Algeciras
Perera se encumbra ante la plenitud de José Tomás
El extremeño indulta a «Libélula» en una gran tarde de toros en la que José Tomás también sale a hombros
Las plazas rugen cuando hay verdad. Y emoción. E ilusión. Y todo ese tipo de cosas por las que uno invierte lo que tiene, y lo que no, porque en ellas pasa la vida. Y en ellas vive el toreo, en ese margen estrecho, tan fino, tan delgado, tan inquietante, en el que conmueven las emociones, las mismas que a veces amargan, cuando estrangulan. Pero sólo las auténticas perduran. Y luego que cuenten, que digan, que maldigan y que pudran las mediocridades. De México y Francia vinieron a Algeciras, como si fuera fácil, al olor del nombre de José Tomás, con la nostalgia a cuestas de no saber nunca si será la última, como los conciertos de Sabina. Y no hubo que esperar mucho a la recompensa. Y vino lenta. Como si el ritmo lo marcara con el tiempo suficiente para disfrutar. Como si los vuelos del capote ante ese primer Cuvillo se ralentizaran para contarnos a cámara lenta ese mundo de ausencias, ese tiempo de espera, ese rincón en el que vive el toreo, entre Madrid y Estepona, ese señor llamado José Tomás. A la verónica, más bien por delantales, por chicuelinas al paso después, en los que quería morir el toreo en la cadera, la contraria, qué cadencia, el quite, la muleta, la vida pasar, tan lento, tan despacioso, ese mechón blanco cada día más invasor y cada tarde más fino el diestro. Toreros los comienzos, impecable la faena, noble y de buen juego el Cuvillo. Reunido siempre. Fusionado. Encontrado. Encontrándose. Sincero. Con todos ustedes, he aquí José Tomás. Hoy y quién sabe por cuánto tiempo de vuelta. La espada se le fue abajo y aun así le dieron los dos trofeos. Excesivos por el lugar donde fue a parar el acero.
Imagen de Perera con «Libélula»
Perera deleitó capa en mano con el Jandilla segundo y apretó en el prólogo de muleta. Noble y de buena condición fue el toro. Le exprimió de principio a fin muy con los vuelos, suave en los cites, centrado, solvente y torero. A la altura del acontecimiento que era, y no es fácil. La sombra de José Tomás es tremendamente alargada y eso apabulla. La espada también se le fue abajo.
Le esperaba en cuarto lugar a Perera un extraordinario Libélula con el que se deleitó, sobre todo en la primera parte de la faena cuando más despacio y más puro toreó. Hubo pasajes de absoluta calidad y calidez, en los que el Jandilla tomaba la muleta para morirte de entrega, largura y ritmo por el lado derecho. Fluía el toreo por ahí como si estuvieran condenados a ser uno. Y lo fueron. Mediada la labor quiso el toro rajarse. Le retuvo el torero, menos macizo al natural, y ya en las cercanías, hizo con él lo que quiso en el camino de encauzar lo que acabó siendo un indulto. Enloquecía Algeciras. Y motivos había.
Imagen de José Tomás con su primer toro
José Tomás no quería ceder terreno de donde se sabe rey y el manso tercero no le dio chance. Al quinto le echó valor. El que tiene sin aspavientos para jugarse los muslos con una escalofriante quietud. Con movilidad, pero sin acabar de entregarse fue el Cuvillo. La faena resultó vibrante, intensa, verdadera, milimétrica en los encuentros por momentos y auténtica de principio a fin. Made in José Tomás sin fisuras. Salvo esa espada, que nos sobrevino con susto incluido cuando se tiró derecho sobre el morrillo y salió trastabillado. Recién nos reponíamos de unas manoletinas de infarto. Con un torero, torero se iba la tarde mientras le obligaban a dar la vuelta al ruedo.
Soberbio estuvo Perera con la capa en el toro de despedida, que brindó al de Galapagar. Fue toro más irregular en la muleta y así la faena. Lo habíamos gozado antes. Para volver a volver. Y que vuelva mil veces.
Ficha del festejo:
Algeciras (Cádiz). Última de abono. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, 1º, 3º y 5º; y Jandilla, correctos de presentación en general. El 1º, noble y de buen juego; el 2º, noble y de buena condición; el 3º, manso y rajado; el 4º, indultado de nombre «Libélula»; el 5º, movilidad sin acabar de humillar; y el 6º, irregular. Lleno de «No hay billetes». José Tomás, de verde botella y oro, estocada baja y trasera (dos orejas); estocada tendida (palmas); metisaca, estocada, descabello (saludos).
Miguel Ángel Perera, de tabaco y oro, pinchazo, estocada corta trasera y baja (oreja); (dos orejas y rabo simbólicos); pinchazo, estocada corta (silencio)
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