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Prostituirse también es una opción

Rakel Camacho recupera “Una novelita lumpen”, de Roberto Bolaño, en el Pavón Kamikaze
Javier Jarillo

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Cuando Rakel Camacho cogió “Una novelita lumpen”, de Roberto Bolaño, comenzó a salivar. La historia de Bianca y su hermano despertó al animal escénico y, pronto, imaginó aquello subido a las tablas: “La gestión del tiempo, la inexistencia de un futuro, la pérdida de referentes, el paso de adolescencia a la juventud...”, enumera la directora de los temas que se le presentaban. La trama de prostitución a la que se ve arrastrada la protagonista era lo que más “inquietaba” a Camacho. Le interesó la manera en la que Bolaño no victimiza a la mujer. “Ella decide todo lo que hace. No hay opresión. Si tiene que vender su cuerpo, lo hace, y si debe atracar un banco, igual”.
El escritor chileno presenta unos clichés de inicio para terminar desmontándolos. “Se desprende de la moral" y crea una historia sórdida que ahora encuentra algo de luz en el montaje que Rakel Camacho estrena en el Ambigú del Pavón Kamikaze (del 26 de febrero al 15 de marzo). “Roma será el escenario por los personajes extremos deambulan entre el desasosiego y la locura. Bianca, tras la súbita muerte de sus padres en un accidente automovilístico, se descubre abocada al abismo de su indiferente existencia e inicia un decidido descenso”, presenta.
“Una novelita lumpen” cuenta el descubrimiento de la vida a través de la pulsión sexual. Porque para Bianca el sexo es su sustento, “pero también es diversión. Le encanta follar”, recuerda Camacho. De esta forma, el personaje, al igual que los otros tres (uno menos que en el texto original), sufre un viaje vital que le hace salir de lo que no quiere, de un lugar en el que estuvo “muy atrapada”. Un descenso a lo más bajo para subir a flote, sin que esto signifique llegar al infierno “porque es está mezclado con el placer. Así lo dice Bolaño: que el crimen y el placer están cerca”.
Si en la novela es la protagonista la que cuenta a modo “flashback” lo que le ocurrió en un determinado momento de su vida -“ahora soy una madre y estoy casada, pero no hace mucho fui una delincuente. Mi hermano y yo nos habíamos quedado huérfanos. Eso de alguna manera lo justificaba todo. No teníamos a nadie. Y todo había sucedido de la noche a la mañana”-, el montaje realiza un giro más coral en el que son los cuatro actores (Rebeca Matellán, Jorge Kent, Diego Garrido y Trigo Gómez) llevan el peso de la pieza. Se abre así un debate sobre la prostitución en el que la propia Camacho no sabe dónde situarse: “Antes era abolicionista, pero cada vez tengo más dudas. Lo importante es que se reflexione sobre ello”.
Dónde: El Pavón Teatro Kamikaze, Ambigú (calle de Embajadores, 9. Madrid).
Cuándo: hasta el 15 de marzo.
Cuánto: 16 euros.