Marco Polo, el descubridor de las maravillas de Oriente
El mercader veneciano, que nació un día como hoy de 1254, contribuyó al descubrimiento del mundo a través de su obra “Los viajes de Marco Polo”
El libro “Los viajes de Marco Polo”, también conocido como “El libro de las maravillas”, cambió radicalmente la percepción del mundo. Supuso una auténtica globalización en términos literarios, pues acabó de manera definitiva con los prejuicios europeos respecto al mundo de Oriente, así como abrió fronteras impulsando a los futuros exploradores europeos. De esta manera, podría decirse que estas páginas sirvieron de estímulo a todo conquistador y explorador que, a lo largo de la historia, ha contribuido al descubrimiento del mundo. Publicado en 1298, esta obra creada por el veneciano Marco Polo relata sus viajes a China, así como a Japón, India, Sri Lanka, el sudeste de Asia o la costa oriental de África. Un libro que “indica las distancias entre las ciudades en jornadas y millas, proporciona consejos prácticos, enumera objetos del comercio o las formas de pago”, describió el autor Michel Mollat al respecto. Por tanto, estas estudiadas y complejas páginas fueron el inconmensurable legado que Marco Polo, que nació un día como hoy de 1254 en Venecia, dejó para la historia.
Tal y como decía San Agustín, el mundo es un libro, y quien no viaja no lee de él más que una página. Podríamos decir que Marco Polo se leyó todo el tomo, pues en su obra relata 24 años de travesías y descubrimientos, entre 1271 y 1295. Tomó la Ruta de la Seda, navegando en barco por la costa italiana en dirección sur, pasando por Grecia y Turquía. Durante el tiempo que duró su ambicioso viaje, Marco Polo conoció todo tipo de culturas y contextos: recoge lenguas, historias, costumbres, comidas, fauna, cultos, cultivos... Y destaca en este sentido su estancia en China, donde vivió en la corte de Kublai Kan, también conocido como el Gran Kan del Imperio mongol, quien fue el quinto y último gran kan del Imperio mongol y primer emperador de la dinastía Yuan. En Pekín, Marco Polo refleja la sensación de haber llegado al paraíso, pues describe que los paisajes le hacen sentir en otro mundo.
Inspiración y objeciones
“Es el palacio más grande del mundo. No tiene pisos, sino una planta baja cuyo suelo de baldosas está a una diez palmas del suelo. Su techo es muy alto. Las paredes de los pasillos y cámaras están todas cubiertas de oro y plata, y decoradas con pinturas que representan dragones, bestias, pájaros, caballeros, estatuas...”. Así describía Marco Polo el Palacio Cambaluc, donde asistió junto al Gran Kan durante su estancia en China. Asimismo, el mercader descubre a Occidente el aparato administrativo y burocrático existente en Oriente, así como el funcionamiento de un ejército de proporciones inmensas, un sistema de correos que, aún ante las enormes distancias, marchaba a la perfección, o el uso del papel moneda.
Marco Polo creó “El libro de las maravillas” durante dos años de cautiverio en Génova, tras ser prisionero en una batalla entre Venecia y Génova. Desde la celda, dictó a su compañero de celda, Rustichello de Pisa, la increíble historia de su viaje, que aún hoy se pone en duda en ciertos aspectos por parte de los expertos. Gran número de historiadores no atienden a la completa veracidad de este relato, pues hasta descartan la presencia del mercader en China argumentando que los escritos son fruto de documentos persas: no menciona la Gran Muralla, así como la escritura china o el té, bebida que en la época del viajero tan solo era conocida en una zona de China que parecía ser desconocida para él. No obstante, y a pesar de estas objeciones, lo cierto es que el libro de Marco Polo inspiró a viajeros y exploradores, incluso a Cristóbal Colón, quien poseía una copia con anotaciones en los márgenes que le inspiraron en su propia hazaña.