Opinión
La inflación llama dos y más veces
La inflación, ahora algo más moderada, parece controlada para algunos, pero hay indicios de que podría repuntar o, en el mejor de los casos, seguir tan elevada como ahora durante un largo periodo
Ludwig von Mises (1881-1973), autor de «La acción humana», una de las biblias modernas del liberalismo, y economista de la Escuela Austríaca, defendía que «la inflación es esencialmente antidemócratica», mientras que otro liberal como Milton Friedman (1912-2006) prefería calificarla de «impuesto sin legislación». Ambos tenían razón pero quizá no insistieron suficiente en que, una vez aparecida, la inflación vuelve una y más veces, en lugar de solo llamar dos veces como en la novela de James M. Cain (1892-1977), famosa sobre todo por haber sido llevada al cine también dos veces, la última con Jack Nicholson y Jessica Lange de protagonistas.
El Gobierno que todavía encabeza –y quiere volver a presidir tras las elecciones de julio– Pedro Sánchez, disfruta el respiro que ha dado la inflación interanual en el mes de mayo, al quedar en el 3,2%, y en el menos presentable 6,1% en el caso de la subyacente, ya que no tiene en cuenta los alimentos frescos ni los carburantes. Es probable que en junio –el último dato antes de la cita con las urnas– sea incluso más moderada y se aproxime al 2%, lo que no quiere decir que haya bajado, que es lo que algunos intentarán transmitir. Sólo querrá decir que sube menos que antes, pero sí sigue al alza. De hecho, los datos del Instituto Nacional de Estadística explican que desde mediados de 2020 la inflación ha subido casi un ¡16%!, un alza que está ahí y ya es irrecuperable.
Nadia Calviño, vicepresidenta primera del Gobierno, que quizá vuelva al puesto que mantiene en excedencia en Bruselas si deja el Gobierno, presume de los logros en la lucha contra la inflación gracias a las medidas gubernamentales. Tiene algo de razón, pero calla que se trata de medidas temporales –ya sean de ayudas o de controles artificiales de precios– que más pronto que tarde tendrán que revertirse y, entonces sí, provocarán otra vez más inflación. Los bancos centrales, tanto la Reserva Federal que encabeza Jerome Powell como el Banco Central Europeo, que preside Christine Lagarde, intentan descifrar si tras sus vueltas de tuerca monetaria, la inflación está en vías de contención. No hay una respuesta clara y las dos instituciones temen errar, como ocurrió cuando minusvaloraron la ola inflacionista que llegaba. En Alemania la inflación todavía está en un inaceptable 6,1%, algo que le permite decir al Gobierno de Sánchez que la española es muy inferior. Ignora, sin embargo, que la inflación subyacente desde mediados de 2020 en España es del 12,5%, frente al 10,2% en el país del canciller Scholz.
Nadie tiene la bola de cristal sobre el futuro de la inflación, pero sí hay pronósticos y advertencia. También los hubo al principio de la oleada actual, pero casi ninguno fue tenido en cuenta. Alicia Coronil Jonsson, economista jefe de Singular Bank, la entidad que dirige Javier Marín, llama la atención sobre cuatro incertidumbres que podrían alimentar otra alza generalizada de precios. La economista, que también asesora al Círculo de Empresarios, previene sobre 1) la crisis energética y alimenticia; 2) los cambios demográficos; 3) el populismo y 4) la «slowbatization» o «ralentización». En cada uno de esos casos ve peligros inflacionistas. Por una parte está la persistencia de la crisis energética; el repunte del consumo en la zona Asia-Pacífico; las tensiones geopolíticas; el coste de la transición energética y el impacto climático, con la sequía global y el impacto del fenómeno del Niño. Los cambios demográficos suponen un envejecimiento de la población en casi todos los países más desarrollados y también en China. Eso provocará –ya ocurre en algunos lugares– falta de trabajadores y mayores tensiones salariales. Los populismos, si siguen en auge y logran mantener los gobiernos que controlan y acceder a otros generarán también mayores tensiones sociales. Y, sobre todo, en el caso de los populismos radicales de izquierda, todo iría acompañado de subidas notables de impuestos, mayor regulación e intervención, así como también aumentos en el gasto público. Por último, la «slowbatization» supondría una reconfiguración de las cadenas de valor, más tensiones y más frecuentes entre China y Estados Unidos, un nuevo repunte del proteccionismo y una regionalización económica, que significaría deshacer parte de lo avanzado en la globalización.
Todos esos elementos esbozan un escenario en el que otro repunte de la inflación es muy probable o, en el mejor de los casos, que se mantenga tan alta como ahora. No sería la primera vez. Ha ocurrido con frecuencia en la historia –llama una y mil veces– y siempre perjudica más a los más desfavorecidos, aunque puedan no darse cuenta, y por eso es «esencialmente antidemocrática» como decía Von Misses.
El Banco Central Europeo insiste en sus advertencias sobre la banca en la sombra
El Banco Central Europeo (BCE), que preside Christine Lagarde, con el español Luis de Guindos como vicepresidente, envía claros mensajes de advertencia desde hace un tiempo sobre los riesgos de la llamada «banca en la sombra», que es la que está fuera de los balances bancarios y que se identifica sobre todo con los fondos de inversión, en teoría muy seguros, que pueden ser poco líquidos, algo que generaría problemas si hubiera algún susto en el mercado y peticiones masivas de reembolsos.
Bancos y grandes empresas temen ser demonizados en la campaña electoral
Los responsables de los bancos y de las grandes empresas, sobre todo las cotizadas en el Ibex, y también alguna otra, temen que vayan a ser el objeto de críticas y demonizaciones durante la campaña electoral por parte de los partidos de izquierda y de extrema izquierda. Las hasta ahora arremetidas habituales, incluso «ad hominen», de Ione Bella e Irene Montero contra ciertas empresas, incluso podrían ser secundadas también por algunos candidatos socialistas.
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