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Manuel Francisco Reina: “Quiero seguir siendo fiel a mis maestros y a mí mismo; en la línea en la que estoy y donde se respete mi libertad y mi capacidad de decir lo que creo que tiene que ser dicho”

El ganador del Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma con su libro “Servido en frío”, revisita los valores fundacionales de la cultura occidental en tiempos de fragmentariedad
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Lo primero que aclara al iniciar la entrevista es ser una persona progresista y un socialdemócrata convencido, pero no de boquilla. “Servido en frío”, el libro vencedor del prestigioso premio, no es un poemario sobre la venganza, aunque en el libro en algún momento se juega con la idea de la venganza y se reflexione sobre ella. La obra de Reina, habla sobre como el tiempo “dicta y ejecuta sentencias”, recordando la frase de Bergamín: “El tiempo es el que pone las cosas en su lugar, aunque no sea el lugar en el que antes estaban”. Así lo confirma el escritor gaditano que declaró sobre su obra, cuando recibió el premio de manos del vicepresidente primero de la Diputación en Segovia, José Manuel Bravo, que la venganza es «legítima defensa» porque «somos animales y nos defendemos» pero también es una reflexión sobre el tiempo que es realmente el verdadero juez y verdugo, el verdadero vengador».
Leer a este autor, es sufrir y gozar a su lado. Sus letras son un reflejo de la realidad del mundo en el que vivimos. Cada obra de Manuel Francisco Reina es escuchar aquello que muchos callan.
El escritor habla durante la entrevista concedida a La Razón sin pelos en la lengua, como acostumbra, y lanza varios mensajes:
“Estoy cansado de escuchar las doctrinas políticas”.
El poeta recuerda lo que decía su maestro Rafael Alberti “Un carné de partido, no es un carné de conducta”, refiriéndose a las banderías poéticas habituales.
¿Por qué piensas que tu libro ha sido galardonado con este premio tan reconocido?
Afortunadamente, el Gil de Biedma tiene una ventaja sobre otros premios en los que sí se premian banderías poéticas, porque lleva más de treinta años de trayectoria, porque es un premio que iniciaron gente como Rafael Alberti, Luis María Ansón, Gonzalo Santonja, Juan Manuel de Prada, Antonio Colinas, es decir, gente que proviene de ámbitos sociológicos, políticos, intelectuales y culturales absolutamente distintos y el jurado es muy amplio, y la ventaja es que cuando hay un jurado tan grande y en el que cada uno pertenece a una tendencia política, ideológica y cultural completamente distinta, si se produce debate, cosa que es fundamental para la limpieza y riqueza de un premio.

Un premio muy codiciado

Al Gil de Biedma se presentaron más de 1500 originales y más de 600 eran de Hispanoamérica. Para cualquier poeta, es un sueño ganar el Gil de Biedma, por su trayectoria, por su prestigio, por su jurado, por la diversidad de criterios y de opiniones y de debate y lo por lo más importante, se sabe que no se va a premiar porque pertenece a una u otra pandilla poética o a otro grupo.
“Servido en frío”, es un juego de espejos con su anterior trabajo “El fiel de la balanza”, un libro de poemas en prosa que escribió “en caliente”, cuando se encontraba en un momento de debacle total, tanto vital, como emocional y sentimental: “era una situación arrasadora” según lo confirma el autor. Reina explica que este libro, anterior al premiado, le sirvió para recuperar el equilibrio a través del instrumento de la escritura ya que, a él, siempre le ha servido, durante toda su vida desde que era niño, para entender el mundo y para no perder la cabeza en situaciones tremendas como las que ha vivido. Por eso le otorga ese título, porque la palabra es la balanza, es el fiel que nos ayuda a recuperar el equilibrio.
“La palabra nos explica y nos traduce el mundo, pero también nuestras emociones” Manuel Francisco Reina
“Servido en frío”, es volver a analizar todo lo sucedido, pero desde las heridas ya cicatrizadas. Está escrito desde la distancia y la frialdad intelectual que te permite haber superado el dolor de esa traición tremenda y es una reflexión sobre como el tiempo, es el verdadero juez y verdugo.
En la obra premiada, hay también espacio para la ternura y no falta la ironía. Reina destaca que su libro premiado es filosófico/moral, pero no en el sentido de la moral religiosa, aunque aluda a muchos conceptos de la Torah, del Talmud, del Evangelio, etc. sino está escrito en el sentido humano y filosófico que nos hace reflexionar sobre nuestros pecados capitales y no solamente en cuestiones negativas, sino también, sobre nuestras virtudes. El libro también se acuerda de “el mal”: “Cuando hacemos mal a una persona, también se daña el tejido del mundo. El mal que hacemos a los demás está haciendo heridas en el tejido del mundo”.
El escritor aclara, que él pensaba que este libro no sería premiado al no contar con temáticas de la poesía dominante actual, a las estéticas de moda, porque no es ni fragmentario ni anecdótico, sino es reflexivo, introspectivo, moral y filosófico: “Es un libro en donde se pretende reordenar al mundo y darle sentido” y agrega: “Para volver a encontrar un sentido en este mundo cada vez más líquido, más fragmentario, más superficial”.
Los poemas, las palabras, a veces te llevan al lugar a donde ellas quieren ser expresadas, comenta Reina, aunque no esté de moda, aunque él lo siente así, como en “Humillitas” una de las piezas de “Servido en frío”, que lleva esta cita de Santa Teresa de Jesús “Humildad es vivir de verdad”.
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¿Un libro que fue escrito para ganar?
Ante esta pregunta Reina lo niega, divertido, y comenta que, durante el periodo de su creación, “sentía que este libro iba a ser especial y que a la gente le iba a tocar”. Pensó también que en el premio Gil de Biedma han estado sus propios maestros como jurados o premiados como Alberti, Antonio Hernández, Fernando Quiñones, José Miguel Santiago Castelo, entre otros, y aclara “Soy consciente de que yo no pertenezco a ninguna pandilla poética. Mi manera de conducirme literaria e intelectualmente es incómoda para mucha gente. Sinceramente no lo pensé”.
¿Sería el destino?
Manuel Francisco no tenía intenciones de participar con esta obra, sin embargo y de repente, algo le hizo enviarlo para concursar en la XXXII edición del premio Gil de Biedma 2022:
“El premio cerraba el plazo de entrega de los trabajos el 31 de marzo a las 12 de la noche y yo lo envié a las 23.59 hrs,. Lo hice de tal manera, que el envío lo grabé con una captura de pantalla como una broma a mí mismo, porque tenía la noción de la importancia de este premio y la diversidad de su jurado, en el que se debatía y se peleaba y después de 20 libros de poemas publicados por fin decidí enviarlo, aunque no con mucha esperanza”.
“La gente ya no quiere dialogar sino quiere convencer al otro y si no lo convence, quiere acabar con él”.
¿Y ahora qué sigue Manuel?
“Quiero seguir en la línea en la que estoy de exigencia de compromiso y donde se respete mi libertad y mi capacidad de decir lo que creo que tiene que ser dicho en este momento, sin banderías, sin etiquetas, como he estado siempre”.
Reina, destacó durante el discurso en la entrega de premios, que era el triunfo de la poesía libre y sin “bandería”.
En esta casta de poder actual de la cultura, actúan como las antiguas polis griegas, todos, los que tienen el poder de la cultura, están casi siempre en guerra unos con otros, pero si de repente llega el persa, el que va de por libre, se ponen todos de acuerdo, sean de la ideología que sean para “matar al persa”. Y yo soy el persa.
Reina opina que se deberían de generar espacios de consenso, de diálogo, de armonía, de cultura y que no pasa nada por no estar de acuerdo con el de enfrente, pero entender que la riqueza de nuestra cultura, como especie, está en la diversidad, parece que es algo que hay que volver a explicar. Ese fue, entre otras cosas, el espíritu de la transición en el que la cultura jugó un papel fundamental.
Manuel Francisco y los maestros.
Para mí el respeto hacia mis maestros es fundamental. Yo nunca he querido ser maestro ni mentor de nadie, porque siempre he tenido muy presentes a los que me enseñaron, pero ahora, poetas muy jóvenes y muchos de ellos latinoamericanos, me piden que lea sus poemas y les de consejos para saber por cual camino podrían seguir. Algunos están consiguiendo una obra interesante y premiada ya, como Jorge Pozo Soriano, Antonio Díaz Mola, William González o Jota Santatecla. Los maestros del ‘27 y del ‘50, también los del ‘60, quisieron siempre saber lo que hacían los jóvenes poetas porque querían acompañarlos; siento que los posteriores han deseado manipular y controlar el discurso de los jóvenes poetas y, de hecho, llevan monopolizando la cultura y su discurso casi cuarenta años.
El autor de “La coartada de Antínoo” no se corta un pelo en decir lo que piensa y como es su costumbre, esboza por medio de sus textos, mensajes profundos que como él mismo dice, a muchos les incomoda y a otros les reconforta. Esa es la literatura, palabra en el tiempo. No tiene otra razón de ser.