Barcelona
El implante osteointegrado llega a los amputados
Una nueva técnica introduce en el propio hueso una pieza que evita el apoyo de la prótesis externa en el muñón y mejora su funcionalidad
Carmelo Almazán tuvo la mala suerte de perder su pierna izquierda a consecuencia de un accidente de moto. Un coche le adelantó a demasiada velocidad seccionándole la extremidad. Como a la práctica totalidad de personas en su situación la única solución a su problema pasaba por el uso de una prótesis tradicional con su encaje (pieza en forma de cazoleta que se adapta al muñón resultante de la amputación haciendo ventosa). Sin embargo, éstas resultan incómodas y poco funcionales.
Durante cinco años estuvo buscando alternativas que mejoraran los dolores y molestias derivadas de su uso y probó todo tipo de prótesis y encajes sin éxito hasta que, un día, se enteró de que en un hospital de Madrid estaban utilizando una nueva técnica y no dudó en trasladase desde Soria para probarla. El resultado no le decepcionó. «No hay comparación, hay veces que hasta se le olvida el bastón –cuenta su mujer– lo que antes era impensable». Se trata de un nuevo procedimiento que se basa en la osteointegración de un implante de carga distal para amputados transfemorales (de fémur) que se aplica en el Hospital Virgen del Mar, de Madrid. Rafael Delgado Velilla, del Servicio de Traumatología de este centro, lleva cinco años empleándolo en Madrid y Barcelona. «No se hace en ningún otro en el mundo –asegura– pese a que se usa de toda la vida, aunque no para esto, porque nadie se lo había planteado».
Esta nueva técnica introduce una pieza en el interior del fémur del propio paciente (el vástago) para que se integre con el hueso y lo envuelva. De esta forma se evita el apoyo de la prótesis externa sobre el muñón, axializa la extremidad amputada y mejora la dinámica de la marcha. Además, consigue que la persona sienta como propia la prótesis, lo que se conoce como propiacepción. La implantación del vástago se puede hacer en el mismo momento de la amputación lo que tiene menor impacto físico y psicológico sobre el paciente, le permite ganar en resistencia, pues aumenta su autonomía y necesita menos apoyos, alivia sus molestias en el muñón y mejora su fémur. «Con las prótesis tradicionales el hueso no tiene carga porque el peso se apoya en el ísquio, el músculo se queda atrófico y el fémur osteoporótico por lo que es común que se produzcan fracturas. Con la osteointegración el hueso trabaja y la pierna vuelve a funcionar igual que antes», cuenta Delgado Velilla. Además, reduce la mayoría de problemas asociados. «Antes me hacía heridas, era muy incómodo, se me movía y, como me apoyaba directamente en la ingle, me hacía mucho daño», cuenta Carmelo.
Aún está en fase clínica y de momento la han realizado en una decena de casos. Calculan que en un año y medio o dos habrán podido llevar a cabo los 30-40 necesarios para completar esta fase. «El problema es que no se conoce y, aunque su coste es de alrededor de 15.000 euros (pues no está financiada por la Seguridad Social) incluyendo vástago, cirugía, hospitalización y prótesis, «no es tan caro si se tiene en cuenta que una prótesis cuesta unos 25.000 euros y no incluye ni el encaje, que hay que cambiar cada cinco años, ni las siliconas para evitar rozamientos, que se renuevan anualmente». Tan sólo no es aplicable en caso de que no haya hueso suficiente (fémur de al menos de 16 cm.), sobrepeso mayor de 100 kg. o que el paciente tenga alguna enfermedad que impida la cirugía (vascular, sistémica u osteoporosis).
✕
Accede a tu cuenta para comentar