Justicia o venganza, esa es la cuestión
El escritor estadounidense J.K. Franko publica «Ojo por ojo», primera obra de «La trilogía del Talión» que plantea qué hacer cuando falla el sistema judicial y explora los delgados límites entre justicia y venganza
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J.K. Franko es el seudónimo adoptado por Raúl Calvoz (Texas, 1968) como escritor. Descendiente de españoles, su afición por la escritura lo llevó a redactar multitud de artículos jurídicos durante los 25 años que ejerció como abogado en EE.UU. En 2019, tras ocho intentos o «abortos literarios», como él los llama, e impulsado por su mujer, la española Raquel Cordón, lanzó su primera obra, «La trilogía del Talión», de la que ahora publica en España su primera entrega, «Ojo por ojo» (Planeta), una historias en torno a la venganza y la justicia cercana a la novela policiaca y al thriller. ¿Qué podemos hacer cuando nos falla el sistema judicial? ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para reparar una injusticia? Roy Cruise y su mujer, Susie Font, perdieron a su hija en un accidente de coche mientras el conductor del otro vehículo usaba el teléfono móvil. Estando de vacaciones en Colorado comienzan a hablar sobre si es justo tomarse la justicia por su mano si el sistema judicial falla. Tras años intentando superar el trauma, todo cambia cuando el padre de una joven violada les pide ayuda porque su agresor, hijo de un famoso político, va a ser declarado inocente.
Culpables que se libran
¿Hasta qué punto es lícito tomarse la justicia por su mano? Sobre esta premisa, Franko ha construido una trilogía que reflexiona en torno a principios éticos y morales, sobre la justicia y la venganza. ¿Le ha servido para ello su experiencia como abogado? «No tomando casos concretos, esto es completamente ficción, pero sí me ha servido para entender el funcionamiento del sistema jurídico de EE.UU, de lo que hace bien y mal y de cómo puede fallar, y esta es la base del libro. En todo el mundo hay dudas sobre sus sistemas judiciales y si fallan o se manipulan, ¿qué remedio nos queda? O aguantarse o tomarse la justicia por su cuenta –afirma–. Nos apoyamos en un sistema jurídico en el que la ley del Talión es impensable, pero es interesante recordar que lo que vemos ahora como algo extremo, empezó precisamente para limitar la extremidad, para que solo fuese “ojo por ojo o diente por diente y nada más”», explica Franko.
En este caso, ser hijo de un senador supone tener ciertos privilegios por encima de la gente normal. ¿Puede incentivar esto el deseo de venganza? ¿Hasta qué punto es legítimo que un padre que pierde a su hijo actúe por su cuenta si entiende que no se ha hecho justicia? «La Justicia, la Iglesia, el Gobierno… son sistemas nobles y con intenciones buenas, pero al final quienes las corrompen somos los humanos y los poderosos van a influir en cómo se aplica la ley o como se gobierna –asegura–. Para mí está clarísimo, he vivido como abogado que las influencias políticas, el dinero, el poder o el estatus, influyen. Para bien o para mal, pero influyen», afirma el autor, y como consecuencia, «hay culpable que se libran e inocentes que pagan, aunque luego cuente también los hechos que se puedan probar en un juicio y presentar ante un jurado, como en EE.UU, para que éste decida. Y lo entiendo, porque se juega con la vida de un acusado y hay que ser muy estrictos en cómo se presenta el caso y qué resulta probado al tomar decisiones», afirma.
Franko asegura que entre justicia y venganza hay poca diferencia. «La mayor entre ambas es que el sistema jurídico, que es objetivo e impersonal, existe para mantener el orden social, para poder convivir respetándonos. La diferencia con la venganza es muy fina, la cercanía del hecho, cuando hacen daño a alguien querido de tu familia hay un dolor personal y esto convierte la justicia en venganza, simplemente». En cualquier caso, apostilla, «ni nada no nadie puede paliar la pérdida y el dolor que siente una víctima o su familia. La ley sirve para mantener el orden de dos formas, castigando o disuadiendo, y la venganza es una violencia que genera más violencia dentro de una espiral peligrosa, pero ni una ni otra alivian el sufrimiento, ninguna llena el vacío que queda cuando has perdido a alguien a porque no pueden cambiar el pasado. Muerte, violación o lo que sea, ha pasado y aunque queramos cambiar, justificar o vengarnos, al final no cambia nada, lo pasado, pasado es», afirma de forma rotunda.
Tras estos dilemas morales hay una novela adictiva, con mucho ritmo y llena de giros inesperados que concluyen en un final sorprendente que continúa en las otras dos novelas siguientes, «Diente por diente» y «Vida por vida», que pronto publicará Planeta. Una trilogía con perspectivas de ser llevada al cine. «Estamos hablando con varios productores, pero tal y como se desarrolla la historia, creo que se adaptaría mejor a una serie de episodios de Netflix, resumirlo todo en 90 minutos sería perder demasiado», concluye.