistas de la época entre una amplia bibliografía, destaca «su cautivadora elocuencia y su capacidad de dominio, tanto en la corte como en el campo de batalla. Esta dualidad entre el brillante estratega y el hombre implacable refleja la complejidad de una figura histórica que transformó la Castilla medieval».
Fue precisamente, como se avanzaba, su fuerte personalidad la que le llevó al patíbulo. Así arranca la novela de Nadal: con un Álvaro de Luna de camino a recibir la condena que el propio Juan II de Castilla, de quien era mano derecha, se encargó de sentenciar. ¿Fue un acto de envidia por parte del rey? «La verdadera tragedia de don Álvaro radicó en su excesiva confianza», apunta el autor, «el inmenso poder que acumuló lo cegó hasta hacerle creer que era intocable y que nada le estaba velado». Sus adversarios, por tanto, aprovecharon el momento en que Juan II, «de carácter vacilante e impresionable», comenzó a prestar oídos «a quienes hasta entonces se habían mantenido al margen», explica Nadal.
Arrancar la novela con este trágico final tiene su explicación dramática, narrativa y literaria, pero no es algo casual. Dice su autor que ello permite al lector situarse con mayor sentido crítico. Es decir, el poder contemplar con perspectiva el fin de un hombre poderoso, y reflexionar «sobre la fugacidad del poder y la fragilidad de las ambiciones humanas». Nada más lejos de la realidad actual. De hecho, un fundamental legado de Álvaro de Luna que, subraya Nadal, funciona como lección atemporal, tiene que ver «con la naturaleza del poder y sus límites». El protagonista de este libro es el claro ejemplo de «cómo la habilidad política y la inteligencia pueden elevar a un individuo hasta las más altas esferas del poder, pero también cómo el exceso de confianza puede provocar una caída estrepitosa.

Figura única

¿Fue Álvaro de Luna, en este sentido, un adelantado a su época? Más bien, destaca Nadal que este noble «supo leer extraordinariamente bien» su alrededor. Comprendió las debilidades de su entorno y su contexto, así como trabajó para crear una administración más centralizada y eficiente. También, explica el periodista, «su visión de un Estado mejor organizado anticiparon, en cierto modo, los cambios que más tarde culminarían los Reyes Católicos». Ello, sumado a «su dominio de las armas, su refinamiento cortesano y su lealtad al monarca», le permitió convertirse «en una figura única del siglo XV», concluye el periodista.

Reconstruir el pasado

Fernando Nadal ha rescatado la figura de Álvaro de Luna, descubriendo hasta qué punto podría ser una figura de interesante estudio. El autor lo ha abordado desde la novela histórica, lo que le permite “reconstruir el ambiente de la época y dar vida a sus protagonistas de una manera más cercana al lector, sin apartarse de la veracidad histórica”, analiza Nadal. Y reivindica la importancia del género para preservar, en este caso, “tradiciones locales de Castilla y León. Reivindicar las miradas al pasado desde la ficción es esencial para conectar emocionalmente con la historia, algo que los textos académicos no siempre logran”, defiende.