Festival de Berlín / Berlinale
«The Bling Ring»: Una estela de polvo de estrellas
Dirección y guión: Sofia Coppola. Intérpretes: Israel Brousard, Emma Watson, Katie Chang, Leslie Mann. EE UU, 2013. Duración: 90 minutos. Drama.
Sofia Coppola ha filmado el «Spring Brea- kers» de los lectores del blog de Perez Hilton. Como la estupenda traca valenciana de Korine, «The Bling Ring» es un experimento que corre el riesgo de ser confundido con su materia prima, en este caso la sublimación casi abstracta de una de las principales obsesiones de su autora: la fama y sus dañinos efectos colaterales. Coppola, tan acostumbrada a identificarse con sus solitarias «celebrities» en filmes como «Lost in Translation», «María Antonieta» o «Somewhere», cambia de bando, y observa, con distanciado sarcasmo, a sus «groupies», a los jóvenes que viven en la fantasía de una alfombra roja imaginaria, y cuyo único objetivo vital es la experiencia vicaria de la fama, el fetichismo de la memorabilia, la frivolidad como esperanto de las redes sociales. Lógicamente, «The Bling Ring» es de una extrema superficialidad, porque no hay nada más allá de las imágenes que muestra, ni siquiera el polvo de estrellas que barre el absurdo entusiasmo de este grupo de vándalos –atención, es un caso real que Coppola saca de la revista «Vanity Fair» – que aprovecha la ausencia de actores, cantantes y demás famosos para saquear sus hogares. La película es un «loop» de allanamientos de morada sin apenas progresión dramática. En esa monótona repetición de invasiones, filmadas como si formaran parte de un «reality» de MTV, radica el interés estético de un filme más radical de lo que parece, que pierde pie cuando trata de poner en contexto a sus personajes, cuando ridiculiza a sus familias; cuando, en fin, se permite el lujo de juzgarlos, mirarlos por encima del hombro y negarles el saludo. No hay mucho que rascar detrás de su monomanía de este grupo salvaje: falta de valores, dictadura de las apariencias, aislamiento cósmico, culto al ego, etcétera. Coppola no descubre nada que el Bret Easton Ellis de «Menos que cero» no hubiera dejado por escrito allá por los ochenta.
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