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Política

Guerra, “el elefante” en la fiesta de Pedro Sánchez

El presidente, que cargó contra Feijóo, busca el rearme electoral del PSOE y se presenta como heredero de Felipe González en el acto por los 40 años de la victoria de 1982

A Alfonso Guerra le llamaban «el resucitado» porque de bien niño se asomó «al abismo de la muerte». También en sus memorias –«Cuando el tiempo nos alcanza», que son unos versos de Cernuda– niega aquello de «quien se mueve no sale en la foto y al que se aflige, lo aflojan». El PSOE celebró en el Palacio de Congresos de Sevilla los 40 años del histórico triunfo de 1982. El mitin-fiesta sirvió como autocelebración y autoproclamación del «sanchismo» en busca de legitimidad mirando al pasado y en el mismo el foco acaparó a partes iguales a Felipe González, como punta de lanza del tsunami socialista de aquellas elecciones, y a Pedro Sánchez, presentándose como heredero súbito. También estuvieron, paradójicamente, muy presentes los ausentes: Guerra y muchos de los barones socialistas (y por descontado los condenados Chaves y Griñán), el ex presidente Zapatero (que está en Brasil con Lula da Silva) e incluso el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que en aquellos comicios del 82 votó a González y que este día recibió recados tanto del actual jefe del Ejecutivo como del ex presidente por el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Pedro Sánchez llamó directamente al cumplimiento de las leyes, por el parón en la renovación del CGPJ: «La Constitución se debe cumplir de pe a pa, en el Gobierno o en la oposición». Felipe González arrancó recordando a su ex vicepresidente, a medio camino entre la emoción y el reproche tanto al partido como a su ex mano derecha: «Trato de buscar y lamento no conseguirlo a ese personaje singular que levantaba mi mano en la ventana del Palace que era Guerra. Y lo quiero tener en esta mano», señaló González. Aquella mano ahora ausente fue la que mecía la cuna del PSOE durante varias décadas y Sánchez también citó expresamente «a Alfonso» al describir el cambio en el país –aquello de «no lo va a reconocer ni la madre que la parió»– e implícitamente al explicar –Guerra dijo esta semana que no reconoce al partido– que el PSOE mantiene su esencia, que es «la lucha contra la desigualdad». La baja de Guerra –que solo fue invitado tras referirlo en una entrevista– fue «el elefante en la habitación», al igual que los últimos movimientos en torno al CGPJ.

Felipe González: «Trato de buscar, y lamento no conseguirlo, a ese personaje que levantó mi mano en el Palace»

En la búsqueda del rearme de cara a las generales, Pedro Sánchez presentó al PSOE de nuevo como «el partido que más se parece a España» y «también a Europa». Más de 3.800 personas llenaron Fibes como el PSOE andaluz ni intentó hacer en la pasada campaña andaluza. Antes llenaron Susana Díaz –que fue la última en irse: «Me voy ya, que me van a dar una escoba y me voy a poner a barrer»–, Pablo Iglesias y Vox. El ausente Guerra se cuidaría del «mal fario». «En Andalucía empezó todo», señalaron tanto Sánchez como González durante un acto que, incluso musicalmente, fue un «Ochéntame otra vez» en toda regla –de «La Guardia» a «El último de la final» pasando por «Danza Invisible», el grupo de cabecera de Juanma Moreno– y la evidencia de que cualquier tiempo pasado, empíricamente, fue anterior. «Somos el partido que más se parece a España y a Europa. Somos el partido que encarna los valores europeos», insistió Sánchez. «Somos socialistas a fuer de europeístas», explicó. Sánchez, parafraseando a Ortega, señaló que «hoy España no es el problema, pero Europa es más que nunca la solución. «Somos actores y no meros espectadores del futuro de Europa», dijo Sánchez.

Pedro Sánchez presentó de nuevo al PSOE como «el partido que más se parece a España»

El presidente aludió al fracaso de la salida de la UE de otros países. «Socialismo es libertad», citó también Sánchez a González. El presidente del Gobierno criticó «la demagogia», en alusión a Feijóo, y aludió a «los desafíos de un presente incierto». «Busco inspiración en tus gobiernos, Felipe», proclamó. «Somos dueños de la forma en la que respondemos a los desafíos», dijo. «El PSOE es un proyecto de cambio. Un partido libre de cualquier grupo de presión por muy poderoso que este sea. Y a esos poderes que, como hemos visto estos últimos días, tienen atrapados a otros partidos políticos, les decimos que el PSOE es un proyecto autónomo que siempre defenderá y solo servirá a la mayoría social de España. Nunca a una minoría de privilegiados», defendió Sánchez. Entonces fue cuando aludió al cambio en España: «No voy a utilizar la frase de Alfonso, pero os hacéis una idea». «La Constitución se debe cumplir de pe a pa, del primero al último de sus artículos, todos los días del año, se esté en el Gobierno o en la oposición. Que desde partidos políticos se incumpla sin pudor alguno con la Constitución es la derrota de la moderación y el triunfo del extremismo, porque deteriora nuestra democracia y la convivencia. No es nuestro caso. La defensa y el cumplimiento íntegro de la Constitución es nuestra obligación y también nuestra elección», manifestó Sánchez. «Eso también define al PSOE», subrayó. «Jamás se nos ocurre desacreditar a nuestro país», indicó. Tuvo un recuerdo Pedro Sánchez para Rubalcaba, con el público en pie. «Cumplimos en el Gobierno y en la oposición con el mismo rigor». Como escribió Guerra en sus memorias: «La democracia, a veces, funciona como una tela de araña en la que cualquiera puede quedar atrapado, salvo el monstruo que construyó la tela; es su hábitat natural».

González llama a «preservar la convivencia»

Sin papel por delante, como acostumbra, con excepciones como la del velódromo de Dos Hermanas hace once años cuando se reencontró con Guerra en un mitin, Felipe González insistió en que «quien no sabe de dónde viene tampoco sabe dónde va». González aludió al bloqueo del CGPJ y elucubró con el intento de golpe de Estado en el 82. «Antes de ayer, físicamente», insistió, que también era la fecha de la ruptura de la negociación entre Feijóo y Sánchez. «Si a alguien no le gusta una ley, tiene derecho a cambiarla pero no a incumplirla», defendió. «Eso no sirve para estabilizar la democracia ni mejorar las condiciones». «Descentralizar políticamente a España le ha venido muy bien. Centrifugar el poder para enfrentarnos unos a otros no le viene tan bien», dijo. «Hicimos algo más que modernizar España», zanjó, para concluir: «Hay que preservar la convivencia como un tesoro, como hace 40 años».