Desindustrialización
La habanera del siglo XXI: Cádiz es Benidorm con dos industrias
La capital gaditana ha perdido el 20% de la población en los últimos 23 años y el 90% del empleo de la Bahía depende de los servicios
El estudio «Industrialización y desarrollo económico en Andalucía» del Centro de Estudios Andaluces muestra la relación entre las comunidades con mayor PIB por habitante (Madrid, Navarra, La Rioja, País Vasco y Cataluña) y las más industrializadas (las mismas cambiando Madrid por Aragón); así como la comparación entre las de menor PIB (Extremadura, Andalucía, Murcia, Galicia y Castilla-La Mancha) y las que menos industrias tienen (que coinciden en el mismo orden con las económicamente más pobres). El análisis detalla la posible relación de causalidad entre desarrollo económico e industrialización. En Andalucía, Linares o Cádiz –con las mayores tasas de desempleo de España– son paradigmas de la desindustrialización de la comunidad y de los sucesivos fracasos de los planes de reactivación. Así, las protestas en la provincia gaditana periódicamente forman parte del imaginario colectivo de varias generaciones: 1977, 1995, 2021. En la última, a cuenta del convenio del metal, se llegó a un acuerdo. En muchas ocasiones, la historia acabó con las industrias marchándose de la bahía. «No queremos ser Benidorm», fue una de las protestas recurrentes de las manifestaciones, pero es muchos aspectos ya lo es.
Antes del conflicto del metal, en tiempo reciente, está el cierre de la planta de Puerto Real de Airbus. En este caso, se salvaron los empleos directos pero se deslocalizó parte de la industria. Aletas, Plan Bahía Competitiva, el velocípedo de Torrot, o Zahav Motor conforman una delantera Stuka que se recita en Cádiz de memoria como paradigma de la desindustrialización creciente. «La Habana es Cádiz con más negritos», cantaba Carlos Cano en la habanera que compuso Antonio Burgos. Cádiz es Benidorm con un par de industrias de capital público, a tenor de las estadísticas. Benidorm tiene unos 70.000 habitantes y unos 8.800 parados. Benidorm contaba con 5.534 empresas activas, con una renta media de 22.742 euros. Cádiz capital tiene unos 115.000 personas, unos 15.300 parados y 6.083 empresas, con una renta media por persona de 29.055 euros.
Una de las consecuencias de la desindustrialización: Cádiz capital ha perdido 1.195 habitantes, el mayor descenso desde 2015, y en los últimos 23 años ha caído un 20% su población. Cádiz se sitúa en un enclave estratégico geográficamente, entre Europa y África. Cuenta con dos puertos marítimos y un aeropuerto en Jerez de la Frontera. También tiene una universidad pública. Dispone de un clima privilegiado y 138 kilómetros de playas. La provincia gaditana recibe incluso el sobrenombre de «Euzcádiz», en vista de los numerosos vascos con segunda residencia, que trabajan en industrias en el norte y veranean en el sur. Vienen los trabajadores de vacaciones pero las industrias permanecen en el norte. La tasa de paro es superior al 23% –casi uno de cada cuatro–, casi diez puntos más que la media nacional y uno más que la andaluza. Hay que considerar que Cádiz cuenta con el apoyo del Estado en sus principales industrias. Todo ello en un único enclave. Navantia junto a Airbus conforman las industrias tractoras que quedan en Cádiz, de las que depende la industria auxiliar y en torno a 20.000 empleos directos e indirectos. La industria de Defensa mueve 4.000 millones y 25.000 empleos en Andalucía.
El último fracaso fue el Plan Bahía Competitiva, que llegó como respuesta al cierre de Delphi, con la promesa de formación de 1.700 trabajadores y medio centenar de millones para la reinserción laboral, muchos de ellos destinados a la empresa de formación del recientemente fallecido ex consejero Ángel Ojeda, cuyo cumplimiento real dirimía la justicia.
La citada Delphi, Cádiz Solar, Quality Food, el caso Rilco... acabaron en los juzgados. Otros planes como el de Las Aletas viven el sueño de los justos, también en los tribunales con sentencias de pago con intereses de demorar para la actual Junta. Una de las causas a las que se apunta para explicar el déficit de Cádiz es la falta de infraestructuras, lo que sería también extrapolable a Huelva, en el occidente andaluz, y a Almería, Granada y Jaén en la zona oriental. El agujero negro de la Andalucía vacía. Algunas de estas infraestructuras son la línea ferroviaria Algeciras-Bobadilla o el Corredor Mediterráneo, que rescata las palabras de Felipe González sobre el AVE y el riesgo de que no llegara a Andalucía si no empezaba a construirse desde el sur. El aeropuerto de Jerez de la Frontera también espera ampliación.
La huelga del metal puso el foco en las necesidades de Cádiz. La otra cara del conflicto –más allá de sus alentadores, como el alcalde de Cádiz, que incluso cogió el megáfono– deriva de la huida de la inversión ante el clima de beligerancia, como señaló el consejero de Hacienda, Juan Bravo. La hemeroteca demuestra que, en línea con lo que dijo la Anticapitalista Teresa Rodríguez o los miembros de Podemos del Gobierno, Madrid sólo mira a Cádiz, al margen de las vacaciones, si arden los contenedores. Carnaval, adoquines, vacaciones y silencio.
¿Pero la escasez industrial siempre fue así? El Atlas de Historia Económica de Andalucía del IECA documenta el desarrollo económico de la comunidad entre los siglos XIX y XX. «El pasado industrial andaluz desmonta falsas creencias», señala. Según el Cuaderno de Andalucía titulado «Industrialización y desarrollo económico en Andalucía», hacia 1900 las fábricas andaluzas «con el sistema austrohúngaro se acercaban a la treintena y se habían localizado en los núcleos urbanos más importantes y con conexión ferroviaria: ocho en Cádiz, seis en Málaga, cinco en Granada, cuatro en Sevilla, tres en Córdoba y una en Jaén». La red industrial estuvo distribuida por toda la región, con tres núcleos principales como Sevilla, Cádiz/Jerez y Granada. «En 1936-1959 la red industrial andaluza se localizó básicamente en torno a Sevilla y a la zona gaditano-jerezana, dos áreas que, a su vez, aumentaron su interrelación». Junto a Barcelona, la segunda zona franca que se habilitó para la construcción de una factoría de Cepsa fue Cádiz en 1929, pero ninguna de las dos se levantó finalmente.
Asimismo, también hay que señalar la concentración del empleo en Sevilla y Cádiz: entre ambas absorbían casi el 40% de la industria agroalimentaria a principios del siglo anterior. Más recientemente, la industria agroalimentaria ha seguido progresando en su importancia en el empleo industrial: hacia 1990 ocupaba al 30 % del empleo industrial en Andalucía, siendo las provincias de Sevilla y Cádiz las más destacadas.
En la economía regional, la industria mantiene una contribución muy estable hasta los años finales del siglo XX, siempre algo por encima del 20% del Valor Añadido Bruto regional. El fuerte proceso de terciarización de las últimas décadas ha reducido significativamente el peso de la industria. Según el informe «La estructura productiva territorial de la Bahía de Cádiz» de la Junta, el 90% del empleo depende de los servicios y apenas el 4% de la industria.
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