Mario Biondo
Lo que no se vio en el documental sobre Mario Biondo
La serie de Netflix no cierra las incógnitas en torno a la muerte del cámara
"Las últimas horas de Mario Biondo" ha resultado ser como las risas enlatadas de una sitcom: una indicación que te avisa de cuándo tienes que reír, o en este caso, de cuándo tienes que convertir la compasión en rechazo. Netflix anunció esta serie como un "true crime" que arrojaría nuevos datos sobre este mediático caso, pero la realidad es que en estedocumental no hay investigación, ya que desde el principio se acepta la versión oficial del suceso y hay un desfile de testimonios que se dedican a subrayar la tesis del suicidio una y otra vez,haciendo que laspalabras de la familia Biondo se deformen y se conviertan en delirios fruto de un duelo mal llevado.A través de un montaje malicioso, cada vez que se dice algo que contradice a la familia, se utilizan imágenes de alguno de los Biondo con expresión de haber sido "cazado".
Se trata de un montaje al que se le ven las costuras, y eso hace que inevitablemente volvamos a la génesis del proyecto y nos preguntemos por qué Guillermo Gómez Sancha, ex mánager de Raquel Sánchez Silva, querría producir este documental y erigirse como narrador omnisciente del mismo. Los insultos de Santina d'Alessandro a Raquel Sánchez Silva son reales, pero no es lo mismo que te lo cuenten como los delirios de una madre enajenada y obsesiva o como la reacción de una madre desesperada por la impotencia de no saber qué pasó con su hijo. En ningún caso es justificable la actitud de la señora Biondo, pero centrar tantos minutos de metraje en retratar a un personaje esperpéntico hace que algunos nos preguntemos si hay algo más allá de los márgenes de esta historia, y lo hay, pero no en este documental.
No hay rastro de Enrique, primo de Raquel Sánchez Silva, que fue llamado a declarar después de acceder de forma remota al ordenador de Mario y borrar casi 1.000 GB.Tampoco se menciona el programa espía que había instalado en el ordenador del cámara. Se echan en falta las declaraciones de Raquel Sánchez Silva frente a la justicia italiana y sus repetidos "no me acuerdo", así como el instante en el que dice no conocer al traficante con el que presuntamente contactó Mario, para que después se confirmase que lo conocía desde 2008. Se menciona que Mario sufría azoospermia, pero no se apunta que la pareja tenía una cita el 5 de junio para realizar una fecundación in vitro, por lo que Mario tenía que permanecer sin eyacular durante los días previos.
Cuando se habla del momento en el que Santina subió las fotos del cadáver de su hijo, aportadas por la policía científica, Guillermo Gómez Sancha afirma que, de toda esta historia, es lo más repugnante que ha podido ver, perono comenta que dichas fotos revelaban una marca de ahorcadura completa en el cuello de Mario, lo que para algunos especialistas descartaba la teoría del semi ahorcamiento con una pashmina.
Vemos a muchos expertos y a pocos testigos. Se habla de la vecina (que no de sus distintas versiones), del supuesto encargado del club Baronet, de Nacho Leonardi… Pero en ningún momentodan su versión frente a la cámara. También se habla mucho de Raquel Sánchez Silva y Mario Biondo, quienes tampoco hablan, la primera porque no quiere y el segundo porque no puede. Dicen que "quien calla otorga", y en esta producción se callan muchas cosas por lo que es inevitable pensar que hay una intención por crear una narrativa determinada, y que las risas enlatadas sigan diciéndonos cuándo reír.
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