Bufones, un "animal" en peligro de extinción pero necesario para la verdad
Iñaki Domínguez firma un ensayo en el que hace una encendida reivindicación del poder del cómico
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Iñaki Domínguez hace una "encendida reivindicación del poder del cómico" en su nuevo libro, 'Bufones' (Ariel). Este licenciado en Filosofía y doctor en Antropología Cultural retrocede hasta la referencia más antigua que ha encontrado en una corte: "La hallamos en el Antiguo Egipto, durante la Sexta Dinastía (2323-2150 a.C.)", sitúa.
Utiliza el ejemplo como "testimonio", dice, "de que el bufón es una especie de arquetipo universal cuya identidad y características trascienden el espacio y el tiempo, ya sea porque su figura surge espontáneamente en diversas épocas, culturas y civilizaciones, o porque su función resulte tan esencial a la sociabilidad que su rol se disemina por contagio cultural directo, al igual que lo hacen las buenas ideas e inventos". Pero también le sirve a Domínguez como "síntoma de que el cometido que ejerce el bufón es de vital importancia en todo lugar y cultura". Cuando la risa es de verdad ejerce "una función esencial en el seno de las comunidades humanas, del tipo que sean".
"El bufón es una especie de arquetipo universal cuya identidad y características trascienden el espacio y el tiempo"Iñaki Domínguez
Pero la labor de estos cómicos, más allá hacer sonreír a nobles y no tan nobles está en su papel como anunciador de la verdad; siempre, humor mediante y con una potestad de la que el resto carece. Ejemplos de bufones los tenemos en todas partes: tanto en China, como en África, Europa, la India u Oriente Medio. Eso sí, señala el autor que, "en algunos casos, esta permisividad se basaba en una supuesta y verdadera locura padecida por el sujeto que, al no estar en su sano juicio, podía decir aquello que a nadie más le estaba permitido. La locura, también hoy, puede ser eximente si es que alguien comete una falta o delito bajo su amparo", añade.
"In risa veritas": el poder y la verdad no son buenos amigos. "Ofenderse impide ver la realidad, y esto es algo que depende exclusivamente de nosotros, de la ciudadanía".
Así, el nuevo libro se pregunta si podemos reírnos de todo o qué relación existe entre la censura, el humor y el poder. En un mundo donde la ironía y el sarcasmo siguen siendo una importante herramienta para revelar verdades incómodas, Domínguez muestra cómo, "desde tiempos inmemoriales, los bufones han usado el humor no solo para entretener, sino para cuestionar el orden establecido y desafiar las normas".
"El cometido que ejerce el bufón es de vital importancia en todo lugar y cultura"Iñaki Domínguez
No se muerde la lengua a la hora de "desenmascarar", escribe, cómo los cómicos de hoy "están siendo atacados por la ideología dominante que quiere imponer una representación falsaria y moralista del mundo que favorezca a las élites económicas".
El bufón es, en resumen, aquel que ha de entretener, pero que sirve de ligadura entre la corte y el mundo real: "Es el ancla que, por medio del humor, debe ser capaz de hacer ver a su amo cuál es el estado real de las cosas".
Para entender la figura bufonesca, Domínguez se refiere al arquetipo del "trickster", un embaucador, timador o bromista que supone el predecesor del propio bufós. Muchos de los atributos de este, presente ya en la mitología de chinos, griegos, japoneses o indios americanos, "han sobrevivido en siglos posteriores en la figura del bufón y del payaso", escribe de una figura carnavalesca.
"Desde tiempos inmemoriales, los bufones han usado el humor para cuestionar el orden establecido"Iñaki Domínguez
El "trickster", en definitiva, es alguien que no se caracteriza por sus valores sociales ni morales, y es esclavo de sus apetitos y deseos más primarios. "Este arquetipo es tanto benefactor como odioso y ridículo. A pesar de sus atributos animales, su uso del humor y la risa lo convierten en humano, pues, como decía Nietzsche, el ser humano es el único animal capaz de reír".
Pero Iñaki Domínguez no se centra en exclusiva en términos históricos, también mira al presente. En concreto en los boicots, cancelaciones y censuras "que proliferan en los últimos tiempos" y que, explica, "sirven para imponer valores dominantes frente a cualquier forma de disidencia".
"El objeto de los ataques y boicots de estas muchedumbres suele ser el cómico y el artista, ambos 'hombres de placer' contemporáneos. El cómico, como el bufón, cuestiona al poder y a los poderosos". Así, en el libro se señala que hay quien entiende que cuestionar este neopuritanismo lo vuelve a uno de derechas, pero no es el caso. Que yo sepa, la izquierda tradicionalmente ha luchado contra las prohibiciones, la censura y muchas actividades policiales, de vigilancia, etcétera. No es el caso de la nueva pseudoizquierda woke, que parece ejercer todas esas funciones con singular fruición".
"Hay quien entiende que cuestionar este neopuritanismo lo vuelve a uno de derechas, pero no es el caso"Iñaki Domínguez
De hecho, apunta a que gran parte de la sociedad vive en la hipocresía del nuevo moralismo: "Finge indignación moral cuando no llega ni de lejos a alcanzar los estándares éticos que exige para otros. Pero claro, ¿qué más da? La persona de a pie comete sus faltas morales en privado, y a nadie le interesan estas, naturalmente. Es, pues, desde el anonimato que se trata de condenar y destruir, sobre todo, a cómicos y profesionales del arte, los dos camposantos en los que la verdad, a lo largo de los siglos, ha podido ser expresada sin interferencia de la burda y farsante moral del 'pueblo'. Da la impresión de que la función de fingir es transferida desde la posición del cómico profesional a la del espectador, que, en su impotencia, ejerce como actor para obtener retribución simbólica en la forma de reconocimiento social, mejora de la autoimagen y la autoestima".
Es por ello que Domínguez afirma que "no sería demasiado decir, ni mucho menos, que vivimos hoy en una sociedad del panóptico, en la que prima la vigilancia y el castigo, en la que es la propia ciudadanía la que 'supervisa' a sus conciudadanos, la mayoría de los cuales viven expuestos a través del mundo digital".
'Bufones' hace así una defensa del papel del humorista, "nuestro principal enlace con el referente". Cuando la ideología trata de callar al cómico, "lo hace para imponer su imagen del mundo de modo absoluto. Y la ideología representa al poder".