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Dos décadas de la última reunión de los Beatles (sin Lennon)

En 2001, George Harrison, Paul McCartney y Ringo Starr se reunieron en una suite de un hotel Manhattan. Fue la última vez que estuvieron juntos
larazon
La Razón

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Hacía tiempo que habían dejado de ser cuatro. Desde que en 1980 John Lennon fue disparado por Mark David Chapman enfrente del edificio Dakota de Nueva York arrebatándole la vida. Cinco disparos que redujeron a los de Liverpool a tres miembros. Más tarde, Ringo aludiría a este fallecimiento y aseguraría que mientras él estuviera muerto, la reunión de los Beatles sería imposible. Evocaba así la realidad irremediable de que la muerte había disuelto al grupo para siempre. La última vez que hubo una oportunidad de que tocaran juntos de nuevo fue durante la boda de Eric Clapton y Pattie Boyd. Una oportunidad que junto a muchos músicos, entre ellos Mick Jagger y David Bowie. Acudieron también Paul McCartney, Ringo Starr y George Harrison. Pero no acudió John Lennon. No fue invitado. Después hubo ciertas lamentaciones por no haber dejado de lado las rencillas, los malentendidos o el despiste que evitaron ese reencuentro, que hoy sería recordado por todos.
A partir de entonces solo quedaron tres Beatles. Hubo varias ocasiones que brindaron la ocasión de que se vieran, pero la última sucedió hace justo un par de décadas, el 12 de noviembre de 2001. La ocasión estuvo marcada por el empeoramiento de la salud de George Harrison. Hacía tiempo que lidiaba con un cáncer y, aunque había evitado lo peor en varias ocasiones, ahora el pronóstico parecía haber empeorado de manera grave. Había sido atendido en Suiza, pero, después había acudido a Nueva York. Fui allí donde los tres Beatles restantes tuvieron la ocasión de echar una mirada atrás y despedirse de una manera adecuada.
Existía una razón de peso. La publicación de las memorias de George Harrison había abierto una falla en la amistad que este mantenía con Lennon. Cuando este último murió, no habían reparado las heridas de ese desencuentro y ese pesar asolaba la conciencia del músico. Ahora no quería que sucediera lo mismo. Ahora, con una metástasis y con su salud mermada, decidió saldar cuentas. Olivia, su mujer, hizo las llamadas oportunas a Paul McCartney y Ringo. El primero se encontraba en Inglaterra, pero no dudó en acudir y dejar todo de lado. El segundo, reaccionó igual, aunque él acudió desde una ciudad más cercana: Boston. La reunión se produjo en un hotel de la Gran Manzana, en un suite.
Aquel último encuentro no duró demasiado. Consistió en unas pocas horas. Los tres almorzaron, recordaron viejas historias, se rieron con anécdotas, hicieron bromas y se mostraron cordiales. Cuentan que George Harrison cogió la mano de Paul y la sostuvo durante un largo rato sin soltarla. A pesar de su enfermedad, logró estar de buen humor, dispuesto y alegre. Al rato, Ringo tuvo que marcharse. Su hija estaba mala y no pudo demorar más su estancia. Se quedaron solo Paul y Harrison. Estuvieron juntos bastante más rato. Aquí es donde la tristeza no pudo reprimirse. Los dos se abrazaron y hubo lágrimas. Todos sabían lo que iba a suceder. McCartney le prestó su mansión de Los Ángeles para que descansara allí. Y fue en ese lugar donde unas semanas más tarde, Harrison, en compañía de su familia, fallecería.