Madrid

Dos Victorinos salvan las cuentas al mítico ganadero

Menos de dos horas duró el festejo en el que actuaron Uceda, Abellán y El Cid con escaso brillo

El diestro Manuel Jesús "El Cid"durante la lidia con su primero en vigésimo novena de la Feria de San Isidro
El diestro Manuel Jesús "El Cid"durante la lidia con su primero en vigésimo novena de la Feria de San Isidrolarazon

Menos de dos horas duró el festejo en el que actuaron Uceda, Abellán y El Cid con escaso brillo

- Las Ventas (Madrid). Vigésimo séptima de San Isidro. Se lidiaron toros de Victorino Martín, bien presentados. El 1º, complicado; 2º, andarín, codicioso y de corta arrancada; 3º, humilla mucho y de profunda embestida; 4º, humilla mucho, de lenta y corta arrancada; 5º, toro de gran calidad y duración en la muleta; humilló muchísimo; 6º, va y viene orientado, difícil. Lleno de "No hay billetes".

- Uceda Leal, de verde hoja y oro, pinchazo, estocada (pitos); bajonazo, cuatro descabellos (silencio)

- Miguel Abellán, de blanco y plata, dos pinchazos, estocada, descabello (silencio); tres pinchazos, aviso, descabello (silencio).

- El Cid, de verde botella y oro, bajonazo (saludos); estocada (silencio).

Un minuto de silencio estaba previsto para El Pana que no fue minuto ni fue silencio. Acorde a Rodolfo Rodríguez y ese señuelo de misterio que alcanzó a dejar allá por donde pisó, también por nuestra tierra. Luego vinieron los cárdenos después para dejarnos poco tiempo para pensar, sin liberar neuronas, todas en el ruedo, viajeros atentos, que "Bolsico"puso pronto a cavilar. Sin fondo de bravura, que quede claro, le costó ir al caballo y convirtió varas y brega en casi un disparate. No quería ver un capote, no le interesaba lo más mínimo y medía por encima siempre, por arriba como si supiera nombre y apellidos de quién andaba detrás. Listo bribón. Tan listo le debió parecer a Uceda Leal que al ver cómo enfiló a los banderilleros, no perdió el tiempo, lo lidió, brevedad de la buena y cambió la espada entre el enfado del personal. "Venenoso"fue el segundo y tuvo miga. Codicia, andarín y revuelo en el viaje porque nunca sabías hasta dónde decidía ir el animal. No fue trago fácil para Miguel Abellán que se justificó por ambas manos. Eso era lo que había. Hasta aquí habíamos llegado. Boquita cerrada del toro al entrar a matar, cómo si acabara de llegar y no había parado. Pero aquí comenzó otro tramo de la corrida. El de Victorino, con perdón, porque mereció más. "Garrochista"fue toro bueno. Y lo cantó ya en las dos varas que Juan Bernal le dio desde la distancia, se empleó después, descolgaba la cara durante. Expectación ante la faena de El Cid pos brindis a Victorino Martín padre, el padre de toda esta historia. Tuvo "Garrochista"muchas cosas buenas, sobre todo al natural, lo mejor la capacidad para acudir por abajo con una embestida profunda, no la regalaba, versión albaserrada, pero de encontrarla era muy intensa. Cid creyó en la faena, se lo llevó a los medios, y unas veces sí y otras no, como tantas ocasiones, y en ese camino ambiguo es compleja la comunión total, esa acuérdense que nos regala los momentos inolvidables. Y al final del trayecto, un bajonazo jaleado con la misma intensidad que si hubiera sido una estocada en todo lo alto. Humilló una barbaridad el cuarto en esa media arrancada de mucha lentitud. Uceda ni estaba ni se le esperaba. "Alevín"subió la media de duración del toro de esta casa. Toro bueno de verdad. Se entregó en la muleta y alargaba las embestidas con repetición. Si cantó las bondades por el pitón derecho también al natural, que cautivó tomando la muleta de Miguel Abellán hasta el final. Sin dudas. Sin miramientos. Belleza tenía la embestida; en cambio no alcanzó la faena la rotundidad que el toro merecía. Muletazos aislados, de aquí y de allá sin esa explosión de verdad.

El sexto sacó guasa, a este le costaba viajar. Se puso Cid. Se justificó. El toro se veía pronto. Ya habían salido los seis. Dos buenos de verdad. Y menos de dos horas para acabar. Planazo si hubiéramos visto torear.