5º aniversario del COVID
"Volverá a haber una pandemia y estaremos mejor preparados para gestionarla y hacerle frente"
Un virólogo y microbiólogo de Vall d'Hebron señala que el aprendizaje más importante que nos dejó la gestión del Covid fue la capacidad de reaccionar en menor tiempo que en 2020
En 25 de febrero de 2020 se diagnosticó en Cataluña el primer caso de Covid, una enfermedad viral respiratoria que puso a prueba al sistema de salud catalán.
La gestión de la alta demanda de pruebas diagnósticas y la necesidad de llevar a cabo una constante secuenciación del genoma completo del virus para su monitorización supuso un verdadero reto para los laboratorios hospitalarios como el de Vall d'Hebron, que paralelamente tenían que seguir dando servicio al hospital en lo relativo al manejo de pacientes con otras patologías.
"Los primeros casos no nos pillaron por sorpresa porque estábamos informados y en enero de 2020, en cuanto salieron los primeros protocolos, ya comenzamos a optimizar como laboratorio los métodos y herramientas para poder hacer detección del SARS-CoV-2. Nuestra única duda era la demanda que íbamos a tener", explica el doctor Andrés Antón, jefe de la Sección de Virología Biología Molecular de Vall d'Hebron.
Por aquellos días, los casos llegaban con cuentagotas y eso apenas supuso un cambio para los laboratorios, acostumbrados a dar respuesta a otras alertas sanitarias generadas por cualquier otro agente viral, como la gripe.
Absorber la demanda
"El objetivo era dar el resultado de las muestras que recibíamos en el menor tiempo posible para poder hacer un buen manejo del paciente, como por ejemplo aislarlo, y eso nos hizo plantearnos algunas cosas, como asegurarnos de disponer del personal formado en técnica molecular suficiente para poder dar una respuesta rápida o garantizar la preservación de la bioseguridad", explica Antón, quien al respecto indica que "por entonces el laboratorio ya gestionaba unas 150 muestras diarias para el diagnóstico microbiológico en gripe".
Las verdaderas dificultades empezaron a aparecer con la primera ola, cuando el elevado número de contagios supuso la prueba de fuego. "Teníamos que dar servicio a la Atención Primaria, a las residencias, a los colegios, a los cribados y al hospital y ese incremento de la demanda supuso un verdadero reto puesto que pasamos a gestionar unas 6 mil muestras al día", recuerda el microbiólogo.
Entonces fue necesario reconvertir ciertas áreas en laboratorio o almacén en el que guardar los reactivos y fungibles, como un centro deportivo ubicado frente al hospital, así como modificar los circuitos de las muestras para garantizar una repuesta rápida, pero además hubo que dotarse de equipos de trabajo más grandes, automatizados, para poder aumentar la capacidad de trabajo.
"Durante los dos primeros meses de la pandemia usamos técnicas manuales para trabajar con las muestras para, a continuación, recurrir al sistema semiautomático y, finalmente, con la llegada de equipos más grandes, pudimos llegar a ofrecer 800 resultados diarios con cada uno de ellos", comenta Antón, quien concreta que "en el laboratorio de Vall d'Hebron teníamos 5 equipos automatizados".
La pandemia también hizo necesaria la adaptación del sistema informático a las nuevas necesidades creadas por la situación, entre las que destaca la gestión de los datos generados por la actividad de detección y secuenciación del virus, así como su comunicación a salud pública.
"Por entonces, existía un canal de comunicación que ya era bueno, pero a raíz de la pandemia, éste es mucho mejor", asegura el biólogo para a continuación afirmar que "se ha mejorado en la monitorización, en el tipo de información que damos y en la forma de hacerlo"
El capital humano, la clave
En cualquier caso, para el microbiólogo, "uno de los grandes logros del laboratorio durante la pandemia fue el gran trabajo del personal". "La plantilla de técnicos estaba formada por unas 30 personas repartidas en cuatro turnos- uno de mañana, uno de tarde y dos de noche-y durante muchos meses estuvo sometida a bastante estrés", asegura.
"Los profesionales de microbiología hicieron un esfuerzo personal para atender la demanda generada por el SARS-CoV2 y por otras necesidades asociadas a la actividad diaria del hospital, en un momento además en el que se produjeron bajas por infecciones y por no soportar tantas horas de trabajo a pleno rendimiento, a lo que hay que sumar toda la parafernalia relacionada con la bioseguridad".
Y es que, además, en el laboratorio no solo se hacía detección, sino también secuenciación del genoma completo del virus circulante para su caracterización.
"Realizábamos unas 400 secuenciaciones a la semana para vigilancia, la misma cifra que solemos hacer para la gripe en una temporada completa", señala Antón, quien asegura que "eso nos obligó a reconvertirnos: teníamos cinco técnicos dedicados a la secuenciación, algunos de los cuales se tuvieron que formar para realizar esa caracterización, y dos biólogas".
Aprendizajes durante la pandemia
Ahora, cinco años después del diagnóstico del primer caso en Cataluña, echamos la vista atrás para comprobar que "la pandemia nos ha dejado lecciones aprendidas". En lo relativo a la vigilancia, "hemos aprendido a sumar la información que llega a nivel comunitario y hospitalario y a saber desgranarla para conocer el impacto y las características del virus respiratorio", indica Antón, quien también hace hincapié en la contribución de esta experiencia a la promoción y el fortalecimiento del trabajo en equipo.
"Los hospitales ya trabajábamos en equipo, pero la pandemia nos obligó a coordinarnos mejor y eso ha dado como resultado la definición de una red de laboratorios, sobre todo del Institut Català de Salut, que trabajan de forma coordinada en la detección y caracterización del virus para dar respuesta a cualquier evento de salud pública de estas características", señala el microbiólogo para a continuación indicar que "esto es músculo para la próxima pandemia".
Además, esos laboratorios se han dotado de equipos de alto rendimiento para poder analizar miles de muestras diarias, plataformas que los laboratorios se han hecho propias y que permiten automatizar procesos para liberar así a los técnicos de actividades rutinarias con el fin de que puedan dedicarse a otras labores.
A punto para la siguiente pandemia
En definitiva, tal y como asegura Antón, "volverá a haber una pandemia y estaremos mejor preparados para gestionarla y hacerle frente". Es cierto que en 2020 hubo cosas que se podrían haber mejorado, pero es que siempre existe margen de mejora.
Por ejemplo, entonces se vivió un desabastecimiento de reactivos, sobre todo en los primeros meses, cuando éstos no llegaban con la continuidad deseada debido a que dependíamos de Estados Unidos para su suministro y este país cerró sus fronteras. "Eso nos ha ensañado que debemos apostar por producir las cosas en España para no depender de otros países", comenta Antón.
Pero incluso con esos errores o carencias, "la pandemia ha hecho que sepamos qué hacer ante una alerta sanitaria". "Ahora, lo importante ante una posible nueva alerta no es tener reactivos o disponer de los equipamientos que se habilitaron para la Covid, sino que hemos aprendido a reaccionar en menos tiempo que en 2020", destaca Antón, quien señala que "de cada alerta sanitaria se aprenden cosas".