Una lectura de Shakespeare que ni el mismísimo Tarantino
Jan y Victor A. Lauwers, padre e hijo, abren la MIT de Ribadavia con una revisión gore de diez textos del Bardo en la que la sangre salpicará hasta al público
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Sir William Shakespeare no sería nadie sin su teatro. Pero tampoco sería gran cosa sin la violencia, buena inspiradora de todas sus tragedias. Así lo afirma Victor Afung Lauwers, hijo y mano derecha del mítico director belga Jan, y también autor de la pieza que abre la MIT (Mostra Internacional de Teatro) de Ribadavia este viernes, «Billy’s Violence». Una función gore de todo ese universo shakesperiano que ocupa año sí y año también los teatros de todo el mundo. En palabras de Natalia Menéndez, que ha programadola pieza en el Teatro Español para septiembre, «Shakespeare nos ofreció la violencia más cruda para que reaccionáramos», aunque «seguimos sin espabilar». Para la directora, «estamos perdiendo el norte con la violencia porque cada vez necesitamos un grado mayor de esta para que nos seduzca; si no, es como si no fuera suficiente».
«Cuando cae el telón después de las tragedias de Shakespeare, el orden se ha reestablecido. En medio de una montaña de cuerpos, la calma del equilibrio desciende una vez más. Lo que precede a todo esto [la obra] escenifica la salida de todas las reglas morales, una fractura profunda en el tejido social, un exceso de agresividad y de violencia. ¿Es necesario ese exceso para poder demostrar la necesidad de la ley? ¿O la violencia contiene su propia visión? ¿Su propia verdad? ¿Y cuál sería?», se pregunta Erwin Jans, también responsable de la dramaturgia.
Lauwers Jr., por su parte, entiende que «la violencia en la Historia es excesiva» y que, aunque no se considera «fatalista», sí reconoce que «la globalización en la que vivimos la ha intensificado». ¿Cómo podría uno explicar la carrera de Tarantino sin sangre? Pues malamente. Y, para el autor de esta pieza que ya ha pasado por el Teatro Nacional de Cataluña, es precisamente el cineasta un «Shakespeare contemporáneo». «Ejemplifica al dramaturgo moderno que hace exactamente lo mismo que el Bardo»: empieza rascando en la historia original para encontrar restos que nos apelen e ir más allá. Lauwers senior reconoce que «no son tan diferentes», pero que Tarantino «es un angelito si lo comparamos con la brutalidad pura evocada por Shakespeare». Y es que el dramaturgo áureo tuvo que superar la cruda realidad para llenar las salas de entonces: «Quería tener un público para su teatro, aunque en las calles de Londres había peleas de perros y torturas. Se quemaban mujeres en las plazas y se hacían ejecuciones también en público. Eran como fiestas a gran escala que reunían a mucha gente en las calles». Ante semejante espectáculo gratuito, el Bardo tuvo que tirar de ingenio y «utilizar el sexo y la violencia, entre otras cosas, para atraer a los espectadores».
Aquí son diez las tramas a las que han acudido los Lauwers, pues el padre dirige y lidera la producción. Pero, más concretamente, «Billy’s Violence» pone el dedo sobre las mujeres de esas piezas, algunas renombradas para estos «sketches»: Porcia (sacada de «Julio César»), Julia (la mítica Julieta), Desdémona (de «Otelo»), Cordelia («El rey Lear»), Imogene («Cimbelino»), Ofelia («Hamlet»), Cleopatra, Marina («Pericles»), Lavinia («Tito Andrónico») y también la mujer que inspiró Lady Macbeth, Grouch. Todas ellas serán las protagonistas de los episodios en los que la mujer y la violencia estarán en el centro de la historia. «Ataques contra la mujer, pero también entre hombres o del mundo contra los individuos, como en “Romeo y Julieta”, donde la violencia viene por el contexto social», explica Nao Albet, actor y hombre consumido por el propio montaje: «No se trata de un espectáculo fácil. Es muy físico y requiere una gran preparación. Todo eso se traslada al público, que siempre quiere que nos dejemos la piel. Esto es un “tour de force” enorme. No me aguanto más», explica mientras asegura que es una obra que le ha llevado al límite y que, «de verdad», necesita vacaciones «para volver con fuerza al principio de temporada».
Pero Albet es un tipo que siempre se entrega. Ya lo demostró este mismo año en «Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach», la pieza que firmó junto a su inseparable Marcel Borràs, donde la violencia era casi un personaje más. Agarrones, empujones, disparos, bailes al límite... Lo dieron todo y el público no paró de aplaudir aquella genial gamberrada. Pero, ¿por qué gusta esa agresividad al espectador? Victor A. Lauwers responde: «Personalmente, encuentro que hay una diferencia entre la acción de la violencia y una acción violenta. No me gusta la violencia. Sin embargo, creo que es necesario analizarlo, que en términos de expresión significa mostrarlo».
Trasladándolo al propio Shakespeare, la reflexión del creador, entre otros, es que la violencia es un ingrediente «esencial». «Hay muchas formas de violencia. Su trabajo trata sobre la naturaleza humana y por eso es complejo, preciso y difícil de comprender». ¿Qué quería transmitirnos con ello? «Solo lo puede saber él», se lava las manos el autor belga.
Shakespeare es el escritor más leído y representado del mundo aunque muchas de sus obras son prácticamente irrepresentables. Rezuman violencia, atrocidad, racismo y misoginia. ¿Qué papel juega la violencia en el arte hoy? ¿Por qué nos gusta tanto ver violencia?, se pregunta este montaje. «La violencia y el arte son inseparables, porque las personas se forman a través de la violencia. Eso no significa que todo el arte deba ser violento. Pero también significa que el arte debe tener la libertad de mostrar violencia», opina Lauwers Jr. Para Albet, lo interesante de la función es que «te hace reflexionar sobre cómo hemos sido a lo largo de toda la humanidad», cuenta de una pieza que define como «multidisciplinar». «No sabría decir el género. Se aleja del teatro habitual. Es extraño. No digo que guste o no, pero, por lo menos, se sale de la norma. Es una relectura de Shakespeare. Incluso podremos poner en duda que es el número uno, estaba “full of shit” [”lleno de mierda”]. Me parece importante revisar los clásicos. No para eliminarlos, pero sí para repensarlos».
- Dónde: Auditorio «Rubén García» do Castelo, Ribadavia (Orense). Cuándo: 16 de julio. Cuánto: desde 8 euros.