Dana Comunitat Valenciana
El polvorín que deja la dana en el interior de la provincia de Valencia
Los caminos forestales por los que se accedería a un incendio han desaparecido y solo se podría atacar el fuego por el aire
Más de un mes después de la tragedia, el foco mediático se va debilitando pero las calles aún embarradas y los garajes anegados de la zona cero de la dana en la provincia de Valencia siguen copando minutos en los noticieros, mientras un riesgo en ciernes pervive en el interior de la provincia sin que las localidades afectadas ribereñas con el Turia en la comarca de La Serranía hayan sido -en su mayoría- incluidos en la lista de municipios afectados, que abre las puertas a las ayudas públicas y a los equipos de restauración de lo dañado.
Municipios como Tuéjar, Chelva o Calles, entre otros, se han visto muy afectados por la dana y la consiguiente crecida del río que ha arrasado campos y caminos... pero no ha acabado con viviendas, ni , afortunadamente, se ha cobrado ninguna víctima.
Sin embargo, como explica el alcalde de Tuéjar, Carlos Tarazón, aún hay agricultores que no han podido llegar a sus campos porque los caminos han desaparecido. Si el problema económico de la pérdida de las cosechas es grave para la menguada economía de la España vaciada, puede ser aún peor la imposibilidad para llegar a los terrenos forestales. Caminos rurales, agrícolas y forestales han desaparecido, por lo que las vías de acceso o de evacuación de una zona boscosa en caso de un incendio, sencillamente, no existen. Hay, pues, extensas masas arbóreas en el pulmón verde valenciano, reserva de la biosfera, que solo serían accesibles por el aire en caso de incendio forestal este verano.
Huelga decir que los bosques de La Serranía, al igual que los del resto de la Comunitat Valenciana ni se limpian ni se conservan y que el axioma de que los incendios se apagan en invierno se repite hasta la saciedad sin que ello predisponga a cumplir dicha indicación.
Así las cosas, los municipios de Tuéjar, Benagéber o Chelva han pedido ser incluidos en la lista de municipios afectados por la dana, como ya lo está el vecino término de Calles donde el agua inundó cuarenta viviendas, el colegio y el polideportivo y destrozó al menos dos coches. No sufrieron ninguna víctima mortal, pero sí ha sido incluido en el listado, por lo que equipos de la Diputación ya están arreglando los caminos y de hecho, el acceso al al Ruta del Agua y al acueducto romano de Peña Cortada ya está abierto desde Calles, pero no desde Chelva.
El alcalde de esta ultima localidad, David Cañigueral, explica que su pueblo ha sufrido daños por valor de millón y medio de euros, cifra que puede parecer baja, pero inasumible por este pequeño Ayuntamiento que tiene un presupuesto de inversión anual de unos 80.000 euros. La Ruta del Agua, fuente de ingresos importante por el turismo que atrae, simplemente ha desaparecido. «Entendemos que lo primero es la emergencia en la zona cero y que los daños son incomparables, pero nosotros necesitamos muy poco para salir adelante, comparado con el montante global de la reconstrucción». El camino a la depuradora está cortado y si bien la instalación sigue funcionando, si falla algo no podría llegar un vehículo con un pieza nueva. En la aldea chelvana del Villar de Tejas, muy próxima a Utiel, se ha llevado la canalización de desagüe.
La misma opinión tiene el alcalde de Tuéjar, Carlos Tarazón: «si no nos ayudan, nosotros tardaremos treinta años en arreglarlo todo». Los daños en su pueblo suman tres millones de euros, y su presupuesto de inversión supera tímidamente los cien mil. Se ha roto un colector, algunos taludes y las hormas de los campos, además de un acueducto medieval (el de La Dorca, no confundir con Peñacortada). Y el alcalde apremia porque le da mucho miedo la llegada del verano. «El monte no se limpia y es un polvorín, y ahora además han desaparecido los caminos por los que los bomberos podrían acceder a él». Sin embargo, en Tuéjar, dentro de lo que cabe, respiran aliviados porque el barranco que se desbordó y que, ni los viejos del lugar recordaban con agua, era la posible zona de construcción de un pequeño PAI que aliviara la carencia de viviendas en el pueblo, y para ello se iba a solicitar a la Generalitat que rebajara las limitaciones que el Patricova -el plan contra inundaciones en la Comunitat- le impone. De haberlo hecho, la tragedia podría tener nombre y apellidos en el pequeño pueblo.
Tanto en Chelva, como en Tuéjar y en Calles han desaparecido campos enteros de labor, y su tierra, antes fértil, colmata ahora las tuberías y los garajes en pueblos de l’Horta Sud. Además, los alcaldes recuerdan que allí no hay polígonos industriales: la agricultura es la base de su economía.
La alcaldesa de Calles, María Consuelo García, ha tenido más suerte en lo que a la reconstrucción se refiere: «supongo que será por las cuarenta viviendas inundadas -que ya se han recuperado prácticamente- por lo que sí que nos han incluido en la lista y han llegado brigadas a reparar los caminos: en algunos socavones cabía una furgoneta entera». En Calles el agua se desbordó donde no había muro. Lo que demuestra que las infraestructuras, cuando las hay, funcionan. Este pequeño pueblo ya sufrió una riada dramática en los setenta del siglo pasado y a raíz de la misma, se construyó un muro que separa y protege el pueblo del río. Pero el crecimiento del municipio ha hecho que el río inunde zonas limítrofes que no están protegidas.
Las semanas pasan y las aguas han vuelto a su cauce, si bien, éste es ahora mucho más ancho. Las aguas embravecidas reclamaron su espacio arrasando cañas, árboles, caminos y veredas, y en muchos puntos han dejado tras su paso un desnudo pedregal.
La Serranía, lejos de la zona cero de la tragedia, clama ayuda por el mismo mal.
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