Violencia machista
Prisión para el hombre magrebí que mató a su mujer embarazada en Manresa: la asfixió por celos
El acusado espiaba los mensajes de Whatsapp en el móvil de la víctima
El juzgado de violencia sobre la mujer de Manresa ha enviado a prisión provisional sin fianza al hombre detenido el lunes por presuntamente matar a su pareja, que estaba embarazada de cuatro meses, el 6 de mayo.
El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha explicado que la causa no ha sido declarada secreta y está abierta por un presunto delito de homicidio consumado, y el hombre se ha acogido a su derecho a no declarar en el juzgado.
En el auto de prisión, la jueza expone a partir del atestado policial que a las 8.49 horas un amigo del detenido, por orden de él, llamó al 112 y dijo que la mujer había caído por las escaleras de su casa, tres escalones que separan la cocina del comedor, y se había dado un golpe en la cabeza.
Los técnicos del Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM) encontraron el cadáver “en una posición antinatural y no parecía compatible con una caída por las escaleras”, y tenía un golpe en la cara y otro en el abdomen.
El médico forense de guardia “también apreció que la causa probable de la muerte no era una caída por las escaleras, sino una asfixia mecánica” porque la mujer tenía marcas alrededor del cuello y tenía restos de espuma en la boca.
En el piso encontraron restos de sangre fuera apartados de la zona donde estaba el cadáver: había en el grifo y el fregadora de la cocina, en la zona del interruptor del baño, en un cubo y en el mango de la fregona, y los Mossos d’Esquadra que registraron el piso detectaron que “alguien había fregado el suelo de la cocina y aparecieron huellas en la zona que había sido limpiada”.
Por eso, la jueza cree que “todo apunta a que alguien movió el cuerpo de la finada desde la zona de la cocina hasta las escaleras para simular una caída accidental”.
La jueza sospecha que la noche anterior, cuando la mujer salió de trabajar sobre las 22 horas, se fue a casa de su ex pareja, donde también estaban su actual pareja --el detenido-- y dos amigos de él.
Allí estuvieron tomando alcohol y cocaína --algunos testigos han declarado que la mujer no consumió y otros que sí--, y según han contado los testigos al sospechoso no le pareció bien que la mujer estuviera allí, “según parece le molestaba que ella lo estuviese pasando bien” y decidió llevarla a casa para luego volver él solo a la fiesta.
Los testigos también han contado que mientras estaban en la fiesta “había tensión entre la víctima y el detenido y el detenido dijo en algunas ocasiones ‘esta noche voy a dormir en la cárcel’ en árabe”.
Sobre las 23 horas, el hombre la llevó al piso que compartían y “cuando se marcharon se fueron gritando y discutiendo, y al llegar al domicilio, según apunta la unidad investigadora, continuó la discusión, que todo apunta fue por celos” porque la mujer quería volver con su ex.
La jueza tiene “indicios muy fundamentados para creer que el investigado estuvo revisando el teléfono” de la mujer y cree que vio una conversación entre ella y su expareja en la que la mujer le decía que le hubiera gustado quedarse más rato y le decía que le quería.
Esa misma noche, la mujer habló por teléfono con su prima, le dijo que no estaba bien con su pareja y hablaron de la posibilidad de que fuera a dormir a casa de ella, y durante esta conversación, el hombre “le quitó el teléfono de las manos”.
La hipótesis de la investigación es que después de esta conversación el hombre “la agredió dándole varios golpes (constan traumatismos en la cabeza y el abdomen) y finalmente la asfixió, poniendo fin a su vida”.
Después, el hombre volvió a la fiesta en casa del ex de la mujer y dijo que había dejado a su pareja “borracha y durmiendo”, algo que sorprendió al resto porque según dos de los testigos la mujer no estaba ebria cuando se marchó.
Los testigos también han señalado que el sospechoso “estuvo mucho rato fuera” cuando fue a acompañar a la mujer, más del necesario teniendo en cuenta que las dos viviendas están muy cerca, y que al volver le notaron muy nervioso.
Más tarde, sobre las 6.30 horas, el hombre pidió al ex novio de la víctima --que era el anfitrión de la fiesta-- que le prestara unas zapatillas a su amigo, diciendo que iba con chanclas y tendría frío, a la vez que “ordenó” a ese amigo que lo acompañara a su casa.
Al llegar lo hizo esperar fuera, algo que la jueza califica de sospechoso, y según ha contado este amigo se fue a tomar un café en la terraza de un bar cercano --como ha corroborado el camarero--, y mientras estaba allí escuchó como el sospechoso “hablaba por teléfono con su madre en árabe con el manos libres y le decía que ‘había hecho algo muy grave’, y la madre le respondía que ella ya le había dicho que no ‘se pusiera nervioso con ella’.
En una nueva llamada a su madre le dijo que “no sabía lo que iba a hacer”, y cuando volvieron a llegar a su casa hizo entrar al amigo, le dijo que se había encontrado a la mujer en el suelo al final de las escaleras y le pidió que mirara si tenía pulso.
El amigo le replicó que lo mirara él mismo, ante lo que el sospechoso se puso agresivo y según ha declarado el amigo le dio dos puñetazos, y después “le ordenó, bajo amenazas, que llamara al 112″, y finalmente el amigo lo hizo y en la grabación de la llamada se escucha de fondo la voz del detenido indicándole lo que tiene que decir.
A partir de las declaraciones del entorno de la víctima, la investigación ha “corroborado que el detenido es una persona agresiva, que agredía de manera habitual a la víctima, que incluso había llegado a tenerla retenida en ocasiones para evitar que la gente viera las marcas de violencia que él le había provocado, y que tenía además también una actitud celosa, controladora y posesiva”.
La instructora cree que “el móvil del homicidio fueron los celos motivados por los mensajes de Whatsapp” que la víctima envió a su ex después de irse de la fiesta, y por la sospecha de que ella lo quería dejar para volver con su ex.
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