Cosas que no se entienden de la política valenciana (I)

Acaba hoy la semana que marca el inicio del curso político en la Comunitat Valenciana. En los últimos cinco días laborables los diputados autonómicos han hecho unas cuantas horas extra, pues el Debate de Política General ha sido largo e intenso a la vez.

El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, se marcó un discurso de 190 minutos. La extenuación a la que llevó al auditorio fue inversamente proporcional a la energía que él derrochaba desde la tribuna y que mantuvo el resto de la jornada.

La oposición le echó en cara que hubiese empleado más de tres horas en su primer turno, pese a que el reglamento marca que no hay límite de tiempo. La realidad es que consiguió desesperarlos, pues no hubo manera humana de responder a la avalancha de datos que dio el presidente para argumentar que la herencia recibida fue ruinosa.

Sin embargo, por más horas y más propuestas que hayan lanzado los grupos políticos en estos días, hubo un asunto- con permiso del asunto de la inmigración del que Vox no piensa salir- que ha quedado por encima de todos.

La necesaria reforma del sistema de financiación se lo comió todo. Básicamente porque de cómo quede el cambio de modelo depende la sostenibilidad de la Sanidad, la Educación y los Servicios Sociales.

De ahí, que no haya explicación posible para justificar que no haya unidad entre los partidos políticos. Al menos, entre los que ya iniciaron en su momento un camino conjunto, es decir PSPV, PP y Compromís. Porque Vox de estos asuntos de autonomías se queda al margen.

No se entiende que el PP haya aceptado una propuesta de Compromís y que el PSPV haya votado en contra. Se le puede dar la vueltas que se quiera al asunto, pero después de dos días de debate hasta las diez de la noche, con un día en medio para que se puedan alcanzar pactos, el PSPV debería haber negociado para no quedarse fuera. Ni siquiera Pedro Sánchez logrará ser eterno.

Continuará.