Crucero de Instrucción
Tradición y modernidad
Cómo felicitaba Salvador Dalí las Navidades
El artista ampurdanés realizó a lo largo de su carrera numerosas obras inspiradas en estas fiestas
Hubo una época en la que todo era analógico, en la que la gente se enviaba cartas y felicitaciones por escrito en unas cosas amarillas que había en muchas calles que se llamaban buzones. Como dijo Jaime Gil de Biedma, ya no volveremos a ser jóvenes porque todo es digital, lo que supone que nos perdamos, por ejemplo, aquellos tarjetones que se enviaban por estos días para desear lo mejor en las navidades y que el próximo año fuera mejor que este.
Salvador Dalí realizó a lo largo de su extensa carrera algunas de esas felicitaciones, poniendo su imaginario al servicio de abetos, representaciones de Papa Noel o los tres Reyes Magos, además de una personalísima mirada a lo que era el Nacimiento de Jesús.
Probablemente la serie más conocida fue la que el artista realizó entre 1958 y 1976 para la firma farmacéutica Hoechst Ibérica, un conjunto de 19 felicitaciones con todo tipo de alegorías sobre lo navideño. La principal particularidad de estas obras es que iban acompañadas de un breve texto manuscrito en el que el propio Dalí comentaba sus intenciones con su personalísimo estilo. Por ejemplo, en la primera de todas, Dalí trazó un gran abeto formado por alas situado en uno sus típicos escenarios ampurdaneses, hecho que era contemplado con un padre –con barretina– y su hijo. Como explicación el pintor añadía de su puño y letra que «las alas de la mitología Nórdica se posan en el árbol de Navidad mediterránea, erecto en la geología Española». Por cierto, el conjunto de originales fue finalmente subastado en París en 2019.
Otro ejemplo interesante de esta producción daliniana la encontramos en la portada de una revista en la que el artista colaboró en algunas ocasiones. Eso es lo que se constata en el número de «Vogue» del 1 de diciembre de 1946 donde Dalí demuestra toda su buena mano para trazar una de sus tradicionales imágenes dobles, en esta ocasión jugando con un rostro sacado de una obra clásica, situada en un entorno nevado y coronado con un luminoso abeto. No se puede olvidar que para el padre de los relojes blandos la participación en revistas ilustradas de este tipo era un extraordinario vehículo con el que darse a conocer. Nadie como él, con el permiso posterior de Andy Warhol, supo sacar más partido a los medios de comunicación del siglo XX, ya fueran publicaciones o televisión.
Hallmark es una de las marcas icónicas de Estados Unidos dedicada desde hace años a la edición de tarjetas navideñas que se envían por todo el mundo. Por eso, no es raro que pensaran también en Salvador Dalí como el autor de aquellos tarjetones. La experiencia no fue muy fructífera porque la mirada moderna del de Figueres no acabó de convencer a un público conservador que esperaba que el pintor fuera lo más tradicional posible. La serie llegó a las tiendas en 1948, el año en el que Dalí regresaba a España tras su personal «exilio» y tras demostrar su devoción por el catolicismo. Algunas de las acuarelas que firmó para Hallmark siguen siendo algunos de sus mejores trabajos, como un Papa Noel con cajones. Pese a los problemas, la misma empresa volvió a contratar a Dalí diez años después para el mismo cometido.
Pero no todo estaba destinado al público estadounidense. Durante los años setenta, Dalí entregó cada año al periódico «Los Sitios» una felicitación que era en muchos casos el resultado de un dibujo rápido a tinta china, jugando con los tres Reyes Magos y la estrella, algo que realizó de manera gratuita.
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