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El mito del sexo con robots
Amaya Quincoces Riesco
Pese a la explosión robótica en el mundo doméstico, hábitos tan cotidianos y ancestrales como el sexo persistirán como un mito mientras se vinculen a los robots: aun los más avanzados bípedos humanoides están muy lejos de acompasar sus movimientos armónicamente sin espasmos al ser humano para intimar.
Dotar a un robot de talento físico e "inteligencia"para dar una simple caricia, un beso o embarcarse en una relación íntima con una persona y aceptar dejarse llevar físicamente por el humano para amoldarse a sus deseos con fluidez es algo extraordinariamente complejo tecnológicamente, según ingenieros del ámbito de la robótica de distintas universidades, consultados por Efefuturo.
Actualmente los robots se mueven mediante estructuras "a base de eslabones unidos por articulaciones que hacen muy complejos sus movimientos en cuanto a trayectorias y secuencias a seguir y dificulta su fluidez", ha asegurado el profesor de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) Antonio Barrientos.
Según los expertos, es muy complicado programar la orden que haga al robot moverse exactamente como se espera y dotarlo de esa "inteligencia"que necesita para interpretar en tiempo real todo lo que tiene a su alrededor para tomar decisiones acertadas en función del entorno que percibe.
"No es un tema de sensores en sí, sino de cómo procesar toda esa información y manejarse de acuerdo a lo que percibe del entorno", advierte el catedrático Miguel Ángel Salichs, uno de los responsables del prestigioso Laboratorio de Robótica (Robotics Lab) de la Universidad Carlos III de Madrid.
"Se puede fabricar una cámara tan precisa como el ojo humano, pero no es nada fácil reproducir en una máquina la percepción visual del mundo que logra nuestro cerebro a partir de los datos que captan nuestros ojos. Lo mismo ocurre con otros sentidos, como por ejemplo el tacto usando los sensores de nuestra piel", añade el experto.
El mundo de la ciencia está inmerso en varios proyectos de creación de piel artificial con ese objetivo de replicar el sentido del tacto humano.
La revista de la Asociación Estadounidense para el Avance de las Ciencias (AAAS) acaba de publicar que un equipo de ingenieros estadounidenses ha creado un tejido artificial superextensible inspirado en la piel de los pulpos, que podría revolucionar el mundo de la robótica y de las tecnologías "para vestir".
Por su parte, "Science"publicó a finales del año pasado un avanzado estudio sobre piel artificial fabricada por un equipo de ingenieros de la Universidad estadounidense de Stanford, que ha sido probada por el momento en ratones y que permite percibir sensaciones.
Este tejido de plástico estaría pensado inicialmente para recubrir prótesis de modo que las personas implantadas pudieran tener sentido del tacto, ha recordado a Efefuturo José Ignacio Serrano, del Grupo de Ingeniería Neural y Cognitiva del Centro de Automática y Robótica (CAR) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Sin embargo, en el caso concreto de los robots, una piel artificial si llegara a implantarse, tendría un propósito diferente, ha explicado el experto.
No se pretendería que los robots llegaran a sentir como las personas, pero sí que lo aparentaran, para incitar al contrario a tener sensaciones placenteras en el caso de que ése fuera el propósito, según los expertos.
En principio, en ese supuesto, la piel no habría de ser tan compleja como la de los implantes, sino que bastaría un simple tejido tipo látex que ocultara sensores (de presión, temperatura) y permitiera percibir esas variables al robot para hacerle reaccionar en función de las mismas.
El robot estaría programado para moverse de acuerdo a una serie de algoritmos que determinarían su comportamiento dependiendo de los datos recibidos del contrario de acuerdo a sus emociones.
El mismo respondería automáticamente con movimientos o gestos de satisfacción en el momento adecuado según las percepciones que le llegaran del contrario.
En el mundo del sexo, los artilugios más variados han sido una constante a lo largo de la historia, y más recientemente, los eléctricos, aunque todavía automáticamente bastante burdos.
Esta realidad tecnológica confirma lo lejos que se está del mito en torno a un posible robot en el futuro capaz de manejarse en el terreno físicamente más íntimo junto a un humano.
Desde el punto de vista puramente emocional tampoco sería viable el sexo entre seres humanos y robots, ni siquiera si la robótica algún día llegara a manejarse con la fluidez de una persona en el plano sexual, explica el psicólogo Carlos de la Cruz, director del máster en sexología de la Universidad Camilo José Cela.
La propia palabra "coito", que procede del latín, con el significado de "ir juntos", no es extensible al mundo de la robótica. "No veo que las personas vayan a ir de la mano de los robots en el plano sexual a ningún lado", precisa.
En una relación íntima a dos bandas, lejos de cualquier otro tipo de práctica sexual individualista, "siempre"entra en juego alguna emoción entre los sujetos, aunque sea mínima: satisfacción, miedo, expectativas, etc; sin embargo, con un robot eso nunca sería posible, precisa el experto.
Más allá del marco estricto de la robótica, la realidad virtual está dando mucho juego al sexo combinada con juguetes eróticos estimulantes que favorecen el disfrute de experiencias y fantasías mediante visualización de imágenes 3D con gafas o cascos interactivos.
Pese a todo esto, el sexo en pareja, como tal, sólo parece posible al menos por ahora "cuerpo a cuerpo"; lo demás será cualquier otra cosa, pero no una relación sexual, insiste el psicólogo.
Efe
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