"Alice, cariño": Anna Kendrick, superviviente
La nominada al Oscar protagoniza el debut en el largometraje de Mary Nighy, hija de Bill Nighy y una de las voces más interesantes del cine independiente contemporáneo
Madrid Creada:
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Es una película incómoda. Por momentos, "Alice, cariño" se vuelve una película difícil de ver. No por gráfica, no por descarnada, sino por lo real que puede volverse. Sobre todo si uno es consciente o conoce, de algún modo, como funcionan las relaciones abusivas. El debut en el largometraje de Mary Nighy, hija del mítico actor británico Bill Nighy ("Love Actually"), es un estudio psicológico de la supervivencia, a un ambiente oclusivo y a una pareja violenta, no tanto desde lo físico como desde lo psicológico. Y, además, es un vehículo de lucimiento para Anna Kendrick ("Dando la nota"), que aquí firma su mejor interpretación desde que fuera nominada al Oscar por "Up in the Air", en un filme sobre la importancia de las redes de apoyo, de la amistad, para dejar atrás procesos complicados y dolorosos.
En ese crudo "amiga, date cuenta" que firma Nighy, una de las voces más a tener en cuenta del cine independiente contemporáneo, seguimos a la Alice del título en una escapada rural junto a sus amigas (Kaniehtiio Horn y Wunmi Mosaku), buscando huir, en cierto modo, de la relación en la que se ve oprimida por su novio Simon (terrorífico, Charlie Carrick). Jugando con las dinámicas de poder, las de clase y hasta las de simple crecimiento o distanciamiento personal, Nighy levanta en "Alice, cariño" una película que tiene claro en todo momento qué quiere mostrar, cómo quiere hacerlo y, sobre todo, con qué objetivo, huyendo eso sí del efectismo, pero construyendo un universo propio en el que, de la mano de Kendrick, somos testigos de la realización personal de la protagonista. Más allá de moralismos, la directora consigue epatar, consigue de verdad hacernos cómplices de las percepciones de su protagonista y, al final, nos lleva vertiginosos hacia la empatía. Nighy, que presentó su película en el último Festival de Toronto antes de estrenarla en España este 19 de mayo, habló por videoconferencia con LA RAZÓN.
-¿Cómo dio con el guion de Alanna Francis? ¿Cómo entró usted en el proyecto?
-Entré a través de mi relación con los productores canadienses de la película, a los que ya conocía de antes, de una película que no se acabó llevando a cabo. Estaba rodando "Industry", para HBO en Reino Unido, cuando me llegó el guion. Y me encantó, claro, así que pedí que me tuvieran en cuenta.
-¿Qué había en ese libreto para llamar su atención? ¿Era el punto de vista alrededor de la víctima, lo de quitarle peso e importancia al agresor?
-Creo que, durante el proceso de elección de guion, antes de debutar, leí una frase de Joe Wright, el director. "Deberías elegir guiones basándote en un secreto que solo tú crees conocer acerca de él". Significa que tú y solo tú, puedas entender el acercamiento que quieres tener, pero también el que quieres descubrir. Y eso me pasó con la Alice de esta película. No dice demasiadas cosas, las siente, las padece o las disfruta, pero no las verbaliza demasiado, lo cual nos daba una oportunidad perfecta para jugar con lo que la audiencia percibe, con lo que ve y con cómo lo ve.
-¿Fue consciente de la magnitud del proyecto? ¿O se acercó del mismo modo que a un cortometraje o al capítulo de una serie?
-Mi trabajo para televisión ayudó bastante, porque ya tenía una idea de las dimensiones. Lo más complicado, en términos de dimensión, fue la maquinaria disponible. Cuando trabajas para la BBC o HBO, tienes ante ti una maquinaria increíble, formada por los mejores profesionales del país, la mejor producción, trabajando para ti. Y eso en la película, gracias al apoyo de Lionsgate, fue distinto. Porque todo era mucho más ágil, más fácil de orquestar, por así decirlo. Podíamos rodar las escenas varias veces, modificarlas rápidamente o irnos al siguiente set en cuestión de minutos. Pero claro, tienes menos recursos. Lo más complicado, diría yo, fue la adaptación a la cultura americana, a cómo ruedan ellos.
-Quizá sea la pregunta que ha respondido más veces, pero quería preguntarle por Anna Kendrick. ¿Cómo encontraron a su Alice? ¿Cuál es, realmente, la historia que querían contar ambas?
-Trabajar con ella ha sido maravilloso. Primero porque es una gran trabajadora del cine (filmmaker). Ya sabía que era una gran actriz, pero es que además es una gran trabajadora del cine. Es inteligentísima, y a cada momento está aportando su punto de vista. No solo aquí para su personaje, sino para lo que podía decir su pareja, Simon. Compartía también referencias, y así es como llegamos por ejemplo a una película como "The Assistant", donde el personaje masculino queda implícito, nunca le terminas de ver. Respecto al rodaje, es increíble el esfuerzo que imprime. Es la primera en llegar y es la última en irse. Una, antes de la película, sobre todo, se podía preguntar si una actriz como ella iba a estar abierta a mis instrucciones, a mis direcciones, y siempre estuvo atenta para remar. Además, aquí es productora, así que incluso estuvo implicada en la post-producción. Estoy muy contenta y le agradezco mucho cómo ha promocionado la película, por ejemplo.
-¿Cómo se construye la confianza, la intimidad para una película así? Sobre todo en escenas como la de la crisis de ansiedad...
-Creo que mucho tiene que ver con las conversaciones previas, con lo que hablamos fuera de escena. Ahora mismo, por ejemplo, estoy rodando una cosa mucho más grande y el mero hecho de reunir a todo el elenco es una pequeña pesadilla. Esa intimidad es importantísima, porque te ayuda a construir un lenguaje propio con el actor. Cuando haces eso, antes de rodar, llegar allí es mucho más fácil. Todo el mundo sabía qué necesitaba de todo el mundo. Desde lo narrativo a lo práctico, como pedir que se marche todo el mundo del rodaje salvo los esenciales, no cortar entre tomas... Es cuestión de ser específico. Me interesaba también la perspectiva, cómo Anna se tomó en serio al personaje. La crisis de ansiedad, por ejemplo, es resultado de perder un pendiente, algo que sería trivial para la gran mayoría de la gente pero que es crucial en la Alice a la que está dando forma con su interpretación.
-Justo de ello quería preguntarle. "Alice, cariño" habla de la amistad no como mecanismo de acicate, sino como red de cuidados. ¿Era algo intencional desde el principio? Hablar de las amigas como un lugar seguro, un apoyo durante un proceso doloroso.
-Totalmente. La amistad era lo más importante de la película, a la hora de hablar de los abusos. No me ha pasado a mí, pero lo he visto, con amigos de ambos sexos. Quería hablar de cómo, a veces, tus amigos pueden ayudarte a reflejar tus propios comportamientos. Y, claro, muchas veces no es bonito lo que ves, pero es útil, y es importante. Solo un buen amigo te enfrentaría a tus peores miedos, comportamientos, actitudes. También me interesaba hablar de la amistad desde el crecimiento, cómo va variando, y también cómo se va distanciando la gente entre sí por su posición económica o social. Y, aún así, cómo los amigos de verdad son capaces de encontrarse más allá de sus circunstancias.
-Uno de los puntos más interesantes de la película es su acercamiento a la violencia, cómo la muestra y, sobre todo, cómo no la muestra. ¿Cómo encuentra el tono para ello? ¿Cómo tomó las decisiones?
-Fue muy interesante, porque en el guion original había un momento en el que veíamos cicatrices, hematomas en la espalda de Alice. Muestras de violencia física. Cuando el guion llegó a Anna, discutimos esa escena, porque nos dimos cuenta de que no era necesario volver física esa violencia. No era una cuestión de tener miedo, sino de visibilizar un tipo de abuso del que no se habla demasiado, realmente. No es necesario que alguien te pegue para que te haga daño. Y luego, en montaje, quitamos también varias escenas de Simon, le restamos importancia al personaje, para sentirle más como una ausencia que como una presencia. Si tuviera que equipararlo con el terror, diría que era mejor no enseñar demasiado al monstruo.