Carlos Gómez/CEO y fundador de Vivla
«La residencia vacacional de lujo ha dejado de ser ciencia ficción»
Tras años de experiencia acumulada en Google y varios proyectos, explica a LA RAZÓN los fundamentos de su última aventura, Vivla, una empresa con la que pretende responder a una nueva demanda, la de vivienda vacacional en copropiedad
Emprendedor inquieto y convencido del éxito de sus proyectos, Carlos Gómez dio forma al último, Vivla, en los meses de pandemia, «en un mundo donde cada vez más gente quería pasar más tiempo fuera de la ciudad y en el que los precios de los inmuebles seguían subiendo. Cuando el acceso a la vivienda era más difícil que nunca, con unos tipos de interés que lo complicaban todo todavía más, pensamos que la copropiedad, un nuevo modelo de copropiedad, era la solución».
¿En qué se basa el concepto de Vivla?
La realidad es que mucha gente no tiene posibilidad de acceso a una segunda vivienda y Vivla, al fraccionar la propiedad, lo hace más accesible y asequible. Nosotros no resolvemos el gran problema de la primera vivienda, pero nuestro modelo permite que la segunda deje de ser ciencia ficción. ¿Cómo? Pues simplificándolo. Primero, a nivel compra: no solo nos encargamos de encontrar el activo y gestionar todo lo que es la compra, fraccionamos su precio para que sea hasta ocho veces más barato acceder a él y lo gestionamos tras la compra.
¿Qué ofrecen al comprador?
Garantizamos al cliente que se compra una muy buena casa por un precio mucho menor de lo que normalmente estaría dispuesto a gastar y no va a tener que preocuparse de nada porque la casa siempre va a estar perfecta, gestionada por nosotros, con lo cual sus vacaciones van a ser espectaculares.
La multipropiedad ha sido habitualmente fuente de polémica. ¿En qué se diferencia Vivla?
Nosotros detectamos que la tendencia de la propiedad compartida ya se daba en categorías como las oficinas con los coworkings, las primeras viviendas con los colivings o los coches con los carsharing. También vimos que esta tendencia es generacional, muchas personas ya no necesitan sentirse propietarios al 100%, sino que lo que buscan es el acceso al activo, el disfrute. Y esta misma lógica se aplica a la segunda vivienda. Entendiendo eso, aparte de que la segunda vivienda está el 90% del tiempo vacía, estudiamos otros modelos y vimos que no habían resuelto bien este problema. Vivla en esencia es un modelo de copropiedad diferente de la tradicional del proindiviso. En España hay 107.000 copropiedades nuevas al año fruto de herencias o de divorcios. O sea, la copropiedad, no la multipropiedad, es una realidad gigante en la España de hoy. El problema es que la ley de copropiedad inmobiliaria es rígida. Tiene una serie de limitaciones, es una ley antigua, y Vivla lo que ha hecho es poner una capa mercantil a este modelo de copropiedad.
¿Cómo?
Ponemos, sobre la misma copropiedad de toda la vida con varios copropietarios, una sociedad limitada como dueña del activo y los copropietarios son accionistas de esa SL, pero todo regulado bajo un pacto de socios como el de cualquier empresa. Esa es un poco la magia jurídica que hemos introducido y por eso no tiene nada que ver con la multipropiedad. Lo nuestro es un bien del cual hay hasta ocho propietarios. Cada uno puede comprar hasta cuatro partes para que nadie tenga mayoría en la sociedad. Tiene un pacto de socios que es igual que el de una SL mercantil, que regula las entradas, las salidas, las votaciones, las decisiones... y ese pacto asegura a todos que el funcionamiento va a ser sano, sin problemas, porque hay un tercero –Vivla–, que se asegura de que todos cumplan. La multipropiedad era un modelo completamente diferente. Para empezar, no había propiedad del activo, era más un alquiler a largo plazo. Aquí lo que compras es la propiedad, no una semana. En nuestro modelo tienes un título de propiedad escriturado ante notario que puedes vender a un tercero cuando tú quieras sin tener que pasar por Vivla. Aquí lo que haces es comprarte una casa, solo que en vez de entera, en una parte.
¿Cuál es el perfil de su inversor?
Yo veo dos. El de familia joven con hijos pequeños que quieren tener un lugar ya donde poder pasar parte de sus vacaciones y, adicionalmente, saben que es una muy buena inversión donde ponen parte de su patrimonio. Y el otro perfil son familias de a lo mejor ya 55-70 años, que lo que buscan es tener un nido donde atraer a los hijos que han volado del nido y donde poder juntarles con sus parejas o con sus hijos.
¿Y cómo hacen el reparto de las semanas sin que haya problemas entre los propietarios?
Tenemos ocho propietarios y 52 semanas al año. Estos ocho propietarios tienen un reparto equitativo de las semanas entre temporada alta, media y baja. Dividimos el calendario en tres temporadas y cada socio tiene dos semanas en la alta, dos en temporada media y dos en temporada baja. Las seis semanas de cada uno son equitativas. ¿Por qué? Porque lo que hacemos es un sistema de turnos. Hemos desarrollado una herramienta, una app y un algoritmo, que lo que hace cada año es sortear aleatoriamente o reparte el turno, con lo cual todos los clientes saben que es equitativo y que todos los años tiene un montón de opciones disponibles. Si no pueden utilizarlas o no quieren, aparte de dejárselas a un amigo o un familiar, las pueden alquilar y recuperar parte de los ingresos o incluso intercambiarla por cualquier otra casa de toda la red vivla.
¿En qué activos invierten?
Ahora estamos en algo muy premium, de 600.000-700.000 euros a dos millones y medio, porque obviamente el mercado tampoco está maduro, tenemos que esperar a que vuelva la confianza al consumidor, tipos de interés un poco más bajos, que el modelo se normalice... En 2022 hicimos la primera inversión en Formentera y después en Baqueira, la plaza donde mejor hemos funcionado. Este año hemos pasado de una casa a estar en 14-15 viviendas. Estamos ya presentes en Formentera, Ibiza, Menorca, Denia, Sotogrande, Roche, Baqueira, Cerdanya, en Costa Brava, afueras de Madrid y Cantabria. Y tenemos más de 15.000 personas interesadas en el modelo. De esas, me atrevería a decir que unas 3.000 o 4.000 se lo plantean seriamente.
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