La bandera española cumple 175 años: esta es su historia
El diseño fue elegido por Carlos III en 1785 para distinguir los barcos españoles en alta mar en sustitución de la Cruz de Borgoña que portaban los tercios. Fue Isabel II quien la generalizó
Antes de que se adoptase la bandera rojigualda, la enseña que caracterizaba a la monarquía hispánica era la cruz de Borgoña también conocida como Cruz de San Andrés. Este símbolo acompaña a nuestra historia desde las tropas de Juan Sin Miedo (Juan I de Castilla) lo utilizaran como emblema durante la guerra de los Cien Años y fue la enseña durante la época de los Reyes Católicos: fue incluido en las banderas españolas tras el matrimonio de Juana I de Castilla y Felipe “El Hermoso”, nacido en Brujas en 1478 y duque titular de Borgoña, lugar del que es patrón San Andrés. Sin embargo, debido a diversos avatares históricos y a una cuestión práctica, España irá adoptando la bandera que hoy conocemos y que fue adoptada oficialmente el 13 de octubre de 1843. Esta es la historia de la bandera española.
La enseña de la cruz de Borgoña se convirtió en el símbolo más característico de los tercios españoles hasta el siglo XVIII, si bien Felipe II ordenó que, además de las banderas de cada compañía, cada Tercio debía llevar otra de color amarillo con las aspas en rojo. Era un icono bastante extendido entonces, hasta el punto de que fue retratado en obras de arte como en “La rendición de Breda”, de Velázquez. Sin embargo, junto a ella, ejércitos, embarcaciones y demás representaciones del Reino llevaban una gran diversidad de escudos y enseñas que representaban a la monarquía española y que generaban confusión al no reconocerse muchos como tales en el extranjero. Con una flota que surcaba todos los océanos, era imprescindible unificar los símbolos nacionales.
Para complicar aún más la situación, a finales del siglo XVIII, varias ramas de la dinastía borbónica reinaban en territorios de Europa como Francia, España, Nápoles, Toscana, Parma y Sicilia. Todas las enseñas de estas Casas tenían en común el color blanco de fondo y apenas podían distinguirse por el escudo a poca distancia. Esto generaba graves confusiones en el mar, por lo que el primero que decidió adoptar una enseña fácilmente distinguible en el mar fue Carlos III en 1785. Su ministro de Marina, Antonio Valdés, le presentó una docena de diseños, y el rey eligió la forma y colores de la que hoy es la bandera de España. Este diseño rojigualda fue adoptado por los barcos de guerra, aunque poco a poco se fue ampliando el uso a los diversos cuerpos del Ejército, aunque, en muchos casos, convivía con los anteriores diseños.
En el siglo XIX, las Guerras Carlistas favorecieron el cambio de enseña definitivo, especialmente porque los partidarios de Carlos de Borbón como sucesor al trono eligieron la bandera de la Cruz de Borgoña para su causa. Las cruentas guerras, especialmente intensas en el norte peninsular, terminaron por decantar la balanza a favor de la nueva bandera, toda vez que los carlistas fueron derrotados tras 40 años de conflicto. Durante el mismo, en 1843, Isabel II decidió sustituir todas las enseñas del Ejército por el nuevo diseño. En adelante, todas debían ser de 1,47x1,27 metros, y todas tendrían en su centro el escudo circular con las armas Reales, con las lises en el centro y la granada en punta. “La unidad de la monarquía española y la actual organización del Ejército y demás dependencias del Estado exigen imperiosamente desaparezcan todas las diferencias que hasta ahora han subsistido”, rezaba la orden.
El uso de la rojigualda fue así ampliándose y siguió vigente incluso durante la I República, cuando se suprimieron todos los símbolos reales de los escudos pero se mantuvo la bandera. No fue así durante la II República, en la que tan sólo dos semanas después de su proclamación el Gobierno promulgó un real decreto implantando la bandera tricolor de franjas roja, amarilla y morada con el escudo de España en el centro, sustituyendo la corona real por un castillo. Al término de la Guerra Civil, Franco restableció la bandera bicolor e incluyó el águila de San Juan en el escudo. La Constitución de 1978 recoge la rojigualda como bandera de España: “La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas”, reza el artículo 4 de la Carta Magna. El escudo no aparece recogido en la Constitución, sino que es una ley posterior de 1981 la que lo define: cuartelado de Castilla, León, Aragón y Navarra, con la Granada en la punta y el escusón central de la casa de Borbón, timbrado por corona Real y con las columnas de Hércules a sus costados