Govern

El control de los Mossos enfrenta a los soberanistas

Los graves altercados y el papel del cuerpo, cuestionado por la CUP e incluso por JxCat dificultan la negociación de ERC

Despliegue de los Mossos en Barcelona en una manifestación por la libertad de Pablo Hasél
Despliegue de los Mossos en Barcelona en una manifestación por la libertad de Pablo HasélAlejandro GarcíaAgencia EFE

Un detalle sirve para ilustrar la situación de provisionalidad política que vive Cataluña, en plena digestión del 14-F y con una oleada de disturbios que se alarga ya una semana: ayer, tuvo que ser Pere Aragonès, candidato a la presidencia de ERC, quien saliera al paso y defendiera públicamente al consejero de Interior, Miquel Sàmper (JxCat) tras las críticas de la última semana por la actuación de los Mossos en los disturbios a raíz del caso Hasel.

Cuestionado incluso desde su propio partido –la formación de Laura Borràs, la misma que dirige actualmente la consejería, tildó la semana pasada de «lamentable» el papel del cuerpo–, lo cierto es que la gestión política y policial de los altercados ha irrumpido con fuerza en las negociaciones para formar Govern, con la CUP exigiendo la supresión de la unidad antidisturbios y cambios profundos ante el creciente enfado interno del cuerpo.

Por ello, Aragonès tuvo que esforzarse ayer en cerrar filas con los agentes –«todos los trabajadores públicos tienen mi confianza», repitió en varias ocasiones– y en tratar de desligar el debate policial de las negociaciones entre partidos para conformar un Govern independentista. ERC y el presidente en funciones apuestan en este sentido por trasladar la discusión al Parlament durante la próxima legislatura y abordar ahí profundos cambios de forma «serena» y «con cierta distancia», no sin renunciar a «profundizar y poner al día» el modelo de «policía democrática» de Cataluña, en palabras de Aragonès.

Y es que desde Esquerra intentan medir al máximo las palabras entre el cierre de filas con los Mossos y el discurso de la CUP, cada vez más vehemente contra la policía autonómica. Así, Aragonès rebajó los altercados a episodios protagonizados por «grupos minoritarios» que nada tienen que ver «con los que defienden la libertad de expresión» y apostó por una investigación interna para determinar si ha habido «mala praxis» en algún caso. Un argumento, el de «grupos absolutamente minoritarios», compartido por Junts.

Comisión específica

Sin embargo, los postconvergentes van más allá, reclaman una comisión específica en el Parlament sobre el modelo de orden público y algunos de sus dirigentes –con el expresidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell, a la cabeza– ya se han posicionado cerca de la CUP criticando con dureza la unidad antidisturbios de los Mossos.

A todo esto hay que añadirle el malestar dentro del cuerpo policial, que la consejería de Interior ha tratado de sofocar este fin de semana pasado con una reunión de urgencia. «Es una aberración que nos acusen a la primera de cambio», aseguraron los sindicatos a través de un comunicado, además de pedir una «defensa explícita» del cuerpo que ayer Aragonès empezó a ejercer, una semana después de que arrancaran los altercados y en plena gestión del post 14-F. El PSC de Illa aprieta y ha reclamado la comparecencia del republicano y de Sàmper en la Cámara.