DANA

La hostelería de Paiporta se enfrenta a su Navidad más difícil

Menos de una decena de bares han reabierto sus puertas tras 42 días desde la DANA

Pocos bares y restaurantes de Paiporta han podido reabrir este mes
Pocos bares y restaurantes de Paiporta han podido reabrir este mesLa Razón

La zona cero de la DANA se enfrenta este año a la campaña de Navidad más dura que se recuerda. Tras más de 40 días desde que las inundaciones arrasaran con prácticamente la totalidad de los negocios, y dejaran tras de sí 222 víctimas mortales en la provincia de Valencia, apenas se pueden ver algunos locales abiertos que han arrojado algo de luz al día a día de los vecinos. Eso en el mejor de los casos, porque para la gran mayoría de las tiendas y locales las fiestas de navidad quedarán literalmente cubiertas por el fango. En Paiporta, la hostelería trata de recuperar la normalidad, y los negocios que han retomado su actividad congregan en las calles y plazas a quienes sacan algo de tiempo para tomar un café y compartir mesa con los vecinos afectados.

Menos de una decena de bares han podido abrir sus puertas en esta localidad, en unas fechas en las que las cenas y comidas de empresas, familias y amigos son el punto fuerte de este tipo de negocios. Blas y Carmen, propietarios del bar Jamonitos, en pleno centro del municipio, relatan cómo lo perdieron todo aquella fatídica tarde del 29 de octubre. Se pusieron al frente del local hace menos de un año, en febrero, y esperaban con ganas la campaña navideña.

«La hemos perdido completamente. Hubiera deseado saber cómo nos iba a ir en estas fechas. Ya lo teníamos todo previsto, habíamos trabajado en un nuevo menú para nuestros vecinos y amigos, teníamos reservas de cenas desde Valencia, íbamos a contratar a un camarero para que nos ayudara. Iba a ser nuestra primera navidad, pero lo perdimos todo en un segundo».

La riada pilló a Blas dentro del local, y tuvo que escapar por una ventana mientras el agua se quedó a tan solo un palmo del techo. «Las neveras, los botelleros, las sillas, todo estaba destrozado. En estos 40 días todo ha sido limpiar, limpiar y limpiar. Ahora solo nos queda esperar a recibir ayudas y volver a funcionar como antes».

Mientras tanto, otro de los bares situados en pleno centro de Paiporta, el Bar Ocean, sirve cafés a sus clientes en la terraza y en su interior, con los restos de la DANA todavía visibles en su mobiliario. La vitrina de la barra está completamente destrozada, pero pudieron salvar la máquina de café. Abrieron hace apenas tres semanas. «Estamos muy contentos de que hayan vuelto», relata un vecino mientras pide un cortado. «Les ha costado mucho esfuerzo y trabajo volver a retomar su negocio».

Al otro lado del puente que cruza un Barranco del Poyo cuyos estragos son incalculables, se puede ver el mismo escenario de desolación. Los bajos comerciales están destrozados, y son muy pocos los negocios que atienden al público.

Y frente a la parroquia de Sant Ramon Nonat, en la plaza Xúquer, el aroma a comida embriaga a gran parte de los vecinos. El negocio de David abrió el sábado, y es el único que ofrece comida en esa parte del municipio. «El agua llegó a casi dos metros de altura, y todo era pladur y madera. Tuvimos que tirarlo todo abajo y levantarlo de nuevo».

Este joven emprendedor relata cómo se puso al frente de este negocio apenas un mes antes de la DANA, y hasta el momento la única ayuda económica que ha recibido es la de la iniciativa «Alcem-se» de Juan Roig, y de los amigos y voluntarios que han aportado su granito de arena. «He aprendido más de obra en un mes que en toda mi vida». Ahora, asegura que no se plantea cómo encarar la campaña de Navidad. «De momento, no hemos publicado nada en redes sociales, ni estamos cogiendo reservas. El bar está lleno constantemente, y ahora solo puedo pensar en seguir trabajando y salir adelante».

Otro de los casos hosteleros más llamativos es el de Kike y Loli, un matrimonio que ha perdido una horchatería y un bar, y que gracias a la ayuda de la ONG World Central Kitchen ha podido volver a recuperar la esperanza y mantenerse activos, repartiendo horchata y «fartons» frente al centro de recogida de alimentos. «Gracias a ellos, podemos seguir trabajando».