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«Jack Ryan»: vuelve el héroe sin sombras
Ya ha llegado a Amazon Prime la quinta encarnación en pantalla del personaje más famoso salido de la pluma de Tom Clancy.
Ya ha llegado a Amazon Prime la quinta encarnación en pantalla del personaje más famoso salido de la pluma de Tom Clancy.
A estas alturas, el analista de la CIA John Patrick Ryan Sr., más conocido como Jack Ryan, es uno de los personajes más célebres de la ficción estadounidense moderna. Creado por Tom Clancy, tras presentarse por primera vez en la novela «La caza del Octubre Rojo» (1984) ha aparecido en innumerables libros y videojuegos, y en la gran pantalla ha sido encarnado primero por Alec Baldwin en la adaptación homónima que John McTiernan dirigió de aquel primer libro, después por Harrison Ford en «Juego de patriotas» (1992) y en «Peligro inminente» (1994), luego por Ben Affleck en «Pánico nuclear» (2002) y más recientemente por Chris Pine en «Jack Ryan: Operación sombra» (2014).
Ahora Ryan acaba de regresar encarnado por John Krasinski a bordo de la nueva serie de Amazon Prime Video, creada por Carlton Cuse y Graham Roland –en su día dos de los cerebros detrás de «Perdidos»–; y el resultado es una de las intrigas políticas más reflexivas y convincentes producidas después del 11 de septiembre, dotada de antagonistas llenos de matices y motivaciones, algunas escenas de acción verdaderamente imponentes y un interés palpable por explorar con cierto detalle los efectos de la política exterior estadounidense.
Cuse y Roland tenían a su disposición una ingente cantidad de material literario en el que basarse, y en concreto han decidido volver al principio y retratarlo en los primeros tiempos de su carrera en la CIA, recién llegado a la agencia desde los despachos de Wall Street para especializarse en seguirles el rastro a las transacciones financieras de los grupos terroristas.
Realismo geopolítico
En todo caso, ya hay destellos tanto de la astucia extrema del héroe encarnado por Ford como de la firme determinación del encarnado por Baldwin en este nuevo Ryan, convencido de que su rastreo cibernético lo llevará a dar con el próximo Osama Bin Laden. Buena parte de los diálogos son en árabe, y ese es un movimiento consciente por parte de Cuse y Roland para sumergir más plenamente al espectador en el mundo de aquellos que han sido víctimas de los cambios de régimen y de las políticas exteriores de las potencias occidentales –no todas las críticas van dirigidas a Estados Unidos–, y eso sitúa a «Jack Ryan» en un mundo distinto al de «24» y sus «spin-offs». En cualquier caso, la voluntad de la serie por ofrecer cierto realismo geopolítico no la priva de sentido del espectáculo. Los momentos más meditativos son contrarrestados por otros de gran músculo visual, entre ellos, una conversación «online» que merece figurar entre los momentos más tensos de la temporada.
Asimismo, Cuse y Roland juguetean con el contraste existente entre la pinta de oficinista de Krasinski y el rotundo físico que se construyó para interpretar «13 horas: los soldados secretos de Bengasi» (2016). Por un lado, Ryan no se cansa de repetir a todo aquel que le quiera escuchar que es solo un analista; por otro, la serie encuentra formas –mostrarnos las cicatrices sufridas en acción, por ejemplo– de hacer que deje claro lo contrario enseñando cacha.
Un hombre corriente
Sin embargo, el trabajo de Krasinski no resuelve una duda que siempre ha planeado sobre la presencia de «Jack Ryan» en la cultura popular: ¿merece el personaje tanta atención? Clancy lo consideraba un hombre común, un tipo noble que hace bien su trabajo –ya sea marine o analista o presidente–, y luego se toma una cerveza, y en todo caso llega a casa a tiempo para arropar a los niños. De hecho, el personaje es a menudo objeto de burlas por esa testaruda capacidad de hacer siempre lo correcto en una profesión que a menudo saca lo peor de las personas.
Clancy dio por hecho que mezclando fuerza física, agudeza mental y pureza de corazón tendría al héroe perfectamente americano. La blandura del personaje es uno de los motivos que sirven para explicar por qué ha sido encarnado en la pantalla grande por tantos intérpretes diferentes y relativamente distintos entre sí. Sea quien sea el que le dé vida, no importa demasiado. Y, en última instancia, el problema es que este «Jack Ryan» no aporta mucho a ese arquetipo: está para hacer lo que debe y no mucho más.