Curiosidades
Estas son las leyendas negras más famosas de Zaragoza: historias para ambientar Halloween
Zaragoza, una ciudad cargada de misterio, guarda leyendas que aún hoy estremecen a sus habitantes: voces inexplicables, apariciones y sucesos trágicos se esconden en sus calles
Zaragoza es una ciudad con siglos de historia, y, como todo lugar que ha perdurado durante tanto tiempo y ha sido hogar de diversas civilizaciones, está cargada de leyendas oscuras que revelan el lado más enigmático de sus antepasados. Fantasmas, brujas, demonios y maldiciones recorren las calles zaragozanas, entre lamentos y misterios que pueden poner la piel de gallina.
Las leyendas negras trascienden la barrera de creer o no en lo sobrenatural, ya que, en realidad, estas se convierten en parte del legado cultural y la tradición de un lugar. ¿Qué sería Salem sin sus historias de brujas o el lago Ness sin su icónico monstruo? El territorio aragonés no se libra de estos misterios, y mucho menos su capital.
1. La leyenda de la Dama Blanca de la Alfajería
La Aljafería es uno de los monumentos más importantes de Zaragoza; de hecho, hoy en día sirve como recinto para las Cortes de Aragón. Este palacio fortificado, con un pasado que se remonta a la época musulmana en la península, es un símbolo del poder árabe, pero también el hogar de una de las leyendas más icónicas de Aragón: "la novia de blanco" o "la mujer de las perlas" de la Aljafería.
Todo se remonta a los tiempos en que el palacio era utilizado como residencia real por los Reyes Católicos. Se dice que una joven noble fue asesinada en una de sus habitaciones por no confesar que había conocido varón antes de su matrimonio. El relato cuenta que su marido, al descubrir que no era "pura," la estranguló con el collar de perlas que ella llevaba al cuello, regalo de su amante.
2. El exorcismo de la Casa del Duende
La Casa del Duende, ubicada en la calle Gascón de Gotor número 2 de Zaragoza, cuenta con una de las historias de apariciones y fenómenos extraños más famosas de la ciudad e incluso del país. En el siglo XIX, esta pequeña vivienda fue conocida por la serie de sucesos inexplicables que aterrorizaban a sus habitantes. Desde sombras que se deslizaban por las paredes hasta ruidos inquietantes en la noche, la casa se convirtió en un lugar que todos temían y evitaban.
Para 1934, la vivienda volvió a ser protagonista. Una enigmática voz que parecía emanar de una hornilla de gas causó un gran revuelo. Incluso el gobernador de Zaragoza, el señor Otero Mirelis, aseguró haber escuchado con claridad cómo esa voz extraña dialogaba con todas las personas que entraban en la habitación. Asimismo, el prestigioso periódico británico The Times publicó la noticia en sus páginas.
El 25 de noviembre, Asunción Jiménez Álvarez, reconocida espiritista de la región, intentó contactar con la enigmática voz en una sesión de espiritismo. Sin embargo, la sesión concluyó trágicamente cuando la médium falleció repentinamente debido a un colapso.
3. El Cementerio de Torrero
El cementerio de Torrero, inaugurado en el siglo XIX, es mucho más que un lugar de descanso eterno; es un lugar cargado de leyendas, apariciones y fenómenos inexplicables. El cementerio alberga tumbas de personajes históricos y políticos importantes, y en ciertos sectores, se dice que se experimenta una atmósfera especialmente densa.
Entre las historias más inquietantes está la de un vigilante que, a principios del siglo XX, aseguraba ver figuras fantasmales en las noches de invierno. El hombre reportó haber visto a una mujer vestida de negro, flotando entre las tumbas y desapareciendo tras algunos árboles. También existen relatos de niños y jóvenes que juegan a ser valientes en la noche y han jurado escuchar susurros o ver sombras que los siguen entre los mausoleos.
4. La plaga de las ratas del Ebro
Uno de los desafíos más desconcertantes que tuvo que enfrentar la ciudad fue una plaga de ratas en el siglo XIX. Los roedores comenzaron a invadir las calles, procedentes del río Ebro, y se multiplicaron de forma incontrolable, afectando a toda la ciudad, especialmente a los barrios cercanos al río. Las personas vivían aterradas, pues las ratas no solo devoraban las reservas de comida, sino que también transmitían enfermedades.
La desesperación llevó a los zaragozanos a considerar la plaga como un castigo sobrenatural, y no tardó en surgir la teoría de que una bruja había lanzado una maldición sobre la ciudad, enviando las ratas como agentes de destrucción. El caos reinaba hasta que, de manera inexplicable, la plaga desapareció tras una serie de días de intensas lluvias.
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