Cultura
San Pío V, el museo valenciano que casi fue residencia del hermano mayor de Napoleón
Tras el Prado, es la segunda mayor pinacoteca de España y acoge obras de Goya, Velázquez o Rembrandt
En València está la segunda mayor pinacoteca de toda España. Tras el Museo del Prado, el Museo de Bellas Artes San Pío V acumula el mayor tesoro pictórico del estado desde el siglo XV hasta el XIX. Desde los retablos góticos hasta el mausoleo del torero Joselito, el San Pío V posee una de las colecciones más completas del país.
En la margen izquierda del antiguo cauce del Túria, a la altura del Puente de la Trinidad, mandó construir Juan Tomás de Rocabertí, arzobispo de la ciudad entre 1677 y 1699, un colegio seminario que al mismo tiempo sirviera como residencia para los misioneros que vivieran o pasaran por la ciudad. Bajo la supervisión del arquitecto Juan Bautista Pérez Castiel, artífice del presbiterio barroco de la catedral, el San Pío V acabó de construirse en 1744, más de seis décadas después del comienzo.
Un patio trasladado
Hasta convertirse en sede del Museo de Bellas Artes, el edificio fue muchas otras cosas: academia militar, casa de beneficencia, almacén y hospital durante la Guerra Civil... Durante la Guerra de la Independencia, se dispuso como residencia de José I, hermano de Napoleón, quien finalmente prefirió alojarse en el Palacio de Parcent. En 1946 fue elegido como sede del Museo Provincial de Bellas Artes, sito hasta ese momento en el Convento del Carmen, y apenas dos décadas después fue declarado monumento histórico-artístico.
Una de las salas más atrayentes del museo es el patio del embajador Vich, representante español en la Santa Sede durante los reinados de Fernando el Católico y Carlos I. De corte renacentista y mármol de Génova, el patio se trasladó a València pieza a pieza desde Italia y, en 2007, fue reconstruido en el museo. Enteramente azul, este luminoso recuerdo del palacio del embajador de Vich es una de las primeras muestras del renacimiento italiano que llegaron a la Península Ibérica.
La colección
En las arcas del museo no hay sólo pintura, sino también arqueología, arquitectura, escultura... Está el sarcófago de San Vicente Mártir, de finales del siglo IV y en mármol blanco. Llegó al museo desde el cuartel militar de Santo Domingo, donde lo usaban como abrevadero de caballos. De esta época, el sarcófago conserva los agujeros que se utilizaban como desagüe.
En cuanto a la pintura, destacan los retablos góticos de los antiguos valencianos, como Juan de Juanes o Ribera, y las obras de pintores de variadísimas escuelas como Rembrandt, El Bosco, Van Dyck, Velázquez, Goya... Hay también una sala dedicada en exclusiva a Joaquín Sorolla, con obras como «El niño de la bola», «La virgen María» o el autorretrato dedicado a Pons Arnau.
En uno de los almacenes anexos al museo está el pabellón dedicado a la obra escultórica de Mariano Benlliure, entre la que destaca el modelo en yeso realizado para el mausoleo al torero Joselito. Es una escultura imponente, con dieciocho figuras que transportan la tumba del fallecido y lamentan su pérdida. Al frente, una mujer lleva una representación de la Macarena, patrona de Sevilla, ciudad del torero.
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