Turismo

Desfiladeros, cuevas y cecina por el norte de León

El entorno de Boñar y Vegacervera esconde numerosos tesoros naturales aún por descubrir

Interior de la cueva de Valporquero
Interior de la cueva de ValporquerolarazonLa Razón

Nuestra ruta por tierras castellano y leonesas nos lleva a la montaña central leonesa, que alberga uno de los paisajes más bellos del norte de España. Nuestro camino arranca en Boñar, considerada la capital del Porma, y aquí de obligada visita, dos emblemas de la localidad, "El maragato en la torre" y "El Negrillón", un árbol del siglo XVI petrificado y símbolo local. Y para empezar bien la mañana un buen café con un Nicanor, una masa de hojaldre muy rica.

A partir de aquí empezamos a atravesar pequeños pueblos como la Vecilla, que conserva una torre medieval del siglo XIV. Y cerca de Aviados, con las ruinas de su famoso castillo se llega a Torío, a la zona minera de Robles y Matallana. Siguiendo el cauce del río Torío, el paisaje va cambiando poco a poco hasta llegar a una de nuestras paradas, el precioso pueblo de Vegacervera, donde es pecado no probar su especialidad la cecina de chivo. Un pueblo pequeño, pero donde aún se elabora de manera artesanal sus embutidos, donde además de la cecina destaca el queso, pero sin olvidarnos de sus sorprendentes yogures y cuajadas.

El río Torío a su paso por Vegacervera
El río Torío a su paso por VegacerveraIcal

Paz y tranquilidad es lo que se respira en esta localidad que nos invita a nuestro siguiente punto, las Hoces de Vegacervera. Las aguas del río Torío a lo largo de los años han conformado este bello y cerrado paisaje, donde la erosión de la piedra de las montañas han creado paredes verticales de más de cien metros de altura. Hay muchas rutas, algunas de ellas circulares, a través de sendas caminos y carreteras habilitadas.

Hoces de Vegacervera
Hoces de VegacerveraIcal

También es muy recomendable atravesarlas en coche por la carretera, a una velocidad prudencial, ya que así nos dirigimos hasta otro de los tesoros que esconde la provincia como son las Cuevas de Valporquero. Hay que ir despacio, ya que subimos montaña y la carretera está llena de curvas, algunas de ellas muy cerradas. Valporquero se halla a 1.370 metros de altura, y en invierno suele quedar aislado por la nieve. Lo primero que hay que hacer, antes de adentrarnos en la cueva es disfrutar de un paisaje embriagador desde el mirador de la Atalaya.

Y llegamos a la cueva. Conocida por los lugareños desde hace siglos fue explorada por espeleólogos a mediados del siglo XX y años más tarde se abría al público. Sorpresa, esa es la palabra cuando accedemos a ella, por sus impresionantes estalagmitas, coladas y columnas con salas como la Gran Rotonda, de 20 metros de altura y de amplia superficie. Y al igual que Madrid, aquí también hay una Gran Vía que nos lleva hasta la Sala de las Maravillas, el gran tesoro de Valporquero con incontables estalactitas y estalagmitas. Pero también los más pequeños pueden descubrir parecidos razonables como el Fantasma o la Virgen y el Niño. Y una experiencia única es el silencio de la cueva solo interrumpido por el discurrir del agua.

Cueva del Valporquero
Cueva del ValporqueroIcal

Hay recorridos guiados por la cueva, tres clases, pero también se ofrece una aventura espeleológica que incluye toboganes, saltos, rápeles en cascada o nadar para atravesar lagos. Una experiencia única la vez que recomendable. Pero habrá que esperar hasta el mes de abril para visitarla.