Política
Doñana enfrenta a Pedro Sánchez con Juan Espadas
El secretario general del PSOE-A, como la Junta de Andalucía, señala que «el acuífero no se toca ni está en peligro» y añade que no va a «dejarle el campo» a Vox
La abstención del PSOE andaluz en el Parlamento a la tramitación urgente de una propuesta de ley de PP y Cs y Vox para ampliar en 1.461 hectáreas (casi 2.000, según los ecologistas) la superficie de regadío en el entorno de Doñana ha abierto la primera gran brecha entre Pedro Sánchez y su candidato elegido para sustituir a Susana Díaz al frente de los socialistas andaluces, con «chivatazos» incluidos a Ferraz. «No entiendo que haya que llamar a papá o a mamá», dijo Espadas. Desde el PSOE-A se apunta a que «en la distancia» la sostenibilidad es más simple. La propuesta de los grupos que sustentaron al Gobierno andaluz aboga por el reconocimiento de unos «derechos históricos» de una serie de agricultores que se quedaron fuera del Plan de la Fresa de 2014. El Condado de Huelva es un histórico granero de votos socialistas. En las últimas municipales alcanzaron el 44% de los votos y 20 puntos sobre el PP. Almonte ha sido incluso el municipio de más de 20.000 habitantes con más votos para el PSOE. El sector supone casi 1.200 millones, el 8% del PIB andaluz, y genera hasta 100.000 empleos. «Me niego a dejarle el campo a la extrema derecha», proclamó Juan Espadas.
Ante el descontento del campo, Vox ha ganado terreno. De ahí que PP y Cs hayan abierto el melón de los regadíos en Doñana, un entorno protegido como Patrimonio de la Humanidad que con sólo nombrarse pone en guardia a las principales instancias europeas. La Junta ha remitido una carta al comisario del ramo, ante la amenaza de sanción, para que visite la zona y compruebe la protección.
La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, envió otra carta al Gobierno andaluz, mostrando la preocupación –ante «los enormes perjuicios, tanto económicos como medioambientales, y también para la imagen de España en el exterior»– por la posible tramitación, para la que el PSOE-A se abstuvo. El secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, admitió los contactos continuos con la ministra y defendió «la autonomía» de su delegación. «La abstención abre una puerta para arreglar un problema y si el Gobierno no lo ve», tratará de mostrarlo. «Me presento para gobernar, no para ser la marca de nadie», dijo.
El acuífero, reconocen todas las partes antes las evidencias, está sobreexplotado. No es que no haya agua para más hectáreas, es que no hay para las que ya se consideran legales. La reserva natural está en riesgo. Con todo, Espadas, como PP, Cs y Vox, defendió la revisión del Plan de la Fresa de 2014 y apela, indirectamente, como el presidente andaluz, Juanma Moreno –que también habló de promesas incumplidas por los anteriores gobiernos–, a los llamados «derechos históricos». «Es como si por traer tabaco de contrabando de Gibraltar se tuviera el derecho de poner un estanco», ejemplificaron los ecologistas. El plan «consiguió calmar, pero no resolvió todo. Hay situaciones injustas», indicó Espadas, que apeló a la paz social en el Condado y defendió que con la abstención los socialistas se sitúan en un hipotético centro. Según Espadas, los contactos con la ministra han sido múltiples e intentó durante dos meses que la norma no llegara al Parlamento. En la práctica su postura es similar a la de Moreno en la búsqueda de «una solución». El presidente andaluz defendió que «no puede ser que los alcaldes no quieran un parque natural» y Espadas dijo que «no se puede proteger Doñana en contra de quien vive en el entorno» y que hay atajar el «problema de gente que tiene caras y ojos». La abstención dividió al propio grupo socialista en el Parlamento. La jornada previa el PSOE-A estaba entre presentar una moción, votar en contra o la abstención. Estas mismas dudas, en relación a la norma de economía circular, subieron el diapasón del posible adelanto electoral ante el aumento del bloqueo en el Parlamento, ya que Vox anunció una enmienda.
Los socios de Pedro Sánchez no han tenido miramientos con Doñana: Garzón habló de «atentado ecológico» y Belarra de «ecocidio». Espadas admitió haber recibido un mensaje de la ministra Ribera pidiendo explicaciones. Fue avisada por algún parlamentario del PSOE-A. El nuevo líder de los socialistas andaluces habría tenido una tensa conversación con la ministra. Espadas defiende que la ministra ha hecho «lo que tenía que hacer», al igual que él, apelando a su «autonomía», al «autogobierno», al 28F y a que no recibe «consignas ni directrices».
Espadas considera que la propuesta aprobada en el Parlamento «es un engaño masivo» pero «no votamos ‘no’ porque el problema existe. No es un sí vergonzante, es otra alternativa». Espadas defiende, pese a la abstención, la vía de las infraestructuras postergadas para acercar agua en superficie mediante un trasvase de los ríos Tinto, Odiel y Piedras a la Cuenca del Guadalquivir. Hay un túnel en fase de licitación y una presa sin siquiera informes técnicos. El portavoz del Gobierno andaluz, Elías Bendodo, reprochó al PSOE que «prometa» el trasvase pero «le tiemble la mano de votar a favor». «El acuífero no se toca porque no hay agua», señaló el abstencionista Espadas en contra del criterio de Sánchez. Tanto con la norma de Doñana, que puede poner en jaque la estrategia de «la revolución verde» de Moreno, como para la continuidad de la legislatura, de facto, Espadas –que trata de postergar los comicios dado su escaso grado de conocimiento y las encuestas–, salvo por la no aprobación de las cuentas, se ha convertido en el gran aliado de Moreno en el final de la legislatura. «Doñana no está en peligro y el acuífero sigue siendo intocable», defiende Espadas.
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