Turismo
Conoce una ruta de ensueño que no te puedes perder por tierras burgalesas
Nos adentramos por los sabinares del Arlanza, en dirección Silos y Lerma, con una parada con reminiscencias de “spaguetti-western”
Con la llegada del buen tiempo apetece y mucho perdernos durante un día en algún paraje desconocido de los muchos que existen en Castilla y León. Desde LA RAZÓN le proponemos uno de ellos, muy interesante, que conjuga a la vez, naturaleza, patrimonio, religión y cine, sin olvidarnos de la rica y amplia gastronomía existente en esta zona elegida. Nos acercamos, concretamente, hasta la provincia de Burgos al Parque Natural de los Sabinares del Arlanza, un espacio donde se encuentran los más extensos y mejor conservados sabinares de todo el planeta, y alguna de las sabinas supera los 2.000 años, casi nada.
Pero enclavado en este lugar se encuentra un lugar que hará las delicias de los niños, como es el desfiladero de la Yecla. Una profunda y estrecha garganta excavada en los espesos bancos de caliza que se puede recorrer de manera fácil por una serie de paralelas. Antes de iniciar el recorrido, y si hay suerte, se puede observar una abundante población de aves rapaces sobrevolando el cielo.
La ruta por el desfiladero es corta, apenas un kilómetro de distancia, aunque desde este año se ha alargado un sendero que llegar hasta Santo Domingo de Silos, con la puesta en marcha de un puente de 20 metros de longitud. En algunos tramos es angosto, pero en todo momento muy seguro, aunque en algunos puntos la intensidad de la luz es mínima.
El paisaje merece la pena, pequeñas y numerosas caídas de agua, y su sonido, ante el silencio de la zona, no deja indiferente a nadie. Un acierto seguro si viaja con niños.
Nuestra parada siguiente es Santo Domingo de Silos, que ahora, desde La Yecla se llega a través de un agradable paseo. Un pueblo coqueto y pequeño, donde se come de vicio y que cuenta con una de las grandes atracciones de la zona como es la abadía benedictina y que cuenta con un claustro magistral del románico español. Y en el jardín central el famoso ciprés que glosara en su día Gerardo Diego con aquellos versos que comienzan “Inhiesto surtidor de sombra y sueño/ que acongojas el cielo con tu lanza/ sombra que a las estrellas casi alcanza...”.
Un clausuro de doble planta con 60 arcos en cada una de ellas, con 64 capitales a cada cual más original, obras maestras de la iconografía románica y donde se representan escenas bíblicas o evangélicas, hasta animales quiméricos y toda clase de vegetación. En la visita también se puede contemplar la antigua botica, donde se conservan 400 volúmenes antiguos y un museo con una importante colección de obras relacionadas con la zona, donde se pueden ver pinturas, orfebrería y esculturas o el cáliz que utilizaba Santo Domingo de Silos en el siglo XI.
Tercera parada, el cementerio burgalés de las 5.000 tumbas vacías. A escasos kilómetros de la villa benedictina se halla este paraje, ideal para los más cinéfilos. El cementerio de Sad Hill. Se trata del camposanto más divertido de España, en un amplio valle que fue elegido por Sergio León, allá por el año 1966, para rodar la escena final del clásico western “El bueno, el feo y el malo”, con Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef, como protagonistas.
Un cementerio de ficción y un atractivo turístico para curiosos, ya que la mayor parte de las tumbas se encuentran apadrinadas, de ciudadanos de la calle hasta el propio Clint Eastowood, Ennio Morricone, Mettalica, Fito o David Summers entre otros. Merece la pena detenerse en este lugar y recorrer los amplios pasillos por que algunas lápidas llaman la atención y algunos nombres nos van a sorprender. Y mucho.
Y finalizamos nuestro recorrido en uno de los pueblos más bonitos de España, aunque hablando de Burgos, son muchos los que podemos etiquetar ahí. Nos referimos a la villa ducal de Lerma. Su centro histórico es la gran herencia de un pasado glorioso donde se dieron cita los mejores arquitectos de la época. De hecho su Palacio Ducal es una maravilla que uno no debe perderse. Actualmente es el Parador de Turismo.
Pero también cuenta con verdaderas exquisiteces como el Monasterio de Santa Clara, la Colegiata de San Pedro o el Convento de San Blas. Y uno no puede dejar de visitar el “pasadizo del Duque”. Y para finalizar esta ruta le proponemos comer en alguno de los ricos asadores de la localidad. Para chuparse los dedos.
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