Viajes
Suculentas, carnosas y deliciosas setas comestibles que puedes encontrar en España
Aquí tienes una guía breve para distinguir las setas más reconocibles en nuestro país durante los meses de otoño
Ya estamos inmersos en la temporada de setas que tanto nos apasiona a algunos. Llega el momento de pasear con una calma superlativa los pinares, humedales y bosques españoles, en busca del delicioso manjar que nuestra naturaleza tiene a bien regalarnos una vez al año. Tan delicioso como peligroso. Resulta imprescindible saber reconocer las setas que estamos dispuestos a comer y, en caso de la mínima duda, desecharlas o preguntar su opinión a un experto. Además, no es recomendable consumir setas al final de la temporada, ya que tras haber sufrido periodos de congelación y descongelación pueden resultar dañinas para el organismo.
Existen enfrentamientos en el campo de micología sobre si es mejor arrancar o cortar las setas. Unos dirán que arrancándolas se consigue que el micelio sufra menos, mientras que otros afirman que cortarlas con una navaja, dejando intacto el pie de la seta, no hará que al pudrirse se dañe al micelio. Así, el equipo ideal para recoger setas lo compondrían una navaja, una cesta de mimbre para permitir que los poros de las setas recogidas caigan al suelo y, si queremos ponernos profesionales, un pequeño cepillo de pelo suave para limpiar nuestros ejemplares.
Amanita crocea
La cucumela anaranjada resulta fácil de encontrar entre los meses de mayo y noviembre, bajo planifolios y coníferas, tiene una calidad media en cuanto a sabor pero resulta en uno de los ejemplares de Amanita más sencillos de identificar. Su localización se extiende por amplias zonas de España, entre las que se incluyen Galicia, León, Guadalajara, Navarra y los Pirineos. Su carne es delicada y blanca, ligeramente anaranjada, coronada por un sombrero que ronda entre los 6 y 15 cm. En función de la etapa de crecimiento de la seta, el sombrero será primero acampanado, luego convexo y finalmente plano. Su carne no tiene ningún olor particular pero las láminas son anchas y tupidas, rodeando el pie intercaladas con laminillas; primero serán blancas y más adelante, de color crema. Su pie está jaspeado.
Boletus edulis
También conocido como la seta calabaza o el hongo pambazo, se trata de una de las setas más deliciosas y populares en nuestro país, además de ser sencillas de encontrar entre verano y otoño, si se sabe donde buscarlas. Gusta crecer en hayedos y pinares, por lo que su difusión en la península es abundante. Pueden encontrarse en la Sierra de Guadarrama, en Segovia y Teruel, en los Pirineos, País Vasco y Navarra. Su sombrero tiene un diámetro de 10-20 cm, es redondo y carnoso, rodeado por una fina franja blanquecina. Su cutícula es lisa y se vuelve viscosa con la humedad. La carne es blanca, a excepción de la parte situada bajo la cutícula del sombrero que aparece levemente tintada de color vino, y su sabor es agradable, a hongo.
Coprinus comatus
El matacandil es una seta excelente y muy sencilla de identificar, aunque sus ejemplarse más jóvenes pueden confundirse con algunos tipos de lepiotas. Crece hasta finales de otoño y suele encontrarse en bosques y jardines, aunque son muy habituales a los bordes de los caminos; ya sea en Zamora o en Madrid, también en Navarra o cualquier región de la península con clima continental. Su sombrero no es muy carnoso, y en sus primeras etapas tiene una forma ovoidal-cilíndrica, hasta que más adelante termina siendo copetudo y con el borde recurvado. La carne, blanca y blanda en el sombrero, fibrosa en el pie, resulta muy sencilla de cocinar y aporta mucho sabor a los platos. Suelen encontrarse en grupos de hasta cien ejemplares.
Agaricus campestris
Lo que viene a ser un champiñón silvestre de toda la vida, habitual en las zonas cubiertas de estiércol y con un característico anillo de color rosado en los ejemplares jóvenes, u oscuro en los más viejos. Crece desde verano hasta otoño en la práctica totalidad de la península y de forma muy abundante en La Rioja, por lo habitual en zonas de prados y pastos. Su sombrero blanquecino de 6-10 cm presenta en sus inicios un aspecto globoso, para terminar extendiéndose hasta aparecer completamente plano. No es hasta que se abre del todo cuando podrá verse su anillo. El pie, todo de color blanco, no suele exceder de los 6 cm y se estrecha en la base. La parte del pie más próxima al anillo puede amarillear al tocarse.
Marasmius oreades
Llamada comúnmente senderuela, puede encontrarse en prados hasta finales de otoño y es habitual que varios ejemplares conformen los conocidos corros de brujas. Su calidad es excelente, en especial para la preparación de salsas, aunque también es posible desecarlas. Al crecer en casi todo España, Europa y Norteamérica, es una seta muy habitual en nuestra gastronomía, aunque fácil de confundir con otras setas tóxicas del género Entoloma. El sombrero nunca pasa de los 4 cm de diámetro y presenta un color de café con leche; en un inicio aparece acampanado y, en la última etapa de su desarrollo, completamente plano con mamelón obtuso. El pie presenta colores similares al sombrero y es muy fino, en ocasiones más grueso al acercarse a la base, sin que su altura exceda de los 10 cm.
Pleurotus ostreatus
Conocida como falsa seta de cardo, se trata de una de las más suculentas que podemos encontrar en España, desde otoño hasta invierno, en cepellones enormes sobre los troncos de chopo o desperdigadas sobre residuos vegetales. Su carne aporta olores agradables y suelen presentarse con varios sombreretes superpuestos, de 8 centímetros o incluso 20, todos ellos con una forma parecida a una concha o una espátula. Su cutícula es lisa y brillante, con un color que puede variar del negro violáceo al gris parduzco, que se aclarará en función de su edad. El pie, engrosado hacia la parte superior de una forma parecida a las setas de cardo, resulta casi inexistente, siendo su base blanca, lisa y peluda.
Auricularia auricula-judae
También llamada oreja de judas, resulta fácil de distinguir desde que su apariencia se asemeja en gran medida a una oreja humana. Crece en los periodos húmedos y zonas húmedas en general, y en especial sobre los troncos de saúco. Así, resulta habitual en Asturias, el este del País Vasco y zonas boscosas de Madrid y el norte de Sevilla. Su carne, blanda y gelatinosa, puede consumirse cruda o cocinada, y también puede secarse para darle una textura quebradiza. Crecen en grupos sin tallo de un color pardo rojizo, con esta forma inconfundible de orejas que miden en torno a 8 cm de diámetro.
Langermannia Gigantea
Su nombre común es bejín gigante, o cuesco grande de lobo, ya que al madurar estallan para liberar sus esporas. Solo resulta comestible cuando su carne es blanca, y crecen tanto en jardines como terrenos incultos desde verano hasta otoño. Su método de reconocimiento es de lo más sencillo. Redondo, blanco, enorme, puede alcanzar los 30-50 cm de diámetro (aunque se habla de ejemplares que llegan a un metro) y en ocasiones los 2 kilos de peso. Su gleba está conformada por una pulpa blanca, aunque más tarde amarillea hasta tornar de un color pardo oscuro, que es cuando no debe consumirse.
Morchella umbrina
La colmenilla negra se trata de una de las colmenillas más fáciles de reconocer, supone un manjar para cualquier paladar, y por esta razón se añade a la lista. Además, lo habitual es que crezcan entre abril y mayo, en lugares soleados y arenosos, especialmente cerca de los álamos. Lo cual nos permitirá apuntarlas para expediciones futuras y dejarnos con las ganas por probarlas en la boca. Su carne, densa y de apariencia cérea, no tiene ningún olor especial que ayude a identificarlas. Su método de identificación pasa por su sombrero, de 3-4 cm de diámetro y forma globosa. La superficie es sinuosa y ramificada, con alveolos numerosos y profundos; el contraste entre el sombrero oscuro y su piel blanca es inconfundible.
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