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Un dibujo de Picasso perdido durante 100 años y que puede valer 100.000 euros

Sale a subasta un dibujo olvidado del artista malagueño de su época azul y realizado en Barcelona
Subarna
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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El 7 de octubre Subarna pone a manos del mejor postor un importante dibujo del Picasso de la época azul, una pequeña joya trazada en el reverso de una postal y que ha permanecido prácticamente oculta durante un siglo. Con un precio de salida de 40.000 euros, los responsables de la barcelonesa casa de subastas esperan poder llegar a los 100.000 euros. La historia de la obra es curiosa y nos devuelve al Picasso más catalán, aquel que empezó a trabajar como un pintor profesional en Barcelona aunque con los ojos puestos en París. Es el momento en el que el artista se interesa por retratar a las clases más humildes, la miseria de las calles, especialmente las de la capital catalana, algo que no se distancia mucho de la pintura de su amigo Isidre Nonell. Es un Picasso, como apunta su biógrafo John Richardson, cercano a los postulados de la Generación del 98 porque expresa “la misma desesperanza, compasión y exasperación por la lamentable situación de España”.
El dibujo a subasta, realizado con el trazo firme del joven pintor en el reverso de una postal, representa a un personaje enjuto sentado ante una mesa. Viste modestamente y lleva en la cabeza una boina. Muy probablemente se trata de un apunte del natural, un boceto pensado para convertirlo después en una obra más ambiciosa, como así sucedió. Es una manera de trabajar que recuerda, por ejemplo, a los dibujos que realizó Picasso muy poco después, en 1905, durante su estancia en Holanda.
Es probable, aunque todo cae en el terreno de la especulación al no tener documentos originales, que el apunte fuera realizado en alguna taberna barcelonesa, probablemente uno de esos establecimientos cercanos al puerto que tanto frecuentaba el joven Picasso con sus amigos. Tal vez pudo ser una posada de la calle Avinyó o sus alrededores, donde el pintor frecuentaba un prostíbulo que convertiría en tema de una de sus más importantes composiciones.
La realización del dibujo coincide en el tiempo con la de “La vida”, el más importante de los trabajos de Picasso durante su periodo azul y en el que trata de homenajear a su querido amigo Carles Casagemas y que se había suicidado tiempo antes. El óleo fue elogiado en un artículo en “El Liberal”, el 24 de marzo de 1904, probablemente escrito por Carles Junyer Vidal, uno de los grandes amigos del malagueño y buen conocedor de la trayectoria picassiana hasta ese momento. El mismo texto es una carta de presentación del periodo azul. En él podemos leer que “Pablo Ruiz Picasso, el conocido artista español que tantos triunfos ha cosechado en París, ha vendido recientemente una de sus últimas obras por un precio respetable al coleccionista parisino M. Jean Saint-Gaudens. Esta obra pertenece a una nueva serie que el brillante artista español ha estado pintando”. El cuadro es, evidentemente, “La vida”, y el muy bien informado cronista apunta algo que sirve tanto para esa composición como para el dibujo que se subasta en Barcelona porque en ese momento Picasso ha optado por un tema que “es interesante y provocador, y su concepción tiene tal fuerza e intensidad que sin duda es una de las pocas obras verdaderamente impresionantes que se han producido en España en los últimos años”.
El dibujo que ofrece Subarna ha permanecido oculto durante casi un siglo. Está documentado porque aparece en el histórico catálogo razonado de Picasso realizado por Christian Zervos. Gracias a él sabemos que esta pequeña gran obra fue propiedad de los hermanos Junyer Vidal pasando después a manos del círculo de la pintora Maria Vall Mundó hasta acabar en una colección privada barcelonesa. Subarna plantea la posibilidad de que el dibujo sea uno de los estudios preparatorios para “La comida del ciego”, una pintura de 1903 que hoy cuelga del Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Si eso es así, lo que sale a subasta es un apunte del natural a partir del cual fue trabajando, como lo demuestra una acuarela que se conserva en la Universidad de Harvard, “Mendigo ciego”, también de 1903 y que se parece mucho más a la composición del Metropolitan.
La postal es una de esas obras dignas de museo y nos arroja un poco más de luz sobre le creatividad del joven Picasso en su tramo final barcelonés. Un año después de hacer este dibujo, el pintor se trasladaba definitivamente a París y se instalaba en el Bateau-Lavoir, el mítico taller en el que revolucionaría el arte de la mano del cubismo con «Les demoiselles d’Avignon».