Las Vegas pierde al reverendo Elvis
Las míticas bodas en Las Vegas, EE UU, oficiadas por dobles de Presley quedan en duda hasta nuevo aviso por una batalla con los derechos del rey del rock
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Que es una horterada friki eso de casarse en Las Vegas es indudable. Lo dice sin tapujos ni rubor uno que no pasó por el altar de la Graceland Wedding Chapel, pero que sí organizó y asistió a uno de estos bodorrios. Paseo en limusina incluido (antes y después) y con la reencarnación de Elvis de cuerpo presente, aunque estirado hasta superar los dos metros de talla. También nos entregamos a la mercadotecnia oportuna: vídeo, fotos, imanes y todo lo que pusieran delante del hocico a modo de cebo. Aquello no bastaba con contarlo y guardarlo en la retina de la familia más directa, había que alardear de ello, frikear. Imposible no picar, más todavía ante la imposibilidad de sacar el móvil, terminantemente prohibidos en beneficio de la caja del dueño del garito.
La broma ascendió a varios centenares de dólares (eso sí, pagados con gusto en pro de un buen rato). Pluses por todo: la ceremonia, el Elvis-cura, el «merchan», el coche, el chófer, las propinas a unos y a otros («no obligatorias, pero no se le ocurra no aflojar»)... En total, sumando a todos los que pasan al año por cada una de las capillas del centro neurálgico de Nevada, 2.000 millones de dólares.
Una cifra muy a tener en cuenta y que explica que la empresa que tiene los derechos del rey del rock, Authentic Brands Group (ABG), haya dicho basta. Ellos también quieren su parte del pastel y por ello han mandado una amable carta a cada local que se lucra con la difunta estrella, su estrella, para que cesen las actividades en las que se roce «el nombre, el parecido, la imagen, la voz y otros elementos de la personalidad de Elvis Presley».
Nada de poner su rostro en «anuncios, «merchandising» y otras cuestiones. El órdago está encima de la mesa y las iglesias lo verán o no, pero la ABS va con cartas ganadoras porque en esta vida todo es cuestión de pasta; pero, sobre todo, esa ciudad, Las Vegas, no se puede permitir quedar sin el bueno de Elvis, como tampoco el frikismo y la nostalgia deben olvidarse de un lugar así en el que perder los papeles.