'Gladiator 2', la película que no gustará nada a Mary Beard
Espectáculos imposibles y fantasías que superan las imaginaciones más calenturientas de la antigua Roma. María Engracia Muñoz-Santos, especialista en espectáculos romanos y coautora del libro 'Gladiadores. Valor ante la muerte' analiza de las escenas del filme
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No soy yo de criticar películas de romanos. Aquellos que me leen y me siguen lo saben. Soy muy fan de todo aquello que en la pantalla lleva toga y, por supuesto, si aparecen espectáculos, aún más. Pero dada la responsabilidad que tengo para con la sociedad como divulgadora científica me veo en la obligación de ponerle algunos peros a la representación que Ridley Scott hace de ellos en 'Gladiator 2'. ¿Cómo eran en realidad?
Denzel Washington hace un papelón como el lanista Macrinus, verdadero protagonista del filme, pero su filosofía nada tiene que ver con la estoica y marcial que movía las luchas de gladiadores. El que se refieran a «escuela de gladiadores» me chirría, defiendo desde hace ya tiempo que a estos lugares debían llamarse «cuarteles de gladiadores» por asemejarse más a un lugar de entrenamiento militar que a un centro de educación. No, el odio, la venganza y la violencia visceral no era aquello que movía a un gladiador a luchar en la arena. El valor, el coraje y aceptar la muerte con honor sí que lo era. Un Jano en la antigua Roma no hubiese tenido éxito como gladiador, en varias escenas se salta la exaltación del honor y lucha como un tramposo. El público nunca hubiese aceptado algo parecido en una arena del Coliseo.
El odio, la venganza y la violencia visceral no era lo que movía a un gladiador a luchar en la arena
Gladiadores sin casco, con atuendo más ajustado al mundo militar que al del ludus romano. 'Gladiator 2' no desvaría tanto como su antecesora, pero aún le falta mucho para ver a los actores vestidos como un verdadero gladiador. Ha sido un gustazo, eso sí, poder ver algún que otro casco copia de los originales pompeyanos, pero poco más. Una nueva oportunidad perdida. A estas alturas libros especializados y asesores con grandes conocimientos sobre el tema somos muchos. Scott, creo yo, peca de pensar que el público necesita ver lo de siempre en la iconografía cinéfila para entender una película. Los especialistas estamos más que cansados de ver tantos errores y son muchos los historiadores que no entienden que los tópicos ya utilizados en otras películas y en los cuadros historicistas son una solución para mantener al espectador quieto en una butaca, porque reafirmarle en lo que ya sabe es más fácil que contarle la realidad de la gladiatura romana.
'Gladiator 2' tiene otros muchos espectáculos romanos, no solo de gladiadores vive la película, aunque el título rece así. Tenemos «venationes» (combates con animales), por ejemplo, salidas de tono totalmente por unos animales irreales (demasiado retocados por ordenador, sangrientos y violentos) en una «damnatio ad bestias» que Scott utiliza como prueba para comprar gladiadores. Una «damnatio» por animales era una ejecución en toda regla. De la arena no salía nadie vivo. La selección de los gladiadores se realizaba de otra forma. A su favor diré que, efectivamente, muchos de los gladiadores que luchaban en los anfiteatros de todo el imperio procedían de los soldados capturados en las batallas.
Y si esos babuinos son un esperpento antinatural, qué decir de los tiburones que acompañan la naumaquia, la batalla naval en el anfiteatro. Sabemos que hubo animales de agua salada en Roma participando en exhibiciones ¿Cómo llegaba esta agua hasta la «Urbs»? Quizás el director ha encontrado la solución gracias a la Inteligencia Artificial. A favor de este espectáculo imaginado por Scott debo decir que ha intentado salir del entuerto de meter dos naves dentro del Coliseo, algo que los especialistas aún debatimos. Desconocemos cómo lo podían hacer los antiguos romanos. Scott lleva a cabo una valiente hipótesis. Aunque, otra vez cae en el error, Jano, gladiador, nunca hubiese participado en una de ellas. Las naumaquias eran protagonizadas siempre por condenados a muerte que nunca podrían salir vivos del espectáculo.
Los babuinos son un esperpento, y qué decir de los tiburones que acompañan la naumaquia...
Y ya puestos a exagerar y llevar al límite de lo insospechado un espectáculo, añadamos un rinoceronte montado, no como si fuese un caballo. Hagamos un «más difícil todavía», que el gladiador vaya sobre él de pie. Sin necesidad de equilibrio. Un animal imposible de montar, obvio, pero es que el cine, cuando se convierte en espectáculo, no entiende de realidades. Animales y gladiadores nunca fueron juntos en un entretenimiento de la arena. Recordemos, y si no lo sabía usted le invito a leer nuestro libro 'Gladiadores. Valor ante la muerte' (Desperta Ferro), que por la mañana, en un día de espectáculos, se desarrollaban las «venationes» donde hombres («venatores») luchaban contra animales fieros y les daban caza; al mediodía eran las ejecuciones de condenados a muerte; y ya por la tarde las luchas de gladiadores. Un gladiador nunca hubiese luchado contra un animal. La preparación de «venatores» (cazadores) y gladiadores se realizaba en cuarteles («ludus») diferentes porque las necesidades de cada uno de estos especialistas eran totalmente distintas.
Por último, la escena de la ejecución de Lucila (y no quisiera hacer espóiler, pero es que no puedo hablar al respecto de otra forma). Es una fantasía que no es ni propia de Scott. Recuerda demasiado a una de las escenas de 'El signo de la cruz', con esas guirnaldas de flores. Atada a un poste, digna como debe ser una romana de larga estirpe, hija del emperador Marco Aurelio, espera a ser ejecutada por haber atentado contra el Estado. Hasta ahí bien. Pero nunca habría sido expuesta de tal forma. Su ejecución no hubiese conllevado la vergüenza, aunque recordemos que por ser mujer las fuentes no nos hubiesen dejado relato ninguno al respecto. Probablemente hubiese sido exiliada a una isla desierta donde habría muerto por el olvido, o pasada por la espada, sin atenerse a explicaciones tras un juicio sumario.
'Gladiator 2' es una fantasía que nada tiene que ver con la realidad ni histórica ni con respecto a los espectáculos romanos. Puro entretenimiento sin ninguna didáctica. Un esperpento que dudo mucho que ni a los romanos, aquellos que «estaban locos» como decía Astérix, hubiese agradado. Recuerde, lector, para saber sobre la antigua Roma hay que leer ensayos, el cine es simplemente espectáculo.
*María Engracia Muñoz-Santos es doctora en Arqueología Clásica y coautora, junto a Fernando Lillo Redonet, del libro 'Gladiadores. Valor ante la muerte'
- 'Gladiadores. Valor ante la muerte' (Desperta Ferro Ediciones), de Fernando Lillo Redonet y María Engracia Muñoz-Santos, 140 páginas, 27,95 euros.