Toros

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«La Tauromaquia es un bien universal que nos define»

La Feria de San Isidro afronta su edición más internacional, cuyos participantes, procedentes de los ocho rincones taurinos del planeta, coinciden en la necesidad de unirse entorno a la cultura

Fernando Robleño, Colombo, Sergio Flores y David Garzón, en Las Ventas, días antes de su cita con ella en la Feria de San Isidro
Fernando Robleño, Colombo, Sergio Flores y David Garzón, en Las Ventas, días antes de su cita con ella en la Feria de San Isidrolarazon

La playa que le falta a Madrid, su oasis particular en medio de carreteras, calles y asfalto, eso es para Madrid la Plaza de Toros de Las Ventas que, a partir de hoy, acoge su emblemática Feria de San Isidro. En el centro de la capital entre corrientes de aire, prisas y ruido, se eleva esta Monumental, que al mirarla de cerca hace vivir la grandeza de sentirse pequeño.

Pero como quien vive a pie de playa, a diez pasos del mar, el tiempo y la costumbre hacen que se deje de valorar lo que cada día se contempla durante unos segundos a vistazo de ventanilla. Por eso, los que están separados por un océano de ella y que se juegan la vida en su albero, son los que mejor pueden narrar lo que esta construcción sigue significando.

«Para todos los toreros es como una catedral, donde depositamos todos nuestros sueños, el lugar al que nos trasladamos cada vez que toreamos de salón». Así la define el matador peruano Joaquín Galdós, quien a pesar de referirse a su presentación en Las Ventas como «una tarde para olvidar», al ser cogido por su primer novillo, él no lo ha hecho. Todavía disfruta al recordar lo que sintió en los días y momentos previos.

Esta edición está marcada por una de las esencias más propias de la tauromaquia como cultura, su carácter internacional, su ausencia de fronteras. Hasta ocho nacionalidades se darán cita en la Monumental a lo largo de las 34 tardes que ocupa el serial. Serán 16 internacionales en total. «El mundial del toreo», así le ha bautizado Plaza 1, gestora de Las Ventas.

El torero venezolano Jesús Enrique Colombo, que toreará en dos tardes consecutivas, será el único que confirme alternativa en esta edición, por eso afirma: «Pisar Las Ventas es un sueño que quiero terminar de cumplir». Así es el deseo de quien es consciente de estar atravesando el camino correcto, pero también de que solo es el principio.

«La cuna de la tauromaquia», «un nuevo comienzo», «el mayor paso en mi carrera», así valoran, más allá del viejo continente la experiencia de anunciarse en España. Pero el mexicano Sergio Flores también es consciente de la responsabilidad de representar al toreo de su país en un evento como este, algo que también harán Joselito y Luis David Adame. Sergio afirma que su país, «siempre ha sido un gran aporte para la tauromaquia. Nuestras figuras han dado la cara por México. En especial, el capote en el toreo mexicano se ha llevado a su máximo esplendor, con quites y suertes, que se hacían antiguamente y que se siguen manteniendo hoy».

España para quien quiere ser torero, es el Hawái del surfista, el Hollywood del actor o el París del modista, su meca. Pero al contrario de lo que ocurre con la cercanía o el hábito, la lejanía puede hacer dibujar unas expectativas tan inalcanzables que la aspiración puede acabar en decepción. El resultado de que el sueño se haga realidad y por lo tanto se rompa. También causa de este desengaño, fruto de la madurez, es la exigencia que despierta el sacrificio de abandonarlo todo, tu casa y tu familia por una meta. Joaquín Galdós, quien reconoce que todavía no ha podido cumplir todas sus expectativas en España, explica su experiencia personal: «Obsesionarte con torear en España y tener sus plazas y figuras como referencia, como yo hacía de pequeño, te puede generar una imagen idealizada y un tanto distorsionada siendo incapaz de valorar con rigor las verdaderas posibilidades que ese país te puede ofrecer a ti. Pero el tiempo te hace ser más realista y te ayuda a reconocer lo que has conseguido. En mi caso, ponerme metas a corto plazo me ha ayudado a avanzar más rápido de lo que esperaba».

Sin duda, ninguno de ellos ha elegido el camino más fácil, no solo por la propia dureza de la profesión, sino por decidirlo en el lugar y el momento no más propicio. Así lo sabe el venezolano Jesús Enrique Colombo, quien irrumpió como novillero en casi todas las plazas que pisó, demostrando que nada le frenará en sus ansias: «Mi país está pasando por uno de sus momentos más difíciles, en los que la reducción de festejos taurinos y la crisis de la profesión hace tiempo que dejó de ser una prioridad. Pero estoy aquí para demostrar que no hay barrera que la voluntad no pueda derribar».

Ante circunstancias difíciles es cuando más se unen las familias y la del toreo también ha luchado contra ellas, desde el cierre de los festejos en Bogotá a la prohibición de la muerte del toro en Quito. Hoy el mundo del toro es más esférico que nunca, sin polos opuestos y unido por su «Ecuador» gira sobre un solo eje, el de la cultura.

Además de la llamativa presencia de toreros internacionales en esta edición del ciclo «isidril», una de sus novedades será la «Corrida 6 Naciones», programada para el próximo 31 de mayo, en la que actuará un torero de cada nacionalidad de las que están representadas por un matador. Pero la unión de todos los rincones taurinos y sus diversas aficiones va más allá del gesto, del símbolo. Es ya una realidad.

Así piensa Joaquín Galdós quien observa que el cambio y la unión también se está dando en el ámbito profesional y no solo en el cultural. Cuando todos los países taurinos están formando nuevos toreros, multinacionales gestionan plazas y muchas ganaderías hacen que sus toros crucen el charco. «Hoy sí podemos presumir de una fiesta global, cuyas diversas aficiones se complementan entre sí. La salud de la fiesta depende de cómo la extendamos por el mundo y divulguemos su riqueza».

Sin duda España reúne muchas de las condiciones para ser envidiada por el resto de naciones taurinas, pero esto no suscita nada más allá que simple admiración. Acorde con este pensamiento está el empresario y torero francés Juan Bautista, quien está convencido de que «la tauromaquia es un bien universal que define parte de la identidad de cada país y por lo tanto nos pertenece a todos. En Francia hemos avanzado mucho en la gestión del espectáculo y en la apuesta por festejos de promoción, pero no es una aportación aislada, sino una que se integra en las demás».

La unión de la tauromaquia ha llegado precipitada por las amenazas que los últimos tiempos han despertado, un animalismo creciente que ha encontrado cobijo en las redes sociales. Pero Galdós también encuentra hueco para la autocrítica. «Quizá no hemos sabido difundir el espectáculo y enseñar todos los conocimientos necesarios para disfrutarlo. El desconocimiento es el mayor virus contra la tauromaquia, el que está permitiendo juzgar sin saber». Además, asevera: «Estamos en la era de los anti. La gente ya no se define por estar a favor de algo, sino en contra. También, mientras se proclama a voz en grito la libertad de expresión, es el tiempo de las prohibiciones».

Tal y como reconoce Galdós, tu primera tarde en Las Ventas es inolvidable, aunque no lo quieras, te marca para siempre, y eso es lo que hará hoy el novillero, nacido en Ecuador, David Garzón, quien pasa estos momentos de la única forma que se pueden vivir, en los que los segundos parecen horas. Pero la meta de Garzón va más allá de nuestras fronteras. «Sueño regresar a mi país lo suficientemente preparado como para poder triunfar allí».

Como Fernando Robleño, serán muchos los diestros anfitriones que, en San Isidro 2018, afronten el reto de jugar en casa, de conservar el interés de su afición ante amenazas y rivalidades extranjeras. El madrileño se siente orgulloso de «estar en la feria de mi tierra, un ciclo único con muchos alicientes que te invita a mirar más allá, a ser más ambicioso, para que el año que viene pueda jugar con más cartas sobre la mesa».

Todos ellos esperan con impaciencia y nerviosismo a que llegue su cita con el exigente público madrileño, donde se esconde la identidad del ciclo, de su plaza, y de la propia profesión, tal y como asegura Bautista: «La crítica siempre ha sido algo muy coyuntural a este espectáculo. Ahora mismo va encaminada hacia la protección, hacia la defensa y el fomento de sus valores y acentuar su faceta más cultural». Lo que está claro es que el público no entiende de etnias, nacionalidades ni color de piel, con todos utilizará la misma vara de medir, una medida universal aplicable en los cinco continentes, la verdad.