“El agente topo”: un espía chileno con lupa española en busca del Oscar
María del Puy y Marisa Armenteros son las productoras españolas de “El agente topo”, dirigida por Maite Alberdi y nominada recientemente al Oscar al Mejor documental
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Cuando la cantautora chilena Violeta Parra rezaba con ahínco por «Volver a los 17», más allá de hacer verbo esa descripción tan poética de la juventud que solo aporta la experiencia, había en ello una pulsión de libertad inconsciente, como si los años nos fueran privando del combustible con el que alzan el vuelo las alegrías. La “dura cadena con que nos ata el destino” de la que hablaba la poeta o, en criollo, esa soledad en la senectud transformada ahora en el recuerdo más negro de los que hemos «atesorado» durante la pandemia, es el tema principal de «El agente topo». De estreno este viernes en un elevado número de salas pese a la coyuntura, el documental chileno dirigido por Maite Alberdi ha sido seleccionado por la Academia de Hollywood como uno de los candidatos al Oscar.
Después de los éxitos de Pablo Larraín (“No”), Gabriel Osorio (“Historia de un oso”) y, más rotundamente, Sebastián Lelio con «Una mujer fantástica», parece una obviedad que algo se está haciendo muy bien más allá de Los Andes para que su cine se exporte y se reconozca en todo el mundo. «Todo tiene que ver con la puesta en común de ideas. Año a año, yo he ido aprendiendo de mis compañeros y de su recorrido, y esas enseñanzas las ponemos siempre en común para ayudar a los siguientes. El cine chileno se ha convertido en una industria bastante colaborativa», comienza su relato Alberdi, la santiaguina que se ha propuesto llevar a su “topito”, como llama cariñosamente a la película, hasta el cielo de Los Angeles el próximo 25 de abril: “Me llena de orgullo que la película haya trascendido todo lo documental y esas percepciones que se tiene sobre ello como género a veces. La película pasó de ser una película universal a ser una película contingente”, añade.
“El agente topo” cuenta la historia, a medio camino entre la ficción más costumbrista y el documental más artificioso, de Sergio, un anciano que se acaba de quedar viudo. Después de someterse a un duro proceso de cásting, resulta elegido para infiltrarse en una residencia e intentar averiguar si una de las internas, tal y como sospecha su hija, puede estar recibiendo malos tratos. Tras consultarlo con su propia familia y comenzar un proyecto que le llevará a investigar durante tres meses si existe tal agravio, Sergio se recluye y comienza a entrevistarse con los distintos pobladores del lugar: desde los que le invitan desde el primer momento a unirse a sus partidas, a los que no le dirigen la palabra, pasando incluso por quien le pide matrimonio.
La película de Alberdi, que enternece tanto como duele, vira desde un humor quirúrgicamente negro hasta la catarsis por identificación. “Es una producción entre 5 países y me parece un dato muy relevante, porque la universalidad de lo que se ve en la película partió de ese escuchar lo que tenían que decir personas de otras culturas”, explica la cineasta antes de añadir: “Durante este último año, las residencias han estado en la palestra, pero esa conversación la tendríamos que haber tenido mucho antes”.
Con vehemencia, la directora sigue: “Creo que el tema central de mi película tiene que ver con qué rol le asignamos a las residencias en nuestras sociedades. Les damos la responsabilidad de todo y tanto en España como en Latinoamérica tenemos culturas que se habían cimentado sobre tener a las personas mayores en casa. De eso hemos pasado a un modelo importado de vivir en espacios muy pequeños donde los abuelos ya no caben. Quizá seamos más independientes, desde ambos extremos de la cadena, pero eso hace que se rompa el vínculo con la familia en muchas ocasiones. Y las residencias quedan a cargo de todo: no solo de la salud y el cuidado personal, sino del cariño, de las relaciones afectivas y de un montón de asuntos clave. En Chile, lo peor que le puedes decir a un señor mayor es que se vaya a una residencia y en Estados Unidos, por ejemplo, tienen pequeños paraísos. Aquí se sigue entendiendo como el fin de la vida y nos hemos dejado consumir por la pandemia de la soledad. ¿Qué hemos hecho como sociedad para que nadie se quiera ir a vivir a una residencia?”, remata.
En ese reparto coral de productores que señalaba Alberdi y que optarán al premio más importante del cine dentro de poco más de un mes, destacan dos españolas: Marisa Armenteros y María del Puy. Para esta última, el rodeo de la Academia no es una sorpresa, ya que estuvo nominada por el cortometraje “Madre”, de Rodrigo Sorogoyen, hace un par de años: “Fue una experiencia muy bonita y muy emocionante, a la vez que surrealista. Estas allí de repente y es muy raro. Para mí los referentes son muy importantes, pero en España no los tenemos demasiado claros respecto a los Oscars. Obviamente sabemos que son el gran premio de cine del mundo pero siguen quedando muy lejanos, más allá de los Almodóvar, Trueba o Penélope Cruz. Es una mujer a la que admiro profundamente. Uno puede soñar con los Goya, pero los Oscars… quedan muy lejos. Intentamos aprender pero sobre todo pasárnoslo bien”, explica.
Como casi todos los proyectos de éxito y proyección internacional, la historia de “El agente topo” comenzó en un laboratorio de ideas y “pitches” de un festival de primera categoría (triple A). Quiso la casualidad que Armenteros, del Puy y Alberdi cruzaran sus caminos en el Festival de San Sebastián y, de ahí, a ser la única representación patria en los próximos Oscars. “Después de la presentación, nos interesó mucho la idea porque abordaba una temática que nos parecía muy importante: el hablar de nuestros mayores y qué lugar ocupan en nuestras sociedades. Más allá de que la película esté rodada en Chile, habla de una temática totalmente universal como es la de los mayores en sociedades más modernizadas y “desarrolladas””, remata la productora, para quien el verdadero triunfo pasaría por una resonancia real con el público tal y como ha ocurrido en Chile, por ejemplo, donde al estar disponible en Netflix desde hace unas semanas, se ha convertido en todo un fenómenos de masas.
Haya éxito o no en una carrera en la que mirarán, desde lo independiente, a grandes producciones del cine estadounidense como “Crip Camp” o al músculo festivalero de la rumana “Collateral”, el “topito” no renuncia a nada antes de tiempo y, como en la canción de Parra, “va brotando, va brotando, como el musguito en la piedra”.