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Teano, la filósofa más allá de su marido Pitágoras

No se contentó con ser una figura más del círculo de su esposo, sino que destacó como líder y fue en gran parte la razón de por qué se conservan hoy las teorías pitagóricas
Teano influyó en los poliedros regulares que contribuyeron significativamente al pensamiento matemático
Teano influyó en los poliedros regulares que contribuyeron significativamente al pensamiento matemático
La Razón

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En la luminosa ciudad de Crotona, una joven llamada Teano escuchó por primera vez las enseñanzas de un filósofo extranjero que había cautivado a todos con su sabiduría. Pitágoras, recién llegado a la región, no solo era un maestro de los números y la armonía universal, sino también un líder carismático que atraía a personas de todos los rincones. Entre esa multitud fascinada, estaba ella. Aquella primera conversación marcó el inicio de una historia que iría mucho más allá de la admiración o el aprendizaje; sería no solo el principio de una alianza filosófica, sino en gran parte la razón de por qué se conservan las teorías pitagóricas en la actualidad.
Teano fue hija de Pitónax de Crotona (actual Italia). De su padre no conocemos más del hecho que fue mecenas de Pitágoras. Teano tuvo su «floruit» alrededor del 550 a. C., ya que solo podemos conocer esa fecha a partir de la reconstrucción de la vida de su marido. Al casarse, partió con él en sus viajes y participó activamente dentro de la escuela que se formaría posteriormente. Es más, Teano no se contentó con ser una figura secundaria en el círculo pitagórico. Desde el principio destacó como una era una maestra y líder activa en una comunidad que admitía tanto a hombres como a mujeres, contribuyendo así activamente al desarrollo de la escuela. En el «Catálogo» de Aristoxeno, se la categoriza como una de las «más famosas» pitagóricas (aunque Aristoxeno cambia su marido por el pitagórico Brótino de Metaponto). Se la recuerda como una maestra capaz de unir matemáticas y ética en sus enseñanzas, explorando temas como los números y las leyes de la naturaleza, que para los pitagóricos no eran solo cuestiones teóricas, sino principios esenciales para comprender la armonía interior y el orden del cosmos. Dentro de sus lecciones (que no distinguían de sexo, ya que también daba clase a los hombres), se cree que abordaba una amplia variedad de temas, tales como la proporción áurea, una relación matemática que conecta la belleza con la geometría, y que también podría haber influido en los poliedros regulares que tanto fascinaron a los pitagóricos, y que además contribuyeron significativamente al pensamiento matemático.

Escritos y autoría

De la unión matrimonial con Pitágoras nacieron cuatro hijos: dos mujeres, Myia y Damo, junto a dos varones llamados Telauges y Mnesarco. Todos los hijos crecieron bajo la tutela de Teano y destacaron especialmente las mujeres, que se convirtieron en pensadoras prominentes en la escuela pitagórica. Damo, en particular, se convirtió en una filósofa reconocida que continuó con el trabajo de sus padres, mientras que Myia es recordada por haber sido una sacerdotisa con tanta autoridad que a su muerte su casa se convirtió en un templo de Deméter (justamente en la calle que estaba dedicada a las Musas).
Tras la muerte de Pitágoras, la comunidad pitagórica sufrió un declive, y la filosofía que habían construido juntos estuvo en peligro de desaparecer. Fue en este momento crítico cuando Teano demostró su temple y determinación. Junto con sus hijas y otros seguidores, protegió los escritos de Pitágoras y continuó enseñando y difundiendo sus ideas –según el filósofo neoplatónico Jámblico–. Hay quienes afirman que Teano rompió el estricto voto de silencio de los pitagóricos al publicar algunas de estas obras, asegurando que el legado filosófico de la escuela no se perdiera. Definitivamente sabemos de Pitágoras gracias a esta hazaña, ya que, sin el esfuerzo y las aportaciones femeninas en torno a esta figura, el matemático hubiese quedado en el olvido.
Asimismo, es interesante destacar que es imposible separar qué aportaciones son de Pitágoras y cuáles son de su nutrido grupo femenino, puesto que en la Antigüedad era común que un colectivo firmase con el nombre de una persona, ya que la autoría no tenía un papel sustancial. Lo que se tiene por seguro, es que ella misma firmó obras con nombre propio, aunque no se han conservado ninguna en la actualidad. En la tradición antigua, la figura de Teano fue lo suficientemente influyente como para que su nombre perdurara. En la época tardía, circularon varios escritos bajo su autoría, algunos probablemente apócrifos, lo que subraya su reputación como pensadora y maestra para autores posteriores. Otros escritos, como las cartas y máximas atribuidas a ella, reflejan las ideas de una comunidad filosófica en las mujeres no solo tuvieron una gran presencia, sino que se conocen sus nombres, en concreto los de 17 filósofas notorias: Teano, Myia, Timica y Filis, todas de Crotona; las hermanas Ocelo y Ecelo de Lucania; Cratesíclea y Cleanor de Lacedemonia; Cheilonis, Lastenia de Arcadie, Habrotelia y Pisírrode de Tarento, Equecratia de Fliunte, Tirsenis de Síbalis; y por último, Theadusa, Boio y Babelica de Argos.

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