Dublín
Dublín en cuarenta y ocho horas únicas
Desde visitar las localizaciones dublinesas con más encanto hasta degustar el sabor de su famosa Guinness, sin olvidar escuchar las historias irlandesas que en sus pubs se narran. Así de “únicas” pueden ser cuarenta y ocho horas.
Desde visitar las localizaciones dublinesas con más encanto hasta degustar el sabor de su famosa Guinness, sin olvidar escuchar las historias irlandesas que en sus pubs se narran. Así de “únicas” pueden ser cuarenta y ocho horas.
La ruta arranca en el mismo corazón de Dublín, en Suffolk Street, donde se encuentra la oficina de información y turismo de la ciudad. En ella se puede recoger la información necesaria para esta aventura y adquirir una Dublín Pass de dos días. La tarjeta incluye todos los transportes públicos de Dublín, así como la entrada para algunos de los lugares más destacados de la ciudad: la Catedral Christ Church, el Castillo de Dublín o el Guinness Storehouse, entre otros. Ofrece más de treinta sitios de interés turístico, por lo que su precio es rápidamente amortizado.
En la misma calle de Suffolk Street, se yergue en forma de estatua una de las leyendas urbanas más conocidas de Dublín: la de Molly Malone. La figura de esta muchacha nace de una antigua canción compuesta alrededor de 1880 que cuenta la historia de una hermosa pescadera que murió en plena calle. Según la letra de la melodía, su fantasma continua arrastrando el carro de berberechos y mejillones que forma parte de su imagen idealizada. Muy cerca de ella se encuentra un pub, O`Neill`Bar, donde poder almorzar mientras se escucha su historia.
Una de las opciones para continuar es la visita al Trinity College, la universidad más antigua de Irlanda. Situada en pleno centro de la ciudad y construida sobre un anterior monasterio agustino, ocupa una superficie de 190.000 metros cuadrados. La atmósfera que emana del recinto evoca a grandes escritores que pasaron por sus aulas, como Oscar Wilde o Bram Stoker. Deambular contemplando los edificios que la conforman es un paseo a través de cuatro siglos de historia.
El mayor reclamo turístico que tiene la universidad de Trinity College es la belleza de su biblioteca. Su sala principal se extiende en un interminable pasillo de 65 metros de largo que contiene más de 200.000 volúmenes. El olor a viejo papel mezclado con la madera de estanterías y abovedados techos es tan denso que casi se palpa. Unos bustos de mármol rompen con su blancura el color oscuro de la estancia y una antigua arpa quiebra con su insonora presencia el silencio que allí reina. En esa sala se “toca” la historia de Irlanda. Expuesto de manera permanente se encuentra el Libro de Kells, un manuscrito milenario escrito en latín por monjes celtas que por la belleza de sus ilustraciones está considerado uno de los más importantes vestigios del arte religioso medieval.
Una vez cierran las puertas de la biblioteca, a las 17:30, Dublín tienta al viajero con la experiencia de pasear por sus calles adentrándose en la vida nocturna de Temple Bar, la zona donde se concentran galerías de arte arropadas por música callejera y multitud de pubs que reflejan la esencia dublinesa. Uno de los más tradicionales es el Gallagher`s Bosta House. En él se mezclan el sabor de lo antiguo con su ambiente cosmopolita.
Situado a diecisiete kilómetros de la ciudad – a tan solo treinta y cinco minutos en tren– se encuentra un pequeño pueblo pesquero llamado Howth. En sus alrededores impresionan soberbios paisajes que justifican el sobrenombre que se le da a Irlanda: Isla Esmeralda. Una vez allí se puede hacer un recorrido guiado a pie con la agencia Shane`s Howth Hikes, la cual ofrece varias opciones en las que poder descubrir sus acantilados, su faro y unos senderos de indescriptible belleza. Dos de los mayores atractivos de Howth son su mercado callejero, el Howth Market –aunque solo se monta los festivos y fines de semana–, y las focas de su pier, muelle. Recorrer hasta el final el West Pier dejando a un lado restaurantes y al otro los barcos de pescadores para al llegar al final admirar la isla de Irsland`s Eye –el Ojo de Irlanda– es otro de los imperdibles de estas cuarenta y ochos horas.
En la tarde, de regreso al centro de Dublín, una visita antes de que caiga la noche puede ser el museo The National Gallery of Ireland, con pinturas y esculturas originales de Picasso, Rembrandt, Monet, Manet y muchos otros. O quizás se prefiera el National Museum of Ireland, el museo principal de Irlanda.
Para finalizar el día, y como despedida de la ciudad, el The Church Restaurant envuelve al viajero con la historia de la antigua iglesia que antes se hallaba en su lugar. El edificio que lo alberga fue construido a principios del siglo XVIII como templo religioso, cerrando sus puertas en 1964. Permaneció abandonado años hasta su apertura como pub en el 2005. Destaca de su singular decoración interior el espectacular órgano conservado, así como su ambiente, en el que la música y la gastronomía maridan de forma indivisible.
Estimado viajero, posiblemente sintamos que en estas cuarenta y ocho horas tan solo hemos conocido una pinceladas de Dublín, pues el tiempo pasa de forma muy rápida, o tal vez hayan servido para enamorarnos de Irlanda. Sea como sea, lo que es cierto es que estas horas “únicas” tan solo se pueden vivir en la ciudad de Dublín.
Con la colaboración de Turismo de Irlanda
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