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Crítica de libros

Remedín Gago, una mujer con sitio propio en el mundo del toro

La escritora Muriel Feiner presenta el libro ‘Remedín Gago y su Manolovázquez’

Remedín Gago, una mujer con sitio propio en el mundo del toro larazon

«Una ventana a otra época de la historia del toreo, de la sociedad sevillana, a través de una mujer que tuvo su sitio propio en el mundo del toro». Así describe Muriel Feiner la historia que cuenta en su libro ‘Remedín Gago y su Manolovázquez’, la vida de una «adelantada a su tiempo, emprendedora, que viajó por todo el mundo y fue a los toros cuando casi ninguna iba».

La escritora, fotógrafa y aficionada taurina estadounidense Muriel Feiner conoció a Remedín Gago en reuniones de amigas, también aficionadas, en las que coincidían con otras mujeres de este mundo como Charo Morenés (mujer de Juan Pedro Domecq). Remedín Gago quiso plasmar una historia de amor que, según contó a la autora, fue como un cuento de hadas. Sin embargo, tras tres años de conversaciones a caballo entre Madrid y Sevilla Muriel Feiner se dio cuenta de que «ella logró algo muy difícil: ser respetada como mujer en el mundo del toro».

El libro trata de la vida de Remedín Gago, una niña que creció en el mundo del toro (su padre, Andrés Gago, fue torero y apoderado del maestro mexicano Carlos Arruza), muy amiga de Antonio Ordóñez y Carmen Dominguín, y que cuando Manolo Vázquez se casó con ella encontró a una esposa que, tal y como declara la autora, «no sólo sabía sacar su casa adelante, sino que su opinión era muy válida para él en otros asuntos como el toreo o las inversiones».

Muchas fotografías acompañan esta historia de amor y toros. «Remedín tenía un armario grande con fotos que mí era casi como un cofre del tesoro», recuerda Muriel Feiner. Muchas de ellas firmadas por Cano, «un hombre que parece que era omnipresente; no había corrida, fiesta o reunión importante en la que no estuviera presente él para plasmarlo y guardarlo para la historia».

Dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Para Muriel Feinier, «Remedín Gago estaba al lado porque ahí es donde quería su marido que estuviera».